lunes, 5 de julio de 2010

Filosofia y sociedad feudal; reflexiones en torno a la mediacion social del pensamiento medieval, Jaime Rodrigo Villanueva

RESUMEN

La tradición filosófica se ha ido caracterizando por el paso del mito al logos, sin embargo esa división no es tan marcada como a veces se suele creer, ya que en el logos siempre hay algo, o mucho, de mito, de distinta índole. Pensar que la filosofía en la edad media no es filosofía, porque introduce dogmas de fe, es similar a creer la filosofía de Aristóteles no poseía tal estatuto por contemplar la presencia de un motor inmóvil metafísico. En tal sentido el pensamiento y su desarrollo debe ser entendido en su contexto histórico, social e intelectual, de lo contrario, se tiende a caer en el emplazamiento y en la mera petición de principios.

Santo Tomás reflexiona filosóficamente sobre, lo que mas tarde sería una polémica y en él se pueden rastrear salidas a este conflicto. Otro tema disputable, que se abre, en este mismo sentido, está dado por la caracterización de la misma ‘edad media’, algo así, como un valle, como un paso baldío, en la historia del pensamiento y la filosofía, una clara lectura (y escritura) enciclopedicista y (sobre) modernizante.

Palabras Clave: Filosofía, Edad media, sociedad feudal, Santo Tomás, teología, fe, religión.


1. Sobre el concepto de ‘edad media’

Cuando se habla de la Edad Media, no sólo se hace referencia al período histórico que comprende los siglos V al XV, sino que se está haciendo referencia a un periodo histórico que se sitúa como zona de paso entre lo clásico y lo moderno, siendo tal vez ese su mayor y mejor elemento a rescatar. Ya desde este nombre, Edad Media, se deja ver un cierto desdén hacia tal acumulación de siglos. En el plano de la filosofía, esta actitud presenta también problemáticas, donde tal vez la más significativa es, si la reflexión durante este tiempo es propiamente filosófica es o no relevante por el hecho de estar involucrada con la teología.

Considero como poco conveniente comprender la amplia gama de cuestiones de estos siglos al alero de ‘edad media’, como marco, pues esto sería considerar al ejercicio clasificatorio, propio del enciclopedismo, como base de toda una caracterización, me refiero con esto, a que al hablar de Edad Media lo que se hace, no es pensar en un mundo real, sino en una categoría elaborada desde el intelecto. Es por ello que me parece que una mejor forma de referirse a los hechos, de la índole que sean, de esta época, y que presenta menos inconvenientes, es la de Sociedad Feudal, más específicamente la sociedad feudal europea. Con ello tenemos bastante más elementos para analizar la dinámica interna de lo que veníamos llamando “edad”. Si bien el concepto de sociedad también es un elemento intelectual pertinente para acceder a ciertos estudios, caracterizaciones, etc, es más concreto que hablar de la edad, ya que, si bien la sociedad no puede ser reducida a la mera observación, al menos se pueden identificar los componentes reales de ella, no así con la edad, bastante menos abordable en términos concretos.

En términos de la reflexión filosófica, no son pocos los que ven en la sociedad feudal un gran llano filosófico, pero sostener aquello lleva consigo una manera acotada de entender lo que es la filosofía y cuales son, o serían, sus límites. Pareciera que la fuerte presencia de las religiones, al introducir dogmas de fe a la reflexión, ha hecho caer a la filosofía en una crisis, donde estos dogmas, habrían entorpecido la “claridad” de la continuidad filosófica. Y es que los principios indemostrables de los dogmas de fe, el asentimiento frente a la creencia fundamental o fundadora en las religiones tendrían que ser rechazados para la reflexión filosófica. Pero este entendimiento es un entendimiento conseguido en los siglos posteriores que le pasa la cuenta a los años que ya se fueron, por lo tanto resulta improcedente rechazar a la filosofía anterior, como por ejemplo la del siglo XI, por el hecho de no tener los elementos conceptuales que se han conseguido posteriormente. Este análisis descontextualizado no pasa de ser una petición de principios impropia, ya que si es posible pensar de manera distinta a como se pensó antes, es precisamente por que ese Antes ha dado las bases concretas para la aparición del Después.


2. Fe, Religión, Teología Natural, Filosofía y Teología Divina en Santo Tomás

Con lo anterior, es pertinente entender, la Teología, como la ciencia todavía de instancia elevada, en la sociedad feudal, más allá de si es entendida como, por decirlo de alguna manera, un metalenguaje de la religión o, en otro, como una filosofía de Dios…, o de un dios. Santo Tomás, en su Suma (1), reconoce a la metafísica como una ciencia humana, la suprema entre ellas, a la que pertenece fijar la existencia, naturaleza y propiedades de cada una de las ciencias humanas. Pero, en el orden divino de la revelación la superioridad la posee la teología.

Dentro de todo ello, no es un hecho menor que la religión tenga tanta presencia en esta sociedad. Ya vemos como Santo Tomás descubre que las ciencias filosóficas necesitan de una doctrina distinta, asumiendo que no se puede acceder a todas las verdades con la razón, ya que las verdades reveladas son alcanzadas mediante actos de fe.

La Diferencia entre religión, o mejor dicho Fe, y teología que plantea Santo Tomás en la Suma Teológica (Tomo I) es bastante prolija: “La Fe divina es un simple asentimiento a una verdad porque Dios la ha revelado. No es razonamiento (…). En cambio, la Teología supone un esfuerzo humano y estudio e incluye razonamiento y discurso” (2).

En tal sentido la religión está en la cotidianeidad de la vida pública y privada de la sociedad Feudal, en tanto que la teología corresponde a la elaboración teorética. Para Santo Tomás este esfuerzo y estudio se comprende de dos instancias, la teología natural y la teología sagrada. Siendo la teología natural la referida al discurso humano, es decir a la filosofía, la cual es el la que posibilita la Teología Sagrada que es el conocimiento de una verdad inferida, por elementos humanos, tenida por revelación divina.

Hay acá un concepto importante y relevante sobre la filosofía de Santo Tomás, donde pone a la reflexión humana como condición necesaria para acceder a la verdad divina, pero esto no es una instrumentalización de la filosofía, o la supeditación vacía de ella, sencillamente es comprender que la filosofía es lo mejor de que disponemos para entender la realidad.

3. La Filosofía Medieval en cuanto Sociedad Feudal

Resulta vago comprender la proliferación de la Fe religiosa, en la sociedad feudal como una mera implantación ideológica de algún imperio, desviando la mirada terrenal hacia el cielo. Pensar esto es comprometerse con la idea de que los emperadores, los nobles, el clero y hasta los señores feudales no creen en estos preceptos y que han sido capaces de escribir concientemente un guión filosófico – teológico para preservar su sitio en la pirámide social. Porque, en los amplios temas de la fe cabe comprender un desarrollo particular que le es propio, en el amplio contexto de tal sociedad. Si Santo Tomás llega a tales conclusiones o parte de esas premisas no es un hecho en abstracto, es un hecho que, en el constructo social se desarrolla también un constructo intelectual, sea en los estratos bajos o en los altos donde la acción pensada, está pensada por la religión, la que a su vez está bajo la mirada de la teología natural y de la teología divina. Por ello, y proyectándolo a la sociedad feudal en su conjunto ¿no sería poco prudente no ver el desarrollo interno del pensamiento, en este caso, de la religión?, pero, si solamente es una especie de guión conciente pre-maquiavélico, entonces ¿existe algo así como una evolución en la religión?, ¿tienen algún sentido las discrepancias?, ¿por qué aparecería un Lutero si fuese tan fácil reproducir las ideas desde las instituciones o desde las autoridades?

No es difícil ver que hay más que un único problema en la administración de la máxima estructura eclesiástica en términos de orden político. La religión penetra de diversas formas en la vida de la gente en estos siglos, estén en el estrato que estén, por ello resulta francamente ilusorio sostener antojadizamente que la religión es un reflejo político, económico o militar. Ni siquiera filosófico, en el sentido de que no corresponde ver a la religión como el resultado de una “desviación” filosófica o producto de malas lecturas, como decir que en algún momento perdió el rumbo de la filosofía clásica y esto trajo consigo estas disquisiciones.

¿Podríamos sostener, por ejemplo, el vacío del arte, en este mismo sentido?, ya que siguiendo a quienes no ven filosofía en la reflexión teológica se podría llegar a sostener que el arte religioso, donde lo espiritual se impone sobre lo corporal no es arte, o sería un mero reflejo, casi mecánico, de la religión y por lo demás conciente no sólo de sus intenciones, sino también de las consecuencias.

Ahora bien, no pretendo parcializar los saberes e independizarlos al nivel de territorios propios, particulares y discontinuos, acaso autárquicos, no es esa la idea de esta exposición, al contrario, la idea es entender como coexisten saberes, conceptos que arrecian desde diferente extracción, pero con una columna en común: su momento histórico y su carácter social combinado, es decir, que si bien se pueden entender por sí mismos y poseen desarrollo interno, están ligados no sólo en apariencia, sino que de manera concreta entre sí, en cuanto a que son las formas con las que el hombre accede y reflexiona la realidad. La economía, el arte, la filosofía, la teología o la política no corren solas, es preciso detectar y comprender los nexos que van teniendo y sus transformaciones.

Pero esta integración de saberes o disciplinas, en la sociedad feudal, carece de las perspectivas que hoy tenemos en el curso que nos parece natural del pensamiento filosófico y científico. Por ende resulta casi un emplazamiento ético hacer tales o cuales exigencias producto de proyeccionismos retrasados a esta sociedad anterior, en el sentido de presentarla como un estancamiento en el pensamiento o un tiempo perdido, siglos perdidos. El problema o pseudo problema, por ello, no lo tienen el pensamiento de la sociedad feudal, sino que lo tienen quienes tratan desde afuera hacer encajar análogamente en él, un el lenguaje “moderno”.

No en el sentido que desde el lenguaje se construya la realidad, sino que los alcances de pensamiento, por decirlo simplemente, tenían otros nombres, se decían con otras palabras, que al correr del tiempo se ven sometidas a una series de crisis conceptuales, ya sea por que las palabras antiguas caen en el vacío de su contenido material o porque nuevas nóminas de palabras vienen a posicionarse en detrimento de otras, las precarias y arcaicas palabras salientes de la lexicografía de la reflexión.

Según el historiador francés Lucien Febvre (3), no es hasta el siglo XVIII que aparecen palabras como absoluto, relativo, abstracto, concreto, confuso, complejo, adecuado (ad hoc, palabra en latín atribuible a una incorporación de Spinoza), insoluble, intencional, intrínseco, inherente, oculto, primitivo, sensitivo. La palabra Trascendental se ve en 1698 en Bossuet (4).

Tampoco conocieron adjetivos y sustantivos importantes. Ni causalidad, ni regularidad, ni concepto, criterio, condición, eran manejados. Antes de la lógica de Port Royal no se usaban ni análisis, ni síntesis que estaban vinculadas la una a la otra, ni deducción que en ese momento su ligazón estaba dada hacia la narración.

Coordinación o clasificación se leen a contar de 1787 en el diccionario de Féraud. Tampoco hay una palabra para lo que en siglo XVII se llamo sistema. Racionalismo corresponde al siglo XIX. El deísmo adquiere ese nombre a contar de Bossuet y el concepto teísmo de los ingleses aparece avanzado el siglo XVIII.

Con todo ello a la base, resulta comprensible que la dinámica de pensamiento no corresponda categorialmente a la que entendemos hoy. Todas esas palabras hoy están presentes en los estudios epistemológicos de casi toda índole y con suma relevancia. En ningún caso, resulta esto ser una justificación de la sociedad feudal y la ausencia de conceptos, ya que, como hemos dicho, no se trata de emplazamiento de ética, sino de un modo de reflexionar y de entender el razonamiento interno que tienen las sociedades o los individuos y el desarrollo particular de las áreas de preocupación reflexiva.

Por ejemplo, Podríamos señalar que la tradición religiosa de la sociedad feudal es un estorbo a la filosofía y con ello dejarla fuera del ámbito de la reflexión, pero eso sería casi tan antojadizo como sacar del mapa la metafísica de Aristóteles por considerarla demasiado abstracta o en su forma o en su contenido. Es cierto que la metafísica no posee el status dogmático de la religión, pero sus principios son tan indemostrables que no se discuten… pensar en la esencia, es pensar. Aunque ello sea conceder un primer principio.

En todo pensamiento influyen, no sólo los doctos, como si fuera posible que desde el pensamiento de algunos altos espíritus se pudiera reproducir, en cadena, el pensar de todos, de toda la población. Seguramente no sea ese el problema central que se presente al debatir este tema, parecería ingenuo. Lo central es otra cosa, es ver si ese correr del pensamiento efectivamente genera nuevo conocimiento, una nueva ontología, una nueva ética, una nueva política, una nueva ciencia, etc... En algunos casos sí veremos claramente datos nuevos y nuevas creaciones de orden técnico en ámbitos como el transporte, navegación, meteorología, cartografía, etc. Pero ese es un saber ligado al hacer. ¿Por qué pasa en ese pensamiento reflexivo fundamental…? ¿Es sencillamente lo escolástico lo que reproduce pensamiento?, ¿es sencillamente lo escolástico lo que reproduce ESE pensamiento?, en tal sentido, ¿qué pasa con las verdades de la naturaleza?, ¿se pueden aprehender?, ¿se ha hecho así?

Las verdades de la naturaleza no han resultado ser otra cosa que interpretaciones de la naturaleza, lecturas. Algunas más físicas que otras, pero en cada forma de aproximarse a la naturaleza y a la realidad hay un modo de reflexionar, se puede reflexionar desde la poesía, el arte, la biología, la economía, y algunos hemos elegido comprender desde la filosofía, por considerarla lo suficientemente amplia para tal tarea, la de reflexionar y conseguir elementos para la práctica de vida, pero también se ha usado para ello la religión y la teología.

El espacio ocupado por la teología en la reflexión es el lugar más extenso en esta sociedad feudal, entendiendo la noción de teología como el estudio de las verdades reveladas, es decir de los dogmas de fe. Con ello la filosofía comienza a tener un rol de soporte de esta área. LA TEOLOGIA ES LA REFLEXIÓN de la época, pero la filosofía también... de tal manera no se explicaría los distintos enfoques que se presentan en un período tan extenso que genera tantas contradicciones en este sentido.

En nuestros días la vida corre por rieles muy diferentes y con una acumulación de antecedentes es posible reflexionar de manera diferente a como se hacía en el siglo X, XII o XIII. Estos rieles son un nuevo orden social y económico, existen mayores aportes científicos e incluso muchas más obras artísticas a las que admirar y de las que se puede aprehender y hasta copiar, como hacen los buenos artistas, sin embargo la pregunta de que si la llamada “edad media” ha sido superada por todo este pensamiento actual subsiste. Entonces ¿Se puede comprender a la sociedad feudal, como eso un paso intermedio, un gran paso intermedio de diez siglos…?


4. Un espejo que cuestiona la idea de Progreso
Para historiadores como Georges Duby (5), es perfectamente coherente establecer ciertos paralelismos a razón del año Mil versus el año dos mil. En tal sentido, Duby plantea un tema, como eje transversal, el miedo. El autor sostiene que el miedo medieval, tomando como referente a la sociedad francesa de ese tiempo, no es tan distinto a nuestros miedos actuales, donde hacia el año Mil, el miedo mayor no es el miedo a la muerte, que con lo grande que es superado por el miedo a la pobreza, a la miseria. El miedo al otro, el miedo a las epidemias, la peste negra; miedo a la violencia y al más allá… lo que no se traducía necesariamente en el miedo a la muerte.

Estos miedos los podemos encontrar en el mundo de hoy, pero donde se marca una diferencia es en el miedo a la muerte, que en la Francia del año Mil tenía su paralelo en el miedo al más allá, fundamentalmente, porque en el año mil, se asumía completamente la continuación de la vida más allá de la vida terrena, elemento del pensamiento que hoy no tiene la misma presencia, ni el mismo status. Podríamos recurrir a muchas lecturas e interpretaciones de los hechos y del recorrido de las ideas hasta nuestros días para desenmarañar que ha acontecido en el camino.

Pero, a diferencia de Duby, el paralelo pierde al ser centrado, sólo en los elementos emocionales o psicológicos, como el miedo, aunque de alguna manera nos sirva para ejemplificar y graficar las dinámicas comunes que hay en ambos tiempos, año mil y año dos mil. La relación de fondo al ser leída en términos más concretos, es decir en términos de conformación social y sus implicancias, es más amplia para dar lectura a sus relaciones, pensamiento, arte, política, economía, filosofía; razón por la cual me parece relevante la caracterización de Sociedad Feudal como escenario. Pese a ello el análisis de Georges Duby, muestra que hay cosas que sólo han cambiado en su ropaje y no en su relación material. La pobreza sigue existiendo, nuestra sociedad sigue siendo víctima de guerras y de violencia, es decir la vida ha cambiado, pero hay elementos sociales que persisten.

Tenemos elementos entonces como para sospechar de algunas cosas, como por ejemplo de que si existe realmente un progreso, es decir si los miedos y males en miles años no han desaparecido sino que han ido cambiando sus formas da como para pensar que en rigor no se han superado el pensamiento de la sociedad feudal, o medieval, por conceder la caracterización enciclopedista, es decir si ha sido tan precario en lo filosófico ese pensamiento, entendido por algunos como un pensamiento epocal, como es que subyace o subsiste aún?

Ha sido parte de la estructuración de toda una forma de vivir y pensar en un tiempo y ha dado las bases para que se desarrolle posteriormente otro. Esto lo podemos ver así si vemos también que La división hecha por Santo Tomás entre Filosofía y Teología es una tesis, fundamentalmente, filosófica, ya que corresponde al campo del pensamiento humano. El alcanzar la verdad divina es una tarea posterior de la teología que sin la filosofía no se podría pensar.






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CITAS

. SANTO TOMÁS, Suma Teológica, Tomo I. Traducción Raimundo Suárez, Editorial Católica, 1947, Madrid.

2. Ibíd. 1

3. LUCIEN FEBVRE, El problema de la incredulidad en el siglo XVI, Traducción José Almoina, U.T.Editorial Hispano Americana, 1959, Ciudad de México.

4. Ibíd. 3

5. DUBY, Georges. Año Mil, Año Dos mil, La huella de nuestros miedos. Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1995.




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BIBLIOGRAFÍA

SANTO TOMÁS. Suma Teológica, Tomo I. Traducción Raimundo Suárez, Editorial Católica, Madrid, 1947.

DUBY, Georges. Año Mil, Año Dos mil, La huella de nuestros miedos. Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1995.

FEBVRE, Lucien. El problema de la incredulidad en el siglo XVI, Traducción José Almoina, U.T. Editorial Hispano Americana, Ciudad de México, 1959.



BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

MARÍAS, Julián. Historia de la Filosofía. Editorial Alianza, Madrid, 1996.

ECO, Umberto. El Nombre de la Rosa, Traducción Ricardo Pochtar, RBA Editores, Barcelona, 1993.

HUIZINGA, Johan. El Otoño de la Edad Media, Traducción José Gaos, Ediciones Castilla S.A., Madrid, 1973.

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