sábado, 19 de septiembre de 2009

Tres momentos ontológicos (por Fernando Gutiérrez Almeira)

AUSENCIA

He pensado que no puedo rechazar tajante la idea de Dios y sin embargo tampoco puedo sostenerla. Pero entonces...afirmo la ausencia de Dios y ¿qué obtengo? Un No-Dios, el Dios Ausente, la Ausencia...

Para amar la vida es necesario aceptar la muerte pero aceptar la muerte parece tarea totalmente desconsoladora, amarga, terrible. Resignarse a morir, resignarse a que todos nuestros seres queridos morirán inevitablemente. ¿Cómo puede aceptarse esto? Es tratar de responder a esta pregunta lo que conduce al Dios Ausente, la Ausencia...un dios que nunca vendrá a nuestro encuentro.

¿De dónde provienen todas las presencias? Es claro que alguna vez no estuvieron y que fueron generadas a partir de su ausencia. Pero es notable también que las ausencias no son discernibles. Incluso las sombras se pueden discernir entre sí, pero las ausencias, que no son inexistencias, se acumulan unas sobre otras como la Posibilidad de Estar Presente de todas las infinitas, esporádicas y efímeras presencias. No hay, pues, ausencias, así, en plural, sino una Ausencia infinita y sin forma de la que manan todas las presencias...y a la que vuelven. Si...la Ausencia es lo que infinitamente se presentifica en el tiempo...en la fugacidad de todos los entes. Pero la Ausencia, a pesar de su aparente omnipotencia, no es por sí misma, pues...¿qué sería de la Ausencia si no se presentase? Si la Ausencia es el No-Dios entonces el No-Dios tiene necesidad de lo finito en que se presenta aunque no se satisface en una presencia definitiva nunca, no emerge del todo sino que lo que presenta, las presencias, lo sostienen precariamente en su concretez retornando infinitamente a él, ausentándose. ¿Qué podrían retener las presencias si es de la Ausencia de donde manan? Cuando pensamos en retener las fugacidades, cuando pretendemos no morir...¿qué pretendemos? ¿qué vanidad es esta? Y sin embargo, la Ausencia no puede simplemente volcarse y ya...cada presencia tiene aparentemente la finalidad de agotar su existencia en alguna clase de plenitud o felicidad, cada ser vivo tiene que retener la vida aún no vivida todo lo posible. Nosotros, seres autoconcientes, inútilmente resistiremos a la muerte pero si podemos prolongar y exacerbar lo más posible esta fragmentaria presencia nuestra en que la eternamente triste Ausencia se manifiesta aunque nunca se satisface. Así parece que la Ausencia es un deseo hondo, insondable, de alcanzar aunque sea finitamente alguna alegría, alguna felicidad...un Gran Vacío...Y parece también que con nuestras vidas consumamos parte de ese infinito deseo en una breve consumación que bien puede fracasar. También parece que no hay consuelo en ninguna parte excepto el de aceptar la muerte como un retorno al seno de donde todo proviene...al seno de la Ausencia. ¡Desencontrarse en la Ausencia, desamar, desvivir, cerrar los ojos...dormir el Sueño Eterno!

Lo dificultoso es que en la dirección de la retención al máximo de la vida y su futuro terminamos por separar las aguas y amar demasiado las presencias como si ellas no manaran de la Ausencia y tratamos de retenerlas y tratamos de perdurar. Pero...¿acaso la felicidad no es justamente dejar de desear? Y dejar de desear, acaso, ¿no es precisamente aceptar la extinción? Solo podría ser feliz quien acepte la Ausencia y por lo tanto la fugacidad, y por lo tanto el no retener, el no poseer, el dejar que todo pase y que todo vuelva. Y decir... “En realidad, ¿qué me importa la felicidad?” Pues la felicidad es algo que quisiéramos que durara eternamente de modo que, paradójicamente, solo se puede alcanzar esa plenitud si ya no se desea nunca más. Solo se puede vivir hasta el final si ya no nos aferramos a la vida sino solo a su plenitud momentánea. La eternidad es ahora. Nada persistirá excepto la Ausencia que infinitamente juega con las presencias que continuamente la desenvuelven en la infinita ilusión, en el infinito “otra vez” que todo deja atrás al pasar.

COMUNIDAD

Quizás los que hayan leído el párrafo anterior no lo entiendan así, pero al releerlo me doy cuenta de que en él se expresa una fantasmática versión nihilista de mis más profundos pensamientos. ¿Cómo he caído en la trampa, aunque haya sido por un momento? He caído, pienso yo, porque he sostenido la existencia de un trasfondo ulterior de la realidad, aún cuando ese trasfondo sea vacío, ausente, negativo, no-divino. Para evitar la nihilización del pensamiento que nos hace ver la vida a través de la muerte y no a la muerte a través de la vida, no solo hay que abandonar el deseo de inmortalidad sino que hay que abandonar también el deseo de una permanencia total, ya sea una ausencia permanente o ya sea una presencia eterna. ¿Cómo lograrlo? Pues se me ocurre que un infinito realmente mediado no puede ser un trasfondo sino más bien un infinito de transformaciones y comunicaciones finitas, un infinito, entonces, perspectivístico. Una alegoría posible del infinito así considerado (como intensidad de las posibilidades que entran en el juego de las ausencias y presencias) podría ser una carrera de postas pero se me ocurre más bien (y nuevamente) la idea de una red de intercomunicaciones y posteos de realidad en la que la existencia se da como desenvolvimiento de individualidades que se integran y se disuelven ausentándose y presentándose una y otra vez. El universo, en fin, como una Comunidad de Existires que se mediatizan unos a otros y en la que lo inmediato no existe fuera de cada fugaz existencia sino en cada una de ellas...como un Eterno Ahora. En una comunidad tal las ausencias, que nacen de la desintegración de las presencias, se renuevan siempre renovando las presencias en el ritmo interminado e interminable del aparecer y el desaparecer. Según esto, pues, no hay tal Ausencia total devoradora de existires sino un flujo de perspectivas que se rehacen mutuamente de continuo en una sincronía universal. El universo como Acto de Comunicación.

Y...¿en qué hallará plenitud un universo tal? Puede ser que en la comunicación amorosa, especular, radiante, reflexiva...un apogeo de conciencia y autoconciencia tal vez, una cima de belleza y armonía. Mientras tanto, sin embargo, morimos y debemos comprender que morir es donar a la comunidad de los existires lo que la comunidad nos ha brindado...posibilidades...una devolución de algo que es tan gratuito como imposible de retener. La gratuidad que se dona infinitamente es el principio elemental de la comunidad de existires...de modo que nada ni nadie puede retener definitivamente la existencia. No hay, entonces ni Dios, ni No-Dios, ni ningún existir permanente ni la necesidad ni el derecho de reclamar tal cosa.

CONSPIRACIÓN

Pero en todo lo anterior dejé que una emocionalidad demasiado tergiversadora atravesara mis especulaciones. Es necesario, de vez en cuando aunque no con demasiada insistencia ni de un modo riguroso, pensar con la frente lo más helada posible. En este caso está claro que ni los entusiasmos del amor ni un trasfondo de tristeza gobiernan las relaciones entre los entes sino que ellos más bien intervienen en la existencia sin que la comunicación prepondere sobre la incomunicación ni viceversa. De modo que no hay tristeza ni alegría ni la búsqueda de una culminación de fastuosa felicidad imprescindible ni la caída interminable en un trasfondo de amargura...lo que hay es un juego conspirativo de todos los existires. ¿Porqué conspiración? Porque en una conspiración si bien los intervinientes tienden más o menos ocultamente a alguna finalidad o actúan según una dirección general nunca por completo revelada...ellos no dejan de existir para sí mismos de un modo u otro y en el acto de conspirar si bien realizan la existencia total también realizan y hasta de vez en cuando medrando contra la existencia de otros conspiradores, su propia existencia como si esta tuviera un destino propio inclaudicable. Hay en toda existencia la tendencia a permanecer, a potenciarse, a prolongarse y ramificarse, a resistirse al agotamiento o la desintegración. De modo que no diré que la existencia es una continua lucha por permanecer y conquistar...pero no negaré que esto es así en parte y que la cooperación y la integración amorosa se debe la más de las veces a una confluencia de las fuerzas en esa lucha. Las vorágines explosivas, las guerras destructoras, sin embargo, todas terminan agotándose y el conflicto muestra su incompletitud frente a la posibilidad de las incoordinaciones, coordinaciones y solidaridades regulativas con las que se alimentan totalidades y conciencias y se elevan las existencias hacia alturas de satisfacción que parecen anunciar una culminación no ya susceptible del canon emocional o el juicio valorativo...pero culminación al fin...culminación o culminaciones de esta gran conspiración universal en la que estamos inmersos.

En particular cada individuo humano encuentra más o menos profundamente dividida su voluntad entre la aspiración a finalidades mancomunadas...las que atraviesan la labor social o las que impregnan los esfuerzos creativos o investigativos...y la búsqueda de la propia satisfacción, la realización de la propia existencia como un fin en sí mismo. Y en actitud de conspiradores comprendemos muchas veces que aquellos fines mancomunados deben acoplarse lo más armónicamente posible a la búsqueda de la satisfacción personal pero muchas veces también como aquel que conspira mirando a los demás conspiradores con el rabillo del ojo, preferimos asegurarnos nuestra satisfacción personal sacrificando momentáneamente esos fines supuestos pero no sinceramente acordados o con aires de liderazgo preferimos sacrificar nuestra satisfacción o la de otros para que esos fines se realicen. A los que miran de reojo se los podría calificar de ególatras y a estos de altruistas y socialmente responsables...pero ni los unos ni los otros se proponen esa comprensión necesaria de la ventaja de conspirar minimizando los sacrificios lo cual conduce a la meditación acerca de cómo lograr la satisfacción personal sin atentar contra los fines universales de una humanidad posible. Aquí no se trata, claro, de volver a reincidir en el discurso de la armonía amorosa pues esta armonía es solo un arma más de la conspiración y no la formulación precisa, global y detallada de su forma más acertada tanto a nivel de cada unidad política como a nivel de lo macropolítico. Sea como sea, si la conspiración humana hacia un futuro humano es parte de la gran conspiración universal de todos los existires entonces ella realizará en particular lo que esta realiza, ha realizado y seguirá realizando como totalidad...sin que puedan obstar los desvíos de la parte en juego al destino del todo que la impregna y dirige. No estamos aquí forjándonos a nosotros mismos sin rumbo previo...la evolución universal nos impulsa y fluye a través de nosotros y nosotros no podemos más que mirar hacia el futuro y conspirar de un modo u otro. Aún si creyéndonos fracasados decidiéramos abandonar el rudo curso...este usará nuestro cadáver como un punto de apoyo para lanzarse un poco más hacia adelante.

Como empecé a filosofar, si se me admite tal cosa (Luis Eduardo Coli Martínez)

Increíblemente trabajando en el monte.

No fue en la escuela, no fue en ninguna universidad.

(Disléxico y pésimo alumno, no transite por la educación formal).

Cuando me percate que la mente pude intervenir, transformar, la realidad, la organización viviente.

Puede convertir a la realidad viviente, en mera existencia, transformar, tanto como hacer, producir, su propia realidad, su propio mundo. Proyectar y materializar sus ideas. Tomando y utilizando como invirtiendo la complejísima actividad de la vida, en contra de la posibilidades organizativas, productivas de la propia vida.

Ya que yo estaba participando activamente en eso, desvirtuando la realidad y participación viviente de los árboles, convirtiéndolos en objetos inertes y pasivos de la realidad y la existencia objetiva, practica, productiva, significativa, ( como ideada) de la existencia social.

Me percate del horror y la tragedia, ya que uno mismo podía ser victima y objeto de la acción, las intenciones, las prácticas y los objetivos (idealistas) que persigue la intervención mental, establecida por la organización social. Que trasciende con toda su carga de intenciones, y la complejidad de su organizada política, el ser de nuestras frágiles vidas, pensando y determinándonos en función de las necesidades de su realidad, intenciones y objetivos.

Me pregunte por el ser y la fuerza trascendental, productiva, creadora, de lo denominado como lo mental, mas haya aun, por la naturaleza y el poder de sus productos, instrumentos y herramientas, de dominio, desvirtuación y masificación, como expropiación de las cualidades de lo originario.

Es muy difícil escapar a la acción, a los fines he intereses, como a la planificación y los objetivos del pensamiento social, o de las necesidades organizativas productivas del sistema social, que operan sobre la realidad, a través de la mente, o lo mental. através de sus productos, estructuras, he instrumentos, infinidad de ideas he idealizaciones ( en procura del dominio, la manipulación, desvirtuación y explotación, del medio viviente)

Es decir, que uno mismo, como parte de la objetiva construcción de la acción social, en procura de la satisfacción de sus objetivos he intenciones, podría encontrase y subyacer desvinculado del medio, la realidad viviente, como los árboles sacrificados, para pasar a existir objetivamente, en virtud de los objetivos, las necesidades y los intereses, creativos productivos de la acción y la aplicación del pensamiento social, como de la codificación de la planificación de la información simbólica, que aplica imparte la mente social, o el ser y la constitución del medio social.

Descubrí, que sacrificada mi vida, aun podría tener conciencia objetiva de mi existencia práctica y operativa , podía gravitar existir, actuar, con una forma representativa y practica, y decir, o afirmar, yo soy esto, mi ser y objetivo es ser esto, y tener como las sillas, las mesas, y los otros objetos, abogados doctores, carpinteros etc., mentalmente ideados creados, por el medio y las necesidades de la función social, como por los fines de la operativa social, un sentido, un rol, un lugar representativo, productivo, en el orden y al organización social.

Existir, no es vivir, vivir, no es existir, lo mentalmente separado, desvinculado en un instante, en un momento dado, del medio viviente, por la intervención mental, puede existir, permanecer, conservarse inmune ajeno, en forma trascendental, al paso y las transformaciones del tiempo y el espacio viviente, a su movimientos y transformaciones constantes, subyacer aislado, desvinculado, ajeno, a la connotaciones, he interrelaciones comunicativa, de la construcción y la participación activa de la producción y organización de la realidad, el universo viviente.

Puede volverse uno, en contra de la compleja organización viviente, y ser comportarse, como un objeto, un cuerpo extraño.

Entre otras cosas, preguntándose o auto interrogándose que es la vida, que es la muerte, ya que las existencias son eso, objetos mentalmente aislados, desvinculados, ajenos, que no participan del espacio y el tiempo de la libre productividad de los procesos de la participación viviente.

Existen, gravitan, en unos caso, como el nuestro, tiene conciencia de su existencia, son producto de la acción, el trabajo, de la intervención desvinculante de la mente. Pueden actuar desde sus existencias, desde sus conciencias, realidades objetivas y practicas, desde su desvinculación, sobre la realidad viviente.

Yo empiezo a filosofar aquí, en este borde, océano de interrogantes, sospechas he inquietudes.

Y entre las tantas cosas, empiezo a sospechar que los mecanismos operativos mentales, que envuelven comprenden, determinan la realidad objetiva práctica, de una existencia objetiva, pueden abrirse, pueden romperse, disociarse.

Que la experiencia existencial mental, difiere totalmente de la experiencia viviente mental.

Mi filosofía, de serlo, o de ser algo, se relaciona y alude a esta problemática o gran interrogante.


Desde la ciencia...
________________________________________
Desde la ciencia, el conocimiento, la sociedad, la cultura, la historia dominante triunfal; el hombre de carne y hueso es un elemento más, una rama más, del objeto de estudio e indagación, especialización, exploración, explotación.

Desde el hombre, desde la vida-muerte, el horror, la miseria ¿que es la ciencia, el conocimiento-saber, la sociedad, la cultura, la historia, constituida, formada? Que nos menta, analiza, juzga, cataloga, secciona, gobierna, imparte, normas, leyes, formas, pautas de comportamiento, a través de nombres y valores, distintos. A través de una multitud de rangos signos, cifras y conceptos.

La inteligencia humana, como poder ; esta representada, autorizada, reproducida, implementada, alimentada, por los expertos, los doctores, los licenciados, los grados cuatro y cinco, los elegidos, los magistrados, los presidentes, los representantes de la palabra y la lengua.
Que es el elemento, la afilada herramienta, con la que se marcan forman. A través y con la fuerza de la cual, se domina y estructuran las organizaciones, y los organismos. Las estructuras del poder, desde los que se imparten, se impone, el orden y la estabilidad, la justicia el deber, la configuración, legislación necesaria, que rige a la sociedad y a la cultura que nos domina. Que nos distingue, divide, mantiene, mueve, arrastra, deforma, desplaza, muele, licua, mientras de alguna forma nos cría, alimenta, nos domina empobrece.

La vida-muerte, como inteligencia e integridad, como capacidad operativa y productiva, no se toma en cuenta, es algo inexistente e incomprensible en si, por lo tanto carente de valor, de autoridad, poder (aparentemente).

Desde la vida-muerte, no se representa ninguna inteligencia, a ningún poder, como espermatozoide, como hambre, nudos en la garganta, desde dos piernas, dos manos, nadie habla, representa a la inteligencia, al amor viviente, o fenómeno, en su gracia y libertad.

Desde el llanto, los mocos, las moscas y los perros, nadie se especializa, se doctora, en el arte, imprescindible apremio, de esta facultad, de resistir en silencio, a través del cuerpo, sin palabras.

Nadie da una conferencia, ni recibe un premio, ni legisla, ni se impone sobre los demás, por sobrevivir a los cartones, al barro, a las chapas, a los inviernos, a los veranos. A la miseria y sus falacias, a sus alucinaciones y infecciones.

Para hablar de la vida-muerte, hay que estar y hablar desde fuera de la vida-muerte, sobre la estabilidad y existencia histórica, ajena, enajenante, que impone y lapida, niega a la misma vida-muerte.

Hay que tener honores, títulos, propiedades, de la fuerza y el poder, doctorados, facultades, determinaciones de la inteligencia, la cultura dominante. Que no se corroan, ni identifiquen, amalgamen con las desgracias, la basura y la contaminación, que no se disuelvan en la nada. Donde naufragan, se pierden, se hunden y pudren, tantos respiros, tanto y tantos conceptos vivos, sensibles, discriminados por su inestabilidad vulnerabilidad.

Para hablar de la miseria con propiedad, hay que hablar desde fuera, desde lejos de los baldíos.
La inteligencia, el poder y el conocimiento-saber constituidos y reconocidos no duerme, no se revuelca acurruca entre trapos y bolsas, no mastica pan viejo, ni recibe trompadas, ni aspira pegamento, ni patadas en el culo, cuando de la calle, no se traen monedas.
Aunque para su constitución; la inteligencia, el poder, el progreso, el conocimiento-saber, dominante, se allá valido, tanto como se nutre y alimente, de la sangre y la carne humana, que menosprecia castiga, tortura y consume.

La inteligencia y el poder, acumulado, sostenido, capitalizado por la cultura, la historia domínate, como la autoridad suprema, podrá abandonar, burlar, la vida-muerte.
Constituirse por si sola como algo muy digno, representante, independiente autosuficiente, purificada y liberada definitivamente de las impurezas imperfecciones de la carne y la sangre, de la vida-muerte, de la vulnerabilidad, sensibilidad, en si misma.
Pero la vida-muerte, la sensibilidad inteligencia viviente, que no se niega a si mima, que se reconoce en el barro y el dolor, en el juego y la riza, en la cúpula desbordada de conocimientos-acontecimientos, no abandona el llanto, ni a los expulsados de la tierra, a los privados en vida, de la vida-muerte.






Sobre la presunta productividad de un cuestiónate pensamiento filosóficos, en contraste con la productividad rutinaria del pensamiento común.

Planteándonos lo que seamos, o pudriéramos llegar a ser, en todo caso, he inevitablemente, somos productos de la acción y planificación que en virtud del manejo de la información, de la compleja organización de la realidad exterior, es decir del medio social que inevitablemente tenemos que interiorizar, se hace interior, por lo tanto esta información foránea, con sus contenidos simbólicos, con sus intenciones y objetivos, modelados y estructurados de cierta forma, nos coloniza, y se posesiona con sus formas, en nosotros, actuando a través de nuestro psiquismo colonizado.

Nuca pensé que el miedo y el terror, pudieran hablar y actuar, fomentarse y cultivarse, como alimentarse durante tanto tiempo, una vez nacidos concebidos como una enfermedad en contra de la increíble complejidad, majestuosidad v capacidad viviente del planeta.

Es decir que el exterior organizado como el medio constituido, se hace de nuestras facultades mentales, se posesiona de nuestros procesos psíquicos, productivos pensantes, para proceder y actuar en consecuencia valiéndose de los mismos. Con el peso político de toda su realidad, información, productos y contenidos verbales, culturales, simbólicos, carga de intenciones y objetivos, valiéndose de nuestra realidad, cuerpos y mentes, operativos y vitales. Estableciendo por esta metodología la realización de su mundo, ser, a través nuestro, algo análogo a como actúan algunos virus, enfermedades, infiltrándose con su información foránea, con los objetivos estructurales y operativos, de sus intenciones y objetivos, con la modalidad del proceder de su ser, en un ser especifico distinto, alterando y cambiando, o utilizando invirtiendo, sus códigos productivos organizativos, su acción y trabajo productivo, en contra de la generalización y realización del los intereses del ser, el sistema afectado, contaminado, apoderándose del centro operativo, como de las capacidades productivas, en el caso de los virus de la célula, alcanzada, colonizada.

Otro ejemplo; de cómo opera el medio constituido y modelado por la información, como información, que se incorpora y adquiere del medio social constituido, pongamos por caso el ser de un jugador de fútbol, implica el manejo operativo, productivo, de ciertos prácticos conocimientos y técnicas, parámetros socio culturales, altamente operativos productivos, espectaculares ideales, que existen y gravitan como información, conocimientos externos, del ser y la constitución de una determinada y modelada, como especifica forma de construcción de realidad, del medio y realidad social, esta información programada, organizada y estructurada en su espectáculo, con su estructuración implícita, penetra y coloniza el aparato productivo, mental, generador de realidad, dando o dotando con un sentido y significados operativos productivos, de realidad y legalidad a sus destinatario, protagonista, programando a los actores, propagadores de tal cosa, mundo, realidad, construcción, creación, mental.

Es decir, confiriendo y dotando de una determinada y convalidada realidad a los individuos, estos modelos se realizan asociados a la habilidad pensante generadora productora de los individuos, de aquí la codificación trascendental mental de todo un mundo, una idealizada realidad mental, que se lleva a la práctica asociada a las facultades mentales.

Primero estos han interiorizado-corporizado todo un mundo, una realidad, construcción, idealización mental, estructural, cultural, social, como el desarrollo de una acción, una practica objetiva, construcción, producción, de una específica realidad, (supuestamente una gran verdad, como el protagonismo de una gran realidad) en nuestro ejemplo, la del fútbol, él, o ellos, pasan a ser parte vital de esta realidad-verdad, como promotor generador y gestor, con su actividad, deseos y movimiento pensante, productivo, como participante de la misma, los mismo actores obtiene sus sentidos, encuentran sus motivos, reciben y obtiene sus gratificaciones por la acción efectuada, como su significados existenciales, operacionales de la misma idealización, construcción, ideado juego, del mundo del que son protagonista, que sostienen y representan, protagonizan con su practica, tras haberlo incorporado, como un echo, como el mundo real- ideal, de sus deseos amores y pasiones, el que por otra parte los compensa y gratifica, como los sanciona y castiga según la prestancia de su proceder.

El portador , protagonista, vive, sueña, fracasa o tiene éxito, etc., etc., pasa a ser parte y protagonista de tal cosas, se vive a si mismo en todo, através de la acción y el protagonismo de su idea, o gran juego incorporado, procurando su satisfacción personal, através de satisfacer cumplir con las exigencias y los requerimientos de la idealización, el mundo , el juego colectivo, reconociéndose a si mismo, en virtud de la puesta en practica de esta realidad información, conocimientos, modelo de idealización, organización y creación de mundo, que protagoniza ( viven gozan y sufren) tras haberlo interiorizado incorporado mentalmente, como objeto de su deseo-sueños, de la acción de sus vida, como de las posibilidades de su fuerzas, en el caso de nuestro ejemplo, por la virtud de este juego, construcción, mundo real, exterior, social cultural, que el individuo toman y hacen interior , como viable y posible, al interiorizarlo-incorpóralo, como cierta forma de información y conocimientos, sobre el ser de algo, o la construcción consolidación de algo, esta construcción social cultural, de las formas y modalidades del conocimiento social, cultural, hace carne en el, en ellos, en nosotros, como el mundo real. Creado y sostenido o llevado adelante por la acción y participación social.

Como el campo de posibilidades real, en el que se juegan, se ve, y se toman a si mismo, como interprete y protagonista del mismo, su suerte, es decir, su éxito o fracaso, o simple mediocridad tendrán su desenlace, a partir de tal cosa, apropiación de un conocimiento, y puesta en práctica de la idealización de un mundo en particular, una construcción social cultural, como del papel y la función operativas atribuida a su propio ser. Y todo por obra y gracia de la idea, la construcción, histórica, social, ideológica, del juego, que le terminan designando su posición como la responsabilidad de sus funciones.

Así como toma para la realización, y su supuesta realización personal, la estructura y conocimientos de los contenidos y cometidos significativos, operativos, representativos de esta información, juego, o construcción, como el mundo real, que se hace a si mismo en los hechos, así toma a todas las otras construcciones, pequeños y grandes campos, constructor, del juegos y la concreción, de la realidad- verdad del concreto sistema social- cultural.

Su pensamiento es el pensamiento común, participativo productivo, el normal, el concordante con la idea, la idealización de la realidad que se sostiene en la práctica, he inerte a su actividad, posición, profesión, u oficio. Cada espacio dimensión de nuestra compleja sociedad, comprende una idealización particular, que implica, comprende y requiere, del manejo operativo, de cierta información y conocimientos prácticos, por parte del movimiento, aportado por la identidad viviente, que se convierte en cierta forma especifica, de puesta en escena de la reconstrucción constante, de dicha información-conocimientos, pensamiento, implicados en la participativa y muy productiva realidad, que es manejada, operada, por nuestro psiquismo, tras ser interiorizado-incorporado, como producto de la realidad, indiscutible innegable, producida y leída, como computada mentalmente, por un cúmulo de gente, muy importante, de gente convencida de su verdad, realidad, muy loable y objetiva , de la que son protagonista como gestores, autores, o meros, simples reproductores, de todo un orden, establecido en los hechos.

Esto, lo del fútbol, es un mero ejemplo, pensemos en todas las estupideces y banalidades hipnotizantes que como pensamientos através del espectáculo del entretenimiento interiorizamos e incorporamos de los medios masivos de comunicación, que explotan y se valen del desarrollo del consumo generalizado de la inoperancia generalizada, como de la anulación y el vaciamiento programable del las facultades criticas operativas, como productivas de los sujetos pensantes, que son drásticamente vaciados y anulados por la practica y los objetivos del sistema comercial-cultural que vive de tal nulidad.

El pensamiento cuestiónate, critico, conflictivo, filosófico, es el que crea, idealiza, juegos, mundos posibles, tanto como destruye, cuestiona , critica, se libera de las construcciones existentes, de las ideas parasitarias, como de las construcciones esclavizantes , de los papeles , las funciones , las posiciones operables, subordinadas a tales ordenes, procurando encontrar otras construcciones. Supuestamente esa capacidad como actividad creativa pensante, tendría que ser, el pensamiento que cuestiona, analiza, se planeta interrogantes, por la naturaleza y los objetivos que implícitamente persiguen tales mundos, construcciones, y realidades, o idealización de la mente, que dominan y explotan nuestra condición, física mental, paradojalmente como construcciones de la mente del hombre contra la vida de los hombres, realidades como verdades, materializa en los hechos, en este caso, el pensamiento filosófico, cuestiona la información y los conocimientos pertinentes, de tal realidad- verdad, construcciones de la mente, que implican, sustentan, a tales realidades-mundos- incuestionables como muy fiables verdades objetivas, totalmente materializada en los hechos.

Se plantea o lo intenta, sobre las interrogantes, de que fines, intenciones y objetivos buscan satisfacer, tales ideas, construcciones, idealizaciones, organizaciones de la mente, a quien sirven, para que sirven.

El filósofo, es alguien que pude prescindir de la realidad construida, de la idealización del mundo autorizado, de la verdad consolidada y cotejada en sus hechos, de la estructuración y organización de todo un mundo, un universo mental, puede moverse, operar al margen, como trascender, las construcciones, idealizaciones, sostenidas por la comunidad, la humanidad, protagonizadas por la civilización, puede establecer y dar con otras construcciones, idealizaciones, etc. A partir de que su mente y facultades, en algún momento pueden prescindir, contradictoriamente de las construcciones, los conocimientos, y las ideas dominantes existentes.

Como puede saltar al vació, pude perderse en el vació.

Tendríamos que ver como operan las ideas, o grandes construcción, juegos de la mente y la historia, en su consolidación, y en la consolidación y determinación del mundo, la realidad, una vez creadas concebidas, por nuestra implicada, he involucrada mente.

Para después ver, como podemos ser victimas, de las grandes construcciones, creaciones, ideas de la historia, de las que no podemos prescindir, de la que es muy difícil escapar, pasando a ser meros servidores, confinados dependientes absolutos, a los servicios de las ideas, y hasta esclavizados por las realidades, verdades, o ideas en que se sustentan estos increíbles juegos, o compleja idealizaciones, construcciones de la mente.

Teniendo en claro, que ninguna realidad a nivel humanó, es posible, sin la idea, la idealización, creación del juego, sin la capacidad de crear, manejar, actuar en la producción –reproducción de una idealización especifica.

Y lo más interesante de indagar, sobre las ideas, es su ocurrencia, es su materialización o realización, ya que esta ocurre, a través de nuestra especie, se afinca, se nutre, se sirve, se alimenta de nuestro psiquismo, nuestra mente, como un mundo, una realidad, una construcción posible.

Ninguna idea, como creación, como información, tiene futuro, si no logra encarnar, conquistar, prendarse, en el psiquismo, la energía, el movimiento de la gente, ya que a partir de entonces, se despliega y materializa sobre la realidad, a través de la gente, su agente. Esta idea, toda idea, tiene que mostrase como una posibilidad eficiente.

Lo que impide la ocurrencia de ideas nuevas, ordenes configuraciones como juegos nuevos, es la vigencias de las ideas predomínate, es decir que una idealización, creación de la mente, de la historia, la civilización, la cultura, se defiende a si misma, impidiendo la ocurrencias de otras idealizaciones, creaciones, construcciones, culturales, como cambios y transformaciones de nuestra civilización.

El mundo realizado y creado se defiende así mismo de otros mundos, otras creaciones, carentes de actores y de representabilidad.

Las guerras que han ocurrido, han sido promovidas, encausadas por las distintas idealizaciones, ideas, creaciones de la mente, de la historia, que entran en pugna competencia por los recursos y posibilidades del medio, por los antagonismos de las ideas, que rigen y regían a las distintas poblaciones, en sus múltiples construcciones, particulares civilización mundos, a través de la redondez del mundo.

Es así, que una vez concebida una idealización especifica, el espacio el tiempo y los recursos del mismo son tomados por la misma, como fuente de sustentación, materialización, he inversión en la realización, del juego, de la posible evolución y realización de la misma.

De aquí que los filósofos fueran largamente trascendidos y superados, devorados por sus propias criaturas, construcciones, una vez concebida, concebida la criatura, la realidad, creación mental, esta reaclama la vida y el mundo, el amor y el sacrificio necesarios, como la capacidad de entrega a sus padres- progenitores, que por amor a su creación, descendencia , o los objetivos trascendentales de su espíritu mente, se termina entregando en sacrifico, rindiéndose ante los reclamos de la obra, la creación, es decir, consagrándose en masa, en un auto sacrificio a los dominios, promesas y deseos de su fruto- obra , como a la promesa de éxito de la misma, estableciéndose de esta manera, una predeterminada idealización del mundo, impidiendo esta concreta generación- producción, de realidad- verdad, la gesta y generación de otras, o otros juegos, mundos posibles.


Estos grandes marcos, contextos ideológicos, es decir concebidos y creados por la mente, materializados y protagonizados por el colectivo, se convierten en nuestros medios y espacios de subsistencia, en los únicos lugares posibles en que realizarnos, en que procuramos el reconocimiento y la aceptación, y aprobación de los demás, etc., hacia los cuales nuestra dependencia y subordinación hacia los mismo es total.

Preexistente en su organización ante nuestra emergencia, necesidad de ser y realización, el sujeto , el abogado , el puntero izquierdeo, la secretaria, el cuida coche , la maestra, el diputado, son formas y modalidades, como posibilidades de ser y vivir una determinada realidad, un determinado protagonizo, que están predeterminados, en los alcances de su posibilidades ( en sus objetivos y respuesta , en su trabajo y productividad etc.,) por las exigencias y las necesidades de sustentación de estas nuestras colectivizadas o sociabilizadas como monumentales he históricas construcciones mentales. Las misma nos exigen compromiso dedicación y atención total, a la vez que estamos totalmente compenetrados, como comprendidos mentalmente por la naturaleza ideológica de tales realidades construcciones, mundos de la mente. No podríamos ser, ni saber que ser, y hacer, sin estos referentes, contextos de sentido y significación, como mundos desarrollados por la mente, que nos dotan de una determinada significación de nuestra presunta realidad y existencia.

Es lo que existe, es el mundo real, que no se puede negar ni desconocer, se suele afirmar, el ideado, desarrollado sostenido y alimentado por el psiquismo, o los psiquismo de nuestra especie, se juzga, nos auto juzgamos, comprendemos y valoramos unos a otros en relación y en función a estos medios y contextos de la acción y realización de nuestra vidas. Casi la totalidad de nosotros tomamos a estos medios y contexto de subsistencia y realización personal,( ideados por la mente en alguna circunstancia muy especifica, quien sabe por quien y en que momento de nuestra historia o la historia de las antedichas construcciones) como una realidad construcción autónoma, ejecutiva, pensante, celosa de sus auto cuidados y progresos en la realización de si misma, (a extremos de eliminar deshacerse con mucha solvencia, de cualquier amenaza, potencial peligro, por insignificante que sea) sobre la que no tendremos ingerencia, o si acaso una ínfima ingerencia en sus cambios, alteraciones modificaciones, todos en procura de la mejor optimación y eficiencia de la ejecución de su diseño, planes, objetivos he intenciones, operativos y organizativos.

Yo quiero con esto demostrar o dejar constancia de lo serio, delicado, comprometedor de todo esto, de las grandes construcciones y desarrollo de las invenciones de la mente, a la hora de que se habla de la in sustentabilidad de nuestros sistemas sociales, o de la inviabilidad de los mismos, como cuando se habla de la necesidad urgencia de pretender cambiar o transformar el mundo.

Cambio y transformación del mundo y la realidad, que de hecho pueden implicar la desaparición de nuestra forma de ser, es decir, de vivir, actuar y proceder, y por lo mismo pueden implicar el dejar de protagonizar una operativa y muy consabida modalidad de ser, ya que la misma, es decir, la que estamos protagonizando en estos momentos, es producto y deriva de estos contextos, medios, mentalmente ideados, creados, desarrollados, y alimentados por la vida, la energía del colectivo.

Y para explicarme mejor sobre la seriedad y la complejidad de tal cosa, no dejo de atender que el propio sujeto, individuo en si mismo, son categorías, construcciones operativas de la mente, que obedecen como figuras operativas, al diseño y los objetivos de las necesidades del progreso social, imprescindibles para la imperiosa sustentación reproductiva la modalidad de tales construcciones, formas sociales, que de echo en otras posibles construcciones, nuestras requeridas funciones y papeles como roles sociales, pondrían muy bien, no existir, por dar, o poner un ejemplo.


Cuando se habla del fin, o el fin de un mundo, bien cabria entender y manejar la posibilidad de que se hable de los fines posibles, de esta colosal construcción ideológica, históricamente materializada y protagonizada en los hechos.

Ahora se requiere para manejar tales posibilidades en el campo de la complejidad y reflexión, de la desestructuración, prescindencia, del sujeto, el observador, que como tal se encuentra constreñido y confinado, como lesionado y limitado, ideado en la razón de su ser, en tanto esto, en su pensar, como actor, a responder a un campo, contexto, medio, de subordinación y dependencia, en que se juegan la posibilidades de su intereses y objetivos personales de significación, predeterminados como fijados por la condición existencial, de la construcciones social, ante esto, cabe cuestionarnos y preguntarnos por el sentido y el significado de la palabra libertad.
Etiquetas:

La idea de felicidad (por Fernando Gutiérrez Almeira)

La idea de felicidad puede tener contorsiones que la hacen peligrosa e inútil por demás...Si llamaramos felicidad al disfrute frugal de la existencia...a un gozo moderado de los placeres y un alejamiento prudente de los dolores...siempre recordando a Epicuro...entonces hablemos de felicidad. Pero si de lo que se trata es de, por ejemplo...

1)...la felicidad como un estado de extasiada participacion en alguna clase de perfección entonces añorar esta felicidad es tan peligroso como añorar esa perfección ya que si las perfecciones y lo perfectamente existente es imposible y en esto incluido el presunto dios perfecto que pseudoexiste arrostrando un mundo imperfecto plagado de humanos crueles, entonces apuntar hacia allí es darle un tiro en el rostro a la necesidad casi inmediata que tenemos de reconocer que vivimos imperfectamente una vida imperfecta y que esto es todo lo que alcanzaremos.

2)...la felicidad como un estado de completa satisfacción y seguridad entonces cabe el peligro de añorar junto con ella el retroceso al estado fetal, al estado en que nos libramos del desamparo de nuestra libertad de conciencia y elección, prefiriendo con ello tal vez pacer como bueyes una tranquila obediencia en lugar de asumir los riesgos de ser libre, prefiriendo con ello quizás infantilizarnos soñando con cristalinos paraísos en lugar de destapar los caños que seguiran inevitablemente inundándose de desperdicios.

3)...la felicidad irrisoria del placer irrestricto entonces haríamos de la convivencia humana un auténtico caos ya que si nos dieramos el lujo de no poner cotos, reglas, trabas, prohibiciones, candados, cerraduras, etc. en torno de cada uno de nosotros entonces el deseo humano diluviaria sobre lo humano hasta ahogar toda convivencia...algo parecido al libre mercado irrestricto con el que algunos sueñan, claro. ¿Quien puede suponer, por otra parte, que el placer irrestricto es placer convivencial? El gozo, el placer sin límites, tiene entre sus posibilidades el sabor de la carne cruda humana.

La increíble historia de Masanobu Fukuoka (Carlos Freytag)

Les habíamos prometido un artículo sobre agricultura orgánica. Nos pareció atinado la historia de este hombre, que sorprendió al mundo por sus experimentos sobre ese tipo de agricultura y todavía sorprende hoy, cuando todo parece -desde este lugar en el mundo- trasegado por los cultivos transgénicos y los herbicidas.
La historia de Masanobu Fukuoka sucede en Japón. Este hombrecito se dedica durante un tiempo a la Microbiología y se especializa en fitopatología. También desempeña trabajos de laboratorio en agricultura y durante la segunda guerra mundial trabaja como supervisor de agricultura científica.
Vive una larga época que se inicia en 1913, que es cuando nace y permanece entre nosotros hasta el pasado año, en que fallece a los 95 años.
A los veinticinco años de edad sufre una crisis existencial. Para él, con esa simpleza oriental, "la gente en su mayoría ya no es completamente humana y la Naturaleza en gran parte ya no es completamente natural"
Decide volver a su tierra natal -la isla Shikoku, al sur de Japón- y dedicarse a la agricultura.
Allí consigue, después de algún tiempo, transformar un lugar plagado de rocas en una granja próspera, llena de diferentes especies de plantas, mediante un sistema de cultivo natural, apoyado en lo que llama “los cinco principios”.
El huerto natural de Fukuoka es al mismo tiempo un bosque, una quinta y un jardín, en donde conviven cerezos, duraznos, ciruelos, mirtos, acacias, verduras, arroz, plantas de olor, medicinales, y flores.

Escuchemos las propias palabras de nuestro Masanobu:

Hace cuarenta años plantee las primeras semillas y al año siguiente puse pájaros y animales y Dios se ocupo de todo lo demás.
Las hierbas y la maleza han sido los maestros que me han enseñado esta forma natural de plantar y cultivar.
Cuanto mas observas la naturaleza mas claro se ve lo que debemos y lo que no debemos hacer.
La razón por la que yo he podido cultivar esta montaña sin fertilizantes o arados es porque esos árboles, esas frutas y esas plantas pueden crecer en cualquier sitio.


¿De qué se valió para el milagro de su huerta? Simplemente de semillas con las que inundó todo el predio. Gracias a las semillas de artemisa, arvejas, batata, rábano blanco y cebada, poco a poco la montaña se convirtió en un paraíso exuberante.
¿Qué sistema aplicó? El mas sencillo de todos: dejar que la naturaleza haga su trabajo con la mínima intervención humana, o dicho con sus palabras “Dios se ocupó de todo”
Parece tan sencillo como increíble.
Pero la experiencia de Fukuoka por ejemplo en cultivo de arroz dio tan excelentes rindes que superó a los demás cultivos con técnicas más modernas por lo cual hoy es motivo de estudio exhaustivo. El Ministerio de Agricultura de Japón, por años rechazó el sistema de cultivo natural. Luego se mostró interesado, ya que el arroz rinde mucho más (hojas más grandes, raíces más fuertes y 140 semillas contra 90)


Pero volvamos al sistema de cultivo de nuestro hombrecito.
Los “cincos principios” que ha aplicado y desarrollado Fukuoka son los siguientes:
El primero es el de no labranza, es decir, no arar o voltear el suelo. ¿Cuándo hemos visto que la naturaleza haga surcos para generar las plantas naturales? Si observamos los cultivos tal cual existen en la naturaleza, el trabajo de hacer crecer las plantas es de los microorganismos y lombrices que también hacen posible la penetración de las raíces.

El segundo principio de la agricultura natural es el no uso de fertilizantes químicos-sintéticos e incluso composta preparada. El principio es simple: si no se sobre explota la tierra esta tiende a mantener un equilibro entre plantas y animales que mantiene la fertilidad natural. Fukuoka utiliza como fertilizantes el cultivo de trébol blanco, alfalfa, berza y paja con un poco de estiércol de gallina aplicados directamente sobre el suelo. ¿Quién fertiliza el suelo de los bosques para que salgan los frondosos árboles?, dice Fukuoka.

El tercer principio es el de la coexistencia de las semillas con las plantas naturales del lugar. O sea en otras palabras no hay que quitar las yerbas naturales del suelo. A las malezas no hay que eliminarlas y sí controlarlas. Las malezas, de las que dice el diccionario que son las malas hierbas, no existen para Fukuoka. Las “malas hierbas” juegan un papel crucial en la fertilidad de la tierra y en el equilibrio natural. Fukuoka las controla con acolchado de paja y cobertura de trébol ínter plantado con los cultivos.

El cuarto principio es el no uso de pesticidas químico sintéticos pues estos matan indiscriminadamente la riqueza del suelo y del subsuelo, del aire y la flora. Los insectos son parte integrante del ecosistema. Reaccionan frente al monocultivo y por la presencia de plantas extrañas, cultivadas en condiciones de debilidad por falta de humus. Pero un equilibrio natural tiende a reducirlos a una mínima actividad.

Finalmente, el quinto principio es la no poda. Las plantas deberán seguir en lo posible su curso natural. Los árboles que requieren poda es porque las plantas madres fueron podadas con anterioridad en el vivero o sus raíces fueron dañadas.


¿QUÉ, ACASO NO CREEIS LO QUE OS DIGO?

Acaso algún porteño de estas pampas estará pensando... ¡Pero esto es demasiado sencillo!... ¿No nos querrán tomar por giles?

Esto es tan sencillo como lo que viene haciendo desde hace siglos nuestro hombre andino, para citar solo un caso de los pueblos originarios americanos. Nuestros pueblos de los Andes también hacen cultivos naturales, los hacen también en terrazas, desarrollando un sistema de cultivos que aprovecha la escasa agua existente en las alturas.
Pero si, quizás, hubiéramos empezado por acá, hubiera sido menos creíble por aquello de que “nadie es profeta en su tierra”
No es cosa fácil poner en duda la experiencia de Fukuoka porque es un científico de nuestro tiempo, entrenado en los sistemas de cultivo más modernos, que decide volver a las formas naturales.
El que quiera profundizar las enseñanzas de Fukuoka puede consultar su libro “La revolución de un rastrojo”. Hay edición en castellano
Ha hecho una experiencia de indudable éxito y que sacude todas las verdades a que “nos ha acostumbrado” una tecnología depredadora que utiliza los recursos naturales como algo desechable.
La agricultura moderna se ha convertido en una actividad compleja y extenuante, dependiente de una tecnología, intereses de mercado, confusión ideológica y pérdida de valores espirituales.
También la técnicas de Fukuoka coinciden, con nuestro hombre andino. Es que la agricultura natural consiste en un “NO HACER”; la mínima intervención necesaria para no interrumpir los ciclos naturales. Para nuestro hombre andino, aquel Dios que dispone todas las cosas, es la Pachamama, que anda recorriendo los cerros, con sus perros negros, cuidando que la traten como corresponde , con respeto y consideración.


Escuchemos las siguiente palabras pronunciadas por Fukuoka:

Estas semillas ( las usadas por él en su granja) y los dos tipos de semillas de varios tréboles serían suficientes en África y en Europa. Aquí en Japón deberíamos también cultivar la planta de la algarroba china. Y con eso sería suficiente. Enviar esas semillas sería de mucha mas utilidad que crear la industria para la fabricación de fertilizantes
Y en vez de utilizar los aviones para lanzar bombas, deberíamos utilizarlos para lanzar semillas


Estas son también palabras de Fukuoka:

Considera que el curar la tierra y el purificar al espíritu humano son un mismo proceso:
"Estar aquí, cuidando un pedazo de Tierra, en plena posesión de la libertad y plenitud de cada día".
"Cuando cambiamos la manera de cultivar nuestro alimento entonces cambiamos nuestra comida, a la sociedad y nuestros valores”


Parafraseando a Lao Tsé dice:

"el propósito de la vida es conocer el propósito de la vida"

Y la siguiente palabras como un llamado desesperado para salvar la tierra y la agricultura:

Cualquier científico de primera fila debería saber que la tierra no va a durar mucho más de 50 años y solo tenemos una solución: sembrar semillas por toda la superficie de la tierra.
Esta es nuestra última oportunidad.
Ayuden ahora, por favor.



Los cultivos orgánicos son un importante segmento de la producción de alimentos en el mundo. Están generando importantes avances. Hay países, como Francia, que no admiten en sus mercados alimentos transgénicos, tan comunes en nuestro medio.
En estos días en Buenos Aires circula un listado donde se consignan más de 250 alimentos transgénicos que se hallan cándidamente en las góndolas de nuestros supermercados, sin que nosotros sepamos de qué se trata.
La mayoría son producido por importantes compañías que hacen descarada propaganda sobre la calidad natural de sus productos.

Quienes quieran ver el listado entren a Internet con el siguiente link:

http://www.taringa.net/posts/info/1058311/Alimentos-transgenicos-en-Argentina.html

Todo esto sucede gracias a las bonanzas del mercado que instaura la soberanía de los productores sobre los consumidores, mientras las autoridades públicas están ocupadas en otras cuestiones, aparentemente más interesantes.
Esto sólo es posible en un país que dilapida sus recursos naturales y humanos y condena a la gente a una existencia miserable y vaya a saber a qué costo futuro.

Amén
Carlos Freytag

Lascas de Conciencia (Sergio Prince Cruzat)

Hace unos años escribí esto. Estaba dando charlas sobre filosofía y matemáticas y al tiempo sostenía interesantes conversaciones con Héctor Hevia, un profesor amigo de la Universidad. Es algo intespestivo y reconozco que me da pudor compartirlo, pero aquí esta, para ustedes ciberamigos.

Placentera. Esta palabra guarda el sentido último de nuestra sociedad. Una sociedad que eleva el placer a nivel de culto. El sexo se aleja del erotismo, pierde toda vinculación con lo mágico, con lo femenino y lo masculino. De ello sólo queda el placer finito, transitorio, efímero.
La libertad del capitalista solo es posible en una sociedad Placentera. La moral capitalista, rigurosa y calvinista en sus orígenes, es una moral Placentera ya que el sexo es la forma masiva y barata de mantener sumida la voluntad de los “clientes”…

No hay pudor y el liberal capitalismo ha realizado los sueños más terroríficos de cualquier distopía: la profanación de la privacidad, la muerte del individuo. Hoy ya no somos personas sino consumidores.

Hasta que la matemática no consolide el edificio de este mundo, el capitalismo regulara sus engranajes con el hambre y el sexo.

La matemática debe superar los antagonismos, libre de intereses ajenos al propio desarrollo de la vida. Cuando se disuelva la distinción entre teoría y práctica, la matemática adquiere todo su poder transformador.

Por la palabra o por la definición el objeto pierde la inocencia que provoca la emoción original que resulta reprimida. Sin embargo, el saber humano tiene una función creativa respecto del objeto y respecto del hombre.

La historia de la humanidad… es la historia de “la enfermedad llamada hombre”

¿Qué diferencia existe entre sublimar y reprimir?

Nuestra clase media se siente plenamente identificada con los valores del mercado. Nuestra clase media es una clase de clientes, de eternos consumidores: traga bebidas, comida, cigarrillos, cursos, carreras, seminarios, televisores, celulares… se lo consume todo, todo lo consume, como diría E. Fromm “el mundo no es más que un enorme objeto para su apetito, una gran mamadera, una gran manzana, un pecho opulento”. Es verdad que nuestra clase media se ha convertido gracias a la persuasión totalitaria de la dictadura en una lactante expectante y eternamente frustrada. Esta ha sido la consolidación capitalista de nuestra clase media.

Pensamiento tautológico: soy un filósofo. No me siento poseedor de verdad alguna. Soy lo contrario de un sabio sin embargo, amo la verdad y busco la sabiduría. Lastima que amo lo que no conozco, busco lo que no se encuentra. Intuyo que la filosofía es amor y sabiduría en la imposibilidad de su realización.

La ingeniería se puede entender como un modo de saber distinto de la ciencia y de la técnica.

Aristóteles es el verdadero padre de toda epistemología naturalizada.

Los seres humanos tenemos dos necesidades: vivir y morir. Aquí radica la paradoja: necesitamos vivir tanto como necesitamos morir. Sin embargo, hay quienes son llamados por la vida así como quienes tienen vocación de muerte. La destructividad se eleva hacia el rango de “instinto primario”: “el hombre no puede dejar de querer destruir, pues la tendencia destructiva se encuentra arraigada en su constitución biológica: concluye Fromm en su obra “la crisis del psicoanálisis” (1970).

La libertad del hombre moderno es la paradoja de la libertad del hombre moderno: a mayor libertad mayor pasividad menos vida.

Las discusiones sobre la libertad son infinitas. Definiciones contra definiciones, intuiciones contra intuiciones, aciertos y desaciertos. En fin no hay claridad sobre el tema.

Existen al menos tres caminos para responder la pregunta por la libertad: a) Descartes; b) Leibniz; c) Husserl. Existe solo un caminar tales senderos: la matemática todo camino, todo caminante que sea otro no es camino a libertad, no es el caminar al no ser son.

Descartes como camino. La matemática como caminar el matemático como caminante, en medio de la guerra en una hostería de Holanda. Una visión de mundo renacentista, un hombre universal: matemática, libertad y universo. Hay temas fragmentados, especializados. Otrora el camino, el caminar y el caminante.

Nuestros sentidos dicen nada acerca de la libertad. Ni el ojo ni el olfato, ni el tacto ni el sabor, menos el oído. La libertad no es un asunto de nuestros sentidos o sí? Si nos digieran algo sobre ella, entonces, lo dicho podría estar bañado del error propio de nuestras percepciones.

Revisemos la primera afirmación si los sentidos dicen nada de la libertad es porque estos nos permiten una percepción fantasmal del mundo y, si la libertad estuviera en el fantásmata, de ella nada cierto podríamos decir ¿cómo podríamos saber que la libertad no es un sueño? si ni la mano con la que escribo ni el cuerpo que acompaña a esta mano que escribe son lo que parecen ser entonces ¿cómo decir algo de la libertad? El ya viejo ejemplo de la mesa de Eddington nos sirve para llevarnos a pensar que la libertad no está en lo cotidiano sino, en lo que está más allá es la mesa del físico. Su lenguaje, la matemática, entonces, si la libertad está más allá de lo existente a los sentidos se le conoce en el lenguaje de las matemáticas.

Decía Descartes “supondré entonces que un genio maligno tan poderoso como engañoso ha empleado todas sus energías para engañarme y consideraré que el cielo entero, la tierra, los colores, las figuras, el sonido y todas las otras cosas externas son meras ilusiones y sueños de las cuales se ha apropiado este genio para tenderle trampas a mi credulidad me considerare sin manos, ni ojos, ni carne, ni sangre, ni ningún sentido, y, sin embargo, creyendo falsamente que poseo todas esas cosas…”

El problema de la libertad es entonces, un problema de autoconciencia: el cogito ergo suum consiente de si mismo. El problema de la autoconciencia.

La libertad es autoconciencia.

La libertad es auto evidencia y claridad de la conciencia

La libertad es la evidencia y la claridad de la conciencia.

La libertad se da en el seno de la evidencia y la claridad de la conciencia en donde recién los atributos de la verdad y las matemáticas.

En la autoconciencia se distinguen los atributos de la verdad y la matemática y la autoconciencia es libertad.

En la libertad se hace clara la verdad y la matemática.

No hay verdad sin matemática no hay matemática sin verdad.

Esta verdad solo se da en la conciencia evidente y clara de mi conciencia.

La matemática no es cálculo y el método matemático es epistemológico, es el episteme. El episteme del nous es la sophia.

Matemática autoconciencia y sabiduría habitan en la intemperie antológica del ser.

Filosofía es búsqueda del hábitat del ser. Toda filosofía tiene como método el método de la matemática.

La matemática se da en la abolición del mundo cotidiano. Descartes no escribe como un maestro, escribe como un explorador, un descubridor que desea comunicar lo que ha encontrado. Russell habría afirmado que descartes posee un estilo fácil, nada pedante, que se dirige a todos los hombres inteligentes del mundo y no ha alumnos…

La geometría griega es el primer espasmo de conciencia.

El álgebra árabe es otro espasmo de conciencia.

La geometría analítica es el primer espasmo de conciencia universal.

Geometría asiática

Álgebra africana

Geometría analítica occidental.

La geometría como espasmo de conciencia || cuando estudiante de secundaria y luego, como estudiante de mi pregrado en historia solía imaginarme a los griegos de la antigüedad como señores altos, de barba, vestidos con impecables túnicas blancas, caminando por las calles de Atenas.

La vida no tiene sentido. Es sentido.
Etiquetas:

El origen de la fuerza vinculante del contrato (por Mateo Dieste)

EL ORIGEN DE LA FUERZA VINCULANTE DEL CONTRATO

Sumario
I. Introducción. El art. 1291 del Código Civil uruguayo. II. La autonomía de la voluntad.
III. ¿Por qué nos obligan los contratos? IV. ¿Hacia un cambio de paradigma?

I
Introducción.
El art. 1291 del Código Civil uruguayo.

Al hablar de «fuerza vinculante» o «fuerza obligatoria» en el derecho, lo primero que asociamos es la relación obligacional que surge entre dos personas que celebran un contrato, ubicando de ese modo al contrato dentro de las fuentes de obligaciones (1). Ello viene, como no podría ser de otra manera, de una norma jurídica que permite pensarlo así: «Los contratos legalmente celebrados forman una regla a la cual deben someterse las partes como a la ley misma» (art. 1291 Código Civil uruguayo (2)). Aristóteles lo explica con total transparencia: «...el contrato es una ley privada y parcial, y los contratos no sancionan ciertamente la ley, sino que son las leyes las que ratifican los contratos que están de acuerdo con ella. Y en absoluto la misma ley es un contrato, de tal manera que cualquiera que no lo cumple o lo viola, infringe las leyes» (3). Pero el concepto generalmente subrayado por nuestra doctrina civil no es éste, sino el de la potencialidad del contrato para obligar a las partes ―aun en su esfera privada― con la misma sujeción que la ley. No hay una intención, empero, del legislador en equiparar al contrato con las leyes, lo que se busca es dejar presente ―con una metáfora de sencilla significación de la ley― el grado de intensidad que tienen los contratos para comprometer a las partes. El art. 1291, generalmente sintetizado en las locuciones latinas pacta sunt servanda (lo pactado obliga) o contractus lex (el contrato es ley entre las partes), no es fácil de descifrar pues su contenido no corresponde a una función concreta y determinada que pudo haber dispuesto el legislador. Por tal razón, Gamarra dice: «La fórmula del art. 1291 no tiene, pues, una función propia. Es una declaración de principios, que parece más bien tener por cometido “impresionar” al deudor, señalándole la necesidad de cumplir, pero que ya estaba consagrada antes por otros preceptos del propio Código Civil, que definen la obligación y el contrato (arts. 1245, 1246 y 1247) e incluyen la coacción en los elementos esenciales de la obligación». Y en otro pasaje agrega: «Yo me pregunto si la norma del art. 1291 no resulta superflua o innecesaria (…), me parece que la supresión de este inciso 1º del art. 1291 no tendría consecuencias de ninguna clase para el sistema del Código Civil» (4). Con una perspectiva sistemático-legislativa que tan sólo evalúa la pertinencia de la norma en la estructura lógica del texto legal, Gamarra se limita a destacar los principios de irrevocabilidad del contrato por voluntad unilateral, de asimilación del contrato —en sus efectos— a la ley, y el de eficacia jurídica. Menciona también que «la fuerza vinculante del contrato entre las partes es un corolario del principio de la autonomía de la voluntad, y de esta manera se explica, asimismo, su ineficacia respecto de terceros» (5). De modo que la idea extraíble es que los contratos sólo tienen efectos jurídicos entre las partes que lo forman. Pero una visión estrecha conlleva un análisis estrecho. Gamarra nombra el principio de autonomía de la voluntad y lo desatiende, siendo el concepto de mayor relevancia que surge del art. 1291; más: es la médula de todo el derecho civil. Y si no atendemos a ello: ¿cuánto más podremos aprender en el derecho civil?

II
La autonomía de la voluntad

Frente a una relación social con intereses contrapuestos, con partes interesadas en obtener algún beneficio concreto; primando —por lo menos en una sola de ellas— un fin utilitario (práctico, económico), conciente o inconsciente, sobre la estima o el cariño posibles, se busca una protección al patrimonio que no dependa de los propios contratantes sino de una fuerza mayor, implacable, llamada Estado. Si no dejamos claro cuál es el contexto de la contratación no podremos continuar nuestro estudio, o por lo menos llegaremos a conclusiones irreales. En el derecho romano (Código IV, tít. X, 5) se refieren a la contraparte como «adversario» (6): así son las personas cuando contratan y no hay razón de ocultarlo. Comencemos, siquiera, con la misma lucidez que muestran los romanos.
1. Contexto histórico. El siglo XVIII logró concretar, por fin, los proyectos humanistas del Renacimiento. Hubo un ambiente fértil para la asimilación de las filosofías de la Ilustración, que fueron materializadas de alguna manera con la Revolución francesa. Pero lo que aquí importa es la codificación posterior, no sólo del Código Civil francés sino de todos aquellos que se procesaron durante el siglo XIX (incluido el nuestro), dado que absorbieron el principio de la autonomía de la voluntad (también llamada autonomía privada) como rector de la contratación. El pensamiento económico desde La riqueza de las naciones de Adam Smith en 1776, fue dominado por la doctrina del «laissez-faire», que «...suponía que el individuo normaba la vida económica y que podía disponer de todos los recursos, mientras que las acciones de grupo, las instituciones y los conjuntos eran considerados esencialmente como fuerzas no económicas, como perturbaciones del circuito de valores» (7). En efecto, era justificado el hecho de que cada uno tuviera la potestad de regular sus propios intereses; todos los individuos eran concebidos con la capacidad de gobernar sus propias vidas prescindiendo de cualquier autoridad que no emanara de ellos mismos (8). Sin embargo, lo que se ignoraba era que la intelligentsia más sobresaliente de la época tenía por objeto derribar la autoridad moral de la Iglesia Católica, fomentando el librepensamiento, la educación y la emancipación de la intimidad personal, algo muy distinto de lo que podría resultar de su aplicación social (especialmente en el régimen de la contratación).
2. Breve exposición crítica. Kant fue el hombre que más desarrolló el concepto de autonomía de la voluntad y por quien llegó a ser acuñado en el derecho. Sin embargo su definición no parece mantener demasiada relación para el ámbito de la contratación asumido por el derecho civil: «La autonomía de la voluntad —dice Kant— es el único principio de todas las leyes morales y de los correspondientes deberes. En cambio, toda heteronomía de la elección no sólo no fundamenta ninguna obligación, sino que se opone al principio del deber y a la moralidad de la voluntad» (9). El término «autonomía», etimológicamente, tiene su origen en 1702 y se deriva del griego autónomos, compuesto por nómos ‘ley’ y autós ‘propio, mismo’ (10): ciertamente la palabra tiene un contenido semántico referente a la ley, pero no hay razón suficiente para su conversión total al derecho. Lo que subraya el filósofo alemán es la autonomía como base de la moral, no de las leyes; es «el principio supremo de la moralidad» (11). En el mismo sentido, Pizarro Wilson ha demostrado que la fuerza vinculante del contrato basado en el principio de autonomía de la voluntad fue una equivocada interpretación de la filosofía kantiana: «En términos generales, puede señalarse que los redactores del Code, lejos de inspirarse en el supuesto dogma de la autonomía de la voluntad, hacen referencia a la moral y a la equidad para justificar la fuerza obligatoria del contrato (...). Para Kant, la autonomía de la voluntad tiene una significación ética (...). La coincidencia entre el deber y el móvil constituye una ley ética. La legalidad, en cambio, puede justificar el deber en un móvil distinto al arbitrio o voluntad del sujeto, tiene que ser “una legislación que coaccione”». Y finalmente concluye: «...para Kant la fuerza obligatoria del contrato se encuentra en el Ius (doctrina del derecho) y no en la pretendida autonomía de la voluntad. Ésta (...) constituye para Kant un principio de las leyes morales, mas no de la legislación o de los contratos» (12).
3. Supervivencia histórica. Sin duda el principio de libertad que habita en la autonomía de la voluntad (art. 1260 CC) es el que ha sobrevivido hasta nuestros días, y el que siempre ha obtenido un mejor asidero, pero claramente ha empezado a desvanecerse la idea sacra o mística que giraba en torno a él (13). Se advirtió que la contratación no podía ser un fenómeno realizado al mero capricho de las partes —como enseñan Planiol y Ripert— debido a que «...la iniciativa y el egoísmo de los individuos comprometen de modo grave, en el orden moral, político o económico, los intereses esenciales de la colectividad cuando éstos se abandonan a la arbitrariedad contractual (...). Los contratos se celebran siempre a impulso de necesidades frecuentemente imperiosas, o bien necesidades legales más o menos aparentes». Esto es: las contrataciones también son hechas por el común de la gente; no existe la fantasía de grandes colectividades dotadas de inteligencia, las gentes no tienen condiciones materiales (económico-sociales) suficientes como para poder acceder a ello (14). Luego prosiguen los autores: «La igualdad teórica de los contratantes al discutir los términos de los convenios es ilusoria en los individuos que, psicológica o económicamente, se encuentran en estado de inferioridad o aun de dependencia frente a la contraparte» (15). En suma: ni los contratantes son absolutamente libres para fijar el contenido de sus negocios, ni tampoco poseen igual poder negocial. Se derrumba la concepción, por lo menos en sus postulados esenciales, del liberalismo económico que suponía a la contratación deliberada de las partes eficiente y contribuyente al orden y equilibrio de la sociedad.

III
¿Por qué nos obligan los contratos?

Ante la pregunta que encabeza este apartado, debemos comenzar con la distinción entre obligarse naturalmente y obligarse jurídicamente. En el primer caso, clasificado doctrinariamente como «acto jurídico», mi intención es lograr un efecto práctico independiente del mecanismo legal que utilizo; busco la obtención de mi propósito con una volición indiferente al aparato coercitivo del Estado (efectos jurídicos). Pero en el segundo, conocido como «negocio jurídico» (16), mi volición tiende a coincidir con las consecuencias generadas, es decir, pretende recurrir a la fuerza coactiva del Estado. En ambos casos se obtienen consecuencias jurídicas (ingreso o egreso de normas privadas al sistema jurídico (17)), pero sólo en el segundo la voluntad concuerda —tendencial o cabalmente— con los efectos dispuestos por la ley. Hemos hecho esta precisión para mostrar la diferencia gradual entre obligarse de uno u otro modo, porque, según creemos, la pretensión de acudir al poder jurídico-institucional (Estado) es mayor en el negocio que en el acto jurídico, y por tanto la contestación posible a nuestra pregunta podrá mantener diversos niveles de significación.
Ahora bien: ¿me obligo porque quiero? Si dos personas están por celebrar un contrato, ¿podemos afirmar que quieren, realmente, vincularse asumiendo las reglas del régimen jurídico? La respuesta del derecho civil tradicional sería que al regir el principio de la autonomía de la voluntad las personas tienen libertad de decidir si contratan o no, de elegir con quién contratan y de configurar el contenido del contrato (las prestaciones) (18). Tres razones pueden esgrimirse contra ello. La primera: hay que observar el grado de aplicación que tiene este principio, es decir, si los contratos son frecuentemente formados con y por la autonomía de la voluntad (podríamos decir, si se quiere, con toda la pureza de ésta). Según la extensión de casos posibles (de contratación) en que ésta intervenga, podremos cuantificar su medida empírica y así evaluar si se trata o no de un principio teórico ajeno a la realidad (falso). En otros términos: ¿existe la libertad contractual? Cuando la gente contrata, ¿«ejerce» su autonomía privada? Ésta nos permite establecer libremente las cláusulas del contrato, pero tenemos un ordenamiento jurídico que prevé nuestra contratación y nos ofrece un modelo de contrato prefabricado —que, como se sabe, responde a un cúmulo de intereses determinados dirigidos a ciertas maneras uniformes de contratación (contratos nominados)— que nos facilita nuestro objetivo. Tales modelos no podrían haber sido incluidos en el Código Civil si el legislador no hubiera visto la trascendencia social de ello, esto es, si no se hubiera dado cuenta de que la mayor parte de la población busca eso al contratar. De modo que la libertad contractual, como afirma Messineo, «...concierne, no a la causa del contrato nominado (que es siempre una causa típica, fijada y reconocida por la ley), sino a la medida y a las modalidades de las prestaciones singulares, a la agregación o no de determinadas cláusulas, al tiempo de ejecución y otras análogas; esto es, (...) a la determinación de las cláusulas contractuales. Desde este punto de vista la libertad contractual encuentra su materia de aplicación en los contratos singulares» (19). Por lo pronto, si suponemos que el porcentaje de realización de este tipo de contratos (innominados) es pequeño, entonces no representa a la mayoría de la sociedad y no logra adquirir validez científica: el derecho está forzado, epistemológicamente, a depender de la realidad ya que parte de su verdad son las leyes activas en el mundo (20). Para Carnelli y Sarlo: «En términos de una teoría jurídica, (...) si de una nueva teoría no se derivan consecuencias prácticas novedosas, el cambio teórico resulta innecesario o irrelevante. De ahí que sea fundamental (...) esforzarse por encontrar hipótesis de aplicación práctica (...) que desafíen la concepción dominante, porque allí se pueden evaluar efectivamente las posibilidades de la nueva teoría» (21).
La segunda razón se apoya en las nuevas instancias de contratación. El «paradigma del contrato por negociación» —como le llama Díez-Picazo— o se está extinguiendo o bien empezando a diluirse para dar lugar al contrato de adhesión (22). Hoy en día «... un elevado porcentaje de los contratos realizados en nuestras sociedades implican relaciones directas con empresas cada vez más poderosas, frente a las cuales el contrato libremente acordado se torna un mito y las posibilidades de abuso aumentan» (23). Cuando la realidad golpea al derecho, a tal punto que este necesite cambiar su sistema, evidentemente se asiste a una crisis única, tanto sobre su estructura interna como desde su significación histórica (volveremos sobre esto más adelante).
La tercera y última razón quizás sea el ataque más duro al principio tradicional de autonomía de la voluntad. Se trata de la hegemonía quimérica que ha sujetado a las mentes de los civilistas mediante cierto magnetismo de nociones rimbombantes (libertad, igualdad, dignidad, etc.) permitiéndoles justificar relaciones contractuales incompatibles con la aplicación de la autonomía privada. Una de las seducciones más frecuentes que podríamos mencionar son los fundamentos éticos de la fuerza vinculante del contrato, donde se sostiene que el valor de la palabra y la buena fe de los contratantes (Recasens, Pound), el reconocimiento de la otra persona al celebrar un contrato con ella (Larenz) , operan como parámetros explicativos de la misma fuerza. Pero la propia inconsistencia de tales fundamentos hace que sean débiles y se resbalen hacia cualquier otro tipo de referente ético. El problema de estos criterios es que al ser manipulados argumentativamente, en última instancia, no son posibles de una disolución racional, y en efecto, llevan a creer que pueden ser «correctos en sí mismos» (25). Son actitudes inconscientes del relativismo epistemológico de su discurso; no hay nada más dependiente de la etapa de una cultura que los valores que posee. Como dice Russell: «Si deseamos lograr algún fin, el conocimiento puede mostrarnos los medios, y este conocimiento puede pasar por ético. Pero no creo que se pueda decidir si una conducta es buena o mala como no sea por referencia a sus probables consecuencias. (...) Todas las reglas morales tienen que ser examinadas en base a si alcanzan los fines deseados» (26).
Al momento de razonar desde la autonomía de la voluntad, Groisman —siguiendo a Habermas— recoge el siguiente argumento: «La arquitectura del sistema lo mantiene [al contrato] como acuerdo vinculante, en base a la denominada “falacia del referente”, donde se la define como “técnica que consiste en colocar una premisa formal, ficticia pero que aparece como indiscutida por su fuerza simbólica (iguales y libres) y luego deriva conclusiones que también parecen lógicas e irrefutables por su simbología (autonomía de la voluntad)» (27).
De nuevo: ¿me obligo porque quiero? ¿Obtengo la posibilidad de recurrir a la fuerza coactiva del Estado porque quiero? No; la fuerza vinculante (28) de mi relación contractual proviene del Estado, esto es, el poder que asegura el cumplimiento de las obligaciones no es mío, sino de un ente superior que parece estar a mi servicio. Asimismo, si elijo resolver mis transacciones a través del sistema jurídico, también paso a estar sometido por lo demás en alguna medida. Decía Foucault: «Para pensar el poder recurrimos a formas que se basan ya en un modelo jurídico (¿quién legitima el poder?) ya en un modelo institucional (¿qué es el Estado?)» (29). La fuerza vinculante del contrato es el poder del Estado en las relaciones normativas privadas.
Para concluír esta sección, diremos que los contratos nos obligan porque buscamos la eficacia jurídica, pero ésta en última instancia no depende de nosotros sino de la fuerza coactiva del Estado. La violencia resulta, pues, ser el instrumento generador de eficacia en las relaciones patrimoniales asumido por nuestra civilización (30).
Irresistiblemente, estalla la pregunta sobre el origen de tal violencia (la cual acarrea, naturalmente, un tema digno de profundas investigaciones que aquí tan sólo nos limitaremos a esbozar). Quien puede aproximarse a su elucidación, es Nietzsche: «Durante el más largo tiempo de la historia humana se impusieron penas no porque al malhechor se lo hiciese responsable de su acción, es decir, no bajo el presupuesto de que sólo al culpable se le deban imponer penas; sino, más bien, a la manera como todavía ahora los padres castigan a sus hijos, por cólera de un perjuicio sufrido (...). Pero esa cólera es mantenida dentro de unos límites y modificada por la idea de que todo perjuicio tiene en alguna parte su equivalente y puede ser realmente compensado, aunque sea con un dolor del causante del perjuicio. ¿De dónde ha sacado su fuerza esta idea antiquísima, profundamente arraigada y tal vez ya imposible de extirpar, la idea de una equivalencia entre perjuicio y dolor? Yo ya lo he adivinado: de la relación contractual entre acreedor y deudor, que es tan antigua como la existencia de “sujetos de derechos” y que, por su parte, remite a formas básicas de compra, de venta, de cambio, comercio y tráfico. (...) Entre acreedores y deudores; fue aquí donde por vez primera, se enfrentó la persona a la persona, fue aquí donde por vez primera las personas se midieron entre sí» (31). Si esta violencia es quizás «ya imposible de extirpar», entonces ya es parte de la autenticidad del ser humano. Una vez inmersos en esta dimensión especulativa resulta muy difícil perseverar en la fatigosa tarea de intentar dilatar esa violencia institucionalizada, pero hay quien tiene siempre esa ceguera necesaria para el progreso de la humanidad…

IV
¿Hacia un cambio de paradigma? (32)

Luego de la sanción del Código Civil varias leyes debieron ser promulgadas a los efectos de considerar problemas ausentes o incompletos en el sistema del mismo. Así, Berdaguer ha destacado: las normas del derecho del trabajo, las leyes de usura, la ley 8.733 de 17 de junio de 1931 sobre promesas de enajenación de inmuebles a plazo, la 15.799 de 10 de enero de 1986 de arrendamientos urbanos, la ley 17.250 de 17 de agosto de 2000 de relaciones de consumo y hasta un proyecto de reforma del Código Civil presentado por el mismo autor en 2006 (33). Hoy podemos agregar todavía la ley 18.159 de 30 de julio de 2007 sobre defensa de la competencia (34) y la 18.212 de 19 de diciembre del mismo año sobre usura (35). Estas últimas, sobre todo, constituyen el cambio más significativo en la legislación de los últimos tiempos, puesto que demuestran un giro que pone especial atención en la parte más débil de la relación contractual. En consecuencia, tales sucesos merecen aquí algunas reflexiones.
1. ¿Qué es un paradigma? Para Kuhn un paradigma es el lugar desde el cual la ciencia desarrolla y acumula sus conocimientos: es la Weltanschauung (36) que determina los modelos interpretativos (científicos) de la ciencia (37). «Lo que no se halla dentro del correspondiente paradigma es rechazado por ser “metafísico”, por no ser, propiamente hablando, científico. La aparición de anomalías dentro del paradigma no obliga, en los primeros momentos, a descartar éste: los conceptos y las teorías se reajustan, pero el paradigma se mantiene. Cuando las anomalías, sin embargo, son excesivas, se empieza a poner en duda la propia validez del paradigma adoptado —inconscientemente adoptado» (38). Reteniendo esta definición, pasamos a su cariz contractual.
2. «Anomalías» en el contrato. Importancia de la ley de relaciones de consumo. Evidentemente, el concepto de contrato ya no es el mismo. Como hemos apuntado (III § p.7), los contratos de adhesión aumentaron e impusieron al derecho, por su falta de regulación, la necesidad de nuevas actualizaciones. Particularmente, la ley 17.250 ha levantado algunas discusiones en la doctrina nacional: «... la ley de relaciones de consumo consagra un sistema especial, inaugurando la categoría contrato de consumo con características tan disímiles a las del contrato regulado por el Código Civil, que puede sostenerse la coexistencia de dos sistemas en materia de relaciones jurídicas patrimoniales» (39). Son dos sistemas que operan «con principios y valores incompatibles» (40). Si hay anomalías en las leyes, no puede negarse que asistimos a una situación extraordinaria del derecho. La ley tiene, para el derecho, el potencial de crear nuevos espacios argumentales, esto es, nuevas maneras de estructurar la validez del razonamiento jurídico —puesto que si el jurista quiere pensar en la realidad no puede omitir la fuerza semántica de la ley, que es, por su existir puramente en-el-mundo (41), su único referente de verdad. Ahora es posible pensar de otra manera frente a una cláusula abusiva de un contrato de adhesión; ésa es la trascendencia que tiene la ley de relaciones de consumo. Independientemente del objeto que regula esta ley, un efecto se expande en todo el mundo jurídico: es la apertura a nuevas formas de comprender las relaciones jurídicas (sociales). Desde nuestro punto de vista, podemos calificar la vigencia del derecho —sea éste una ciencia o disciplina social— según el caudal social regulado que contenga dentro de sí, esto es, hasta qué punto ha sido penetrado por las demandas sociales que devienen de los cambios coyunturales. Escribía Ortega y Gasset: «El hombre no ha logrado todavía elaborar una norma de justicia que no esté circunscrita en la cláusula rebus sic stantibus. Pero es el caso que las cosas humanas no son res stantes, sino puro movimiento, mutación perpetua. El derecho tradicional es sólo reglamento para una realidad paralítica. Y como la realidad histórica cambia periódicamente de modo radical, choca sin remedio con la estabilidad del derecho, que se convierte en una camisa de fuerza» (42). Para nuestro alivio, la nueva legislación parece mostrarse bastante lúcida al respecto.
No obstante, alguien podría decir que una primicia legislativa es un factor demasiado pequeño para un despliegue importante de consecuencias (teóricas, jurisprudenciales): pero no importa su «tamaño», sino la conciencia que pueda fomentarse en torno a él. El desarrollo de la conciencia es útil porque nos permite tomar mejores decisiones ante el surgimiento de nuevos problemas. Si el problema es que la contratación se halla en circunstancias complejas arrastradas por el estado general de la sociedad, la conciencia ayudará a plantear salidas, y seremos capaces de ver que «... el instrumento Código Civil carece del potencial solidarista que los nuevos tiempos impusieron, incorporando al sistema general: la lesión, imprevisión, tratamiento del contrato por adhesión y con cláusulas generales» (43). Tratemos, pues, de impulsar la socialización del derecho para hacerlo menos torpe y más útil.

Notas.

1. Precisamente, visto el contrato como fuente normativa, Caffera ha interpretado al art. 1291 del siguiente modo: «El art. 1291 del Código Civil uruguayo (...) es, evidentemente, una norma de competencia de ingreso (de creación) pues establece que dado un contrato se genera una norma jurídica. La posición de los sujetos frente a la “regla” o norma (primaria) que ingresa al sistema como consecuencia de la existencia del contrato y en virtud de la pre-existencia de la norma de competencia que es el art. 1291, es la situación de obligación» (Caffera, Gerardo: Una teoría del contrato, Montevideo, F.C.U., 2008, p. 33).

2. En adelante CC.

3. Aristóteles: El arte de la retórica, trad. española, Bs. As., Ed. Universitaria de Bs. As., 1966, p. 135.

4. Gamarra, Jorge: Tratado de derecho civil uruguayo, Montevideo, F.C.U., 1976, t. XIV, pp. 205 y 204.

5. Ibídem.

6. García del Corral cit. en Gamarra: op. cit. p. 203.

7. Zweig, Ferdinand: El pensamiento económico y su perspectiva histórica, trad. española, México D.F., F.C.E., 1961, p. 146.

8. Cfr. Caffera, Gerardo: Sujeto, responsabilidad y contrato. Los sistemas clásicos y las bases de un modelo neosubjetivo, en ADCU., Montevideo, F.C.U., 2005, t. XXXV, p. 609, para quien se ve allí al «sujeto clásico» del derecho civil, bajo un «modelo subjetivo individualista del contrato»: «El centro de toda la estructura es el sujeto y su voluntad. Si el sujeto piensa y quiere bien, es tutelado (contrato), si quiere mal, es sancionado (responsabilidad)».

9. Kant, Inmanuel: Crítica de la razón práctica cit. en Ferrater Mora, José: Diccionario de filosofía, Madrid, Alianza, 1980, t. I, p. 255 (énfasis agregado).

10. Cfr. Corominas, Joan: Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gredos, 1973, p. 73.

11. Kant: Fundamentación de la metafísica de las costumbres cit. en ibídem.

12. Pizarro Wilson, Carlos: Notas críticas sobre el fundamento de la fuerza obligatoria del contrato. Fuentes e interpretación del artículo 1.545 del Código Civil chileno, en Revista Chilena de Derecho, vol. 31, nº 2, Santiago, Universidad Católica de Chile, 2004, pp. 228-9 y 231.

13. No obstante, aún persiste su carácter dogmático como tendencia doctrinaria.

14. En países subdesarrollados como el nuestro, la mayoría de la población tiene aún menos posibilidad de acceder a un plano de contratación.

15. Planiol, Marcel y Ripert, Georges: Tratado práctico de derecho civil francés, trad. española, Habana, Cultural S. A., 1936, t. VI, pp. 28-9.

16. Cfr. Cafaro, Eugenio y Carnelli, Santiago: Eficacia contractual, Montevideo, F.C.U., 1996, pp. 10-1; Caffera: op.cit., pp. 41 y 46.

17. Cfr.: Caffera: op. cit. p. 31 (toda la obra en general maneja estas dos variables).

18. Dice Blengio: «La autonomía de la voluntad, entendida como un corolario del derecho a la libertad», es el poder que tiene cualquier individuo en regular jurídicamente sus relaciones» (Blengio, Juan: La autonomía de la voluntad y sus límites. Su coordinación con el principio de igualdad. Primeras reflexiones sobre un tema a discutir, en ADCU, Montevideo, F.C.U., 1997, t. XXVII, p. 395).

19. Messineo, Francesco: Doctrina general del contrato, trad. española, Buenos Aires, E.J.E.A., 1952, t. I, pp. 16-7.

20. Esta afirmación debería ser revisada en el sistema Common law (Inglaterra, EE.UU., Australia, India, etc.) donde se tiene a la jurisprudencia como fuente formal de derecho.

21. Carnelli, Santiago y Sarlo, Oscar: El principio de igualdad y la contratación del código civil, en ADCU, Montevideo, F.C.U., 2001, t. XXXI, p. 600.

22. Cfr. Díez-Picazo, Luis: Fundamentos del derecho civil patrimonial, Madrid, Civitas, 1996, t. I, p. 131.

23. Caffera, Gerardo: Autonomía privada: los cambios y las tensiones del presente, en López Fernández, Carlos, Caumont, Arturo y Caffera, Gerardo: Estudios de derecho civil en homenaje al profesor Jorge Gamarra, Montevideo, F.C.U., 2001, p. 98.

24. Cfr. Díez-Picazo: op. cit., pp. 124-6.

25. Así lo ha hecho, p. ej., Caffera (Cfr. Caffera, Gerardo: Una teoría del contrato, cit., p. 10).

26. Russell, Bertrand: Por qué no soy cristiano, trad. española, Barcelona, Edhasa, 2008, p. 92.

27. Groisman, Carlos: Crísis del sistema jurídico en Groisman, Carlos y Molla, Roque: Crísis del sistema jurídico. Algunas consideraciones acerca de la inviabilidad de la aplicación analógica de la ley de relaciones de consumo nº 17.250, en ADCU, Montevideo, F.C.U., 2005, t. XXXV, p. 721.

28. Que es justamente, como le llama Gamarra, la «juridicidad» del vínculo obligacional.

29. Foucault, Michel: ¿Por qué investigo el poder?, en Cuadernos de Marcha, Montevideo, año II, Nº 14, 1986, p.4.

30. En el derecho público, por ejemplo, la figura del Ombudsman es inútil porque no tiene poder coactivo. Por el contrario, en el derecho internacional, la legítima defensa reconocida como «inmanente» a los Estados (art. 51 Carta de N.U.) es tan eficaz que hoy justifica la muerte de miles de personas en Irak.

31. Nietzsche, Friedrich: La genealogía de la Moral, trad. española, Buenos Aires, Gradifico, 2006, pp. 68-9 y 77.

32. Asumimos aquí la perspectiva kuhneana sobre el desarrollo de la ciencia para hacer más didáctica la exposición, puesto que sería ocioso considerar el importante debate que ésta ha desatado. V. Popper, Karl: La ciencia normal y sus peligros en Lakatos, Imre y Musgrave, Alan (eds.): Crítica y el crecimiento del conocimiento, Barcelona, Grijalbo, 1975.

33. Cfr. Berdaguer, Jaime: Teoría de la imprevisión y lesión calificada. Fundamentación y comentarios del nuevo proyecto de ley presentado al Instituto de derecho civil, en ADCU, Montevideo, F.C.U., 2007, t. XXXVII, pp. 538-9 y 542.

34. Que expresamente «prohíbe el abuso de posición dominante (...) en el mercado relevante» (art. 2 inc. 2º).

35. La cual es, grosso modo, una ley de protección al más débil (Cfr. Gorfinkiel, Isaac José: La nueva ley de usura (Nº 18.212), en Tribuna del Abogado, Montevideo, Colegio de Abogados del Uruguay, 2008, Nº157, p. 11).

36. Palabra alemana compuesta, formada por Welt (mundo) y el verbo anschauen (mirar, contemplar) sustantivado con el sufijo –ung. Se traduce casi literalmente al español por «cosmovisión».

37. Cfr. Campagna, Ernesto: Desde la sociología del derecho al derecho en la sociología económica y la sociología política, Montevideo, F.C.U., 2006, p. 79.

38. Ferrater Mora, José: op. cit., t. III, p. 2487.

39. Molla, Roque: op. cit., p. 726.

40. Groisman: op. cit., p. 719.

41. Tomamos esta expresión del existencialismo para destacar el carácter exclusivamente empírico que tiene la ley —y por ello limitante— para cualquier actitud teorética en el derecho.

42. Ortega y Gasset, José: La rebelión de las masas, Madrid, Espasa-Calpe, 1981, p. 219.

43. Groisman: op.cit., p. 722.
Etiquetas:

viernes, 11 de septiembre de 2009

Calidad, Educación y Neoliberalismo (por Sergio Prince Cruzat)

Ensayo sobre sospecha, calidad y neoliberalismo
por Sergio Prince & Carolina Llach
http://www.oppidium.cl

Procuraremos también que no nos maten la alegría y que no nos invada el desánimo, porque por mucho que lo intenten, nunca podrán quitarnos ese espacio mágico en el que nos encontramos con nuestros/as alumnos/as y sus familias para convivir, para generar ilusiones, para compartir intereses y afectos, para educar sentimientos y razones y emociones. Nadie podrá nunca quitarnos, si nosotras no queremos, ese espacio de creación y recreación de la cultura que es la escuela, cuando ésta se convierte en un espacio de vida , cuando dejamos tiempo para la escucha , para la reflexión, para el conocimiento mutuo, cuando nos damos tiempo para la ternura , cuando somos capaces de sorprender y sorprendernos, cuando provocamos o nos provocan sonrisas, cuando generamos dudas y provocamos descubrimientos, cuando alumbramos certezas , cuando juntos defendemos la naturaleza y luchamos contra la explotación, el trabajo precario, la exclusión y la miseria . Cuando eso ocurre, nos sentimos en paz y con la fuerza suficiente para seguir viajando a la deriva, sin descanso, hacia un puerto mejor.

Mº Ángeles Llorente Cortés (2005)

Uno

¿Qué es sospechar? Es intuir que las cosas no son tal y como parecen. La sospecha lleva a ir más allá de las apariencias, a buscar el fondo escondido y soterrado de las cosas. Ricoeur (1992) estudió tres pensadores a simple vista muy distintos entre sí, Nietzche, Freud y Marx, pero cuyos análisis apuntaban a intuir que las cosas no son tal como parecen. Por esta razón, los llamó “maestros de la sospecha”. Mientras la sospecha de Marx y Engels fue de cariz socioeconómico: en el corazón del sistema capitalista late sufrimiento, enajenación y explotación; la sospecha de Freud fue de cariz psicológico: bajo los más nobles ideas y más buenos sentimientos se esconden móviles oscuros, irracionales e inconscientes. La sospecha de Nietzsche es global y radical: los valores de la cultura occidental ya no valen, son valores vacíos y no pesan realmente en la vida de las personas.

A partir de la idea de la sospecha destacada por Ricoeur, nuestra propuesta es revisar los supuestos en que Santos (1999) basa su estudio llamado “Las trampas de la calidad” referido a la educación.

Nuestro estudio se contextualiza en la línea investigativa sobre calidad, ideología y política desarrollada por algunos autores publicados durante los 90. Estos fueron Calcagno & Calcagno (1995); Freire, P. (1997); Law, W. (1984); Le Mouel (1992); Seco, J.J.F. (1993); Porillo, M. (1995); Santos, M.A. (1993) y Wilson, J.D (1992). El marco histórico en que se publican estos escritos es el de la euforia de la globalización, el fin de la guerra fría y el optimismo liberal de Fukuyama (1992) quien, siguiendo su interpretación de Hegel – lograda leyendo a Kojève -, declaró el fin de la historia. Afirmó que su motor, el thymos homérico (platónico dice el autor), es decir, su movimiento, su actividad su energía, se pasmó cuando fracasaron los socialismos reales. De allí en adelante, la única opción política y económica viable para Fukuyama fue la democracia liberal.

En este mismo ambiente, se incubó lo que se ha llamado el neoliberalismo. Este se diferencia del liberalismo clásico en, al menos, tres aspectos. A diferencia del liberalismo, el neoliberalismo busca privatizar las empresas que fueron creadas por el Estado para el beneficio social o colectivo. En segundo lugar, el neoliberalismo inventa los servicios o services (tercerización o outsoursing) bajo cuya figura se contratan trabajadores sin ninguna protección, ni seguridad social, quienes prestan servicios laborales no personales a otras empresas que les pagan de modo razonable. Finalmente, el neoliberalismo cree en la política del “chorreo” que vendría de la riqueza de los grandes empresarios.

Entre las características visibles del neoliberalismo, encontramos, en primer lugar, la defensa de un mercado altamente competitivo, la aceptación de la intervención del Estado solo en la economía, como árbitro o promovedor de la libre competencia; la oposición a la formación de monopolios y oligopolios; la oposición a la fijación de salarios por parte del Estado. En tercer lugar, el rechazo a la regulación de precios por parte del Estado. Finalmente, se opone a un gasto público burocrático, defiende el libre comercio, la libertad de contratación del trabajo y la libre movilidad de los factores de producción.

Entre las políticas macroeconómicas recomendadas por el neoliberalismo, y que afectan directamente el devenir de la educación en Chile, se incluyen a) las políticas monetarias restrictivas; b) las políticas fiscales restrictivas; c) la liberalización del comercio y las inversiones; d) las privatizaciones.

En este entorno económico, se desarrolla el concepto de calidad que luego se aplicará a la educación. La calidad es un concepto que ha ido variando con los años. Pérez (2004) entrega algunas definiciones de calidad que ha recolectado:

Satisfacer plenamente las necesidades del cliente.
Cumplir las expectativas del cliente y algunas más.
Despertar nuevas necesidades del cliente.
Lograr productos y servicios con cero defectos.
Hacer bien las cosas desde la primera vez.
Diseñar, producir y entregar un producto de satisfacción total.
Producir un artículo o un servicio de acuerdo a las normas establecidas.
Dar respuesta inmediata a las solicitudes de los clientes.
Sonreír a pesar de las adversidades.
10. Una categoría tendiente siempre a la excelencia.

11. Calidad no es un problema, es una solución.

Del mismo modo, Pérez (2004) nos presenta el concepto de Calidad según algunos destacados especialistas en el tema. Entre otros, Edwards Deming afirma que la calidad no es más que una serie de cuestionamientos hacia una mejora continua. Por su parte, el Dr. J. Juran estima que la calidad es “la adecuación para el uso satisfaciendo las necesidades del cliente”. Kaoru Ishikawa, a su vez, define la calidad como “desarrollar, diseñar, manufacturar y mantener un producto de calidad que sea el más económico, útil y siempre satisfactorio para el consumidor”. Finalmente, Rafael Picolo, Director General de Hewlett Packard, define “la calidad no como un concepto aislado, ni que se logra de un día para otro, sino que descansa en fuertes valores que se presentan en el medio ambiente, así como en otros que se adquieren con esfuerzos y disciplina”.

Con lo anterior, se puede concluir que la calidad se define como “un proceso de mejoramiento continuo, donde todas las áreas de la empresa participan activamente en el desarrollo de productos y servicios que satisfagan las necesidades del cliente, logrando con ello mayor productividad” (Pérez, 2004).

A partir de los conceptos presentados, podemos establecer nuestra sospecha sobre la relación entre la idea de calidad usada en educación como un constructo propio de un pensamiento neoliberal, el que responde, por tanto, más a la lógica de mercado que a la definición de la educación como un proceso liberador del ser humano. Incluso, se puede afirmar que la calidad es una herramienta para alcanzar los objetivos del modelo capitalista liberal.

DOS.
Hoy existe un número importante de educadores que estiman que el neoliberalismo está marcando presupuestos hegemónicos que condicionan muchas prácticas educativas. En general, el neoliberalismo ha logrado llegar a las instituciones educativas y ejerce sobre ellas influencias inevitables (Angulo, 1999; Pérez 1998, 1999; Santos, 1996a, 1999).

Haciendo caso de esta advertencia, Santos (1999) afirmó que los discursos sobre la calidad en educación y su control, las escuelas eficaces están llenos de trampas (Santos, 1998b). En su artículo, Santos afirma que se deben analizar las dimensiones que implican las propuestas sobre calidad de la educación, pues están matizadas por aspectos ideológicos y políticos. De hecho, vincula directamente el tema de la calidad con el pensamiento neoliberal.

Tal relación surge de su análisis de dimensiones intrínsecas y extrínsecas que develan una incoherencia entre los discursos educativos centrados en el desarrollo integral de la persona, que suponen una mirada respetuosa a la diversidad individual y grupal, una consideración del aspecto ético de a labor formadora y los parámetros de evaluación de la calidad de la educación. Esto últimos solo consideran condiciones materiales, tales como infraestructura, recursos materiales y resultados de mediciones con instrumentos de evaluación estandarizados que no reflejan el desarrollo de habilidades y procesos educativos que solo podrían apreciarse mediante el uso de metodologías cualitativas.

Santos (1999) señala que esta incoherencia entre el discurso de los educadores y el concepto de calidad como parámetro de medición dentro de un esquema neoliberal son los que aumentan las desigualdades entre los diferentes centros educativos y las personas que los conforman, por lo que benefician a algunos y perjudican a muchos.

Esta visión no es exclusiva de Santos (1999). Desde un punto de vista político altamente comprometido, Gumucio (2007) argumenta en la misma dirección. Su reflexión apunta a definir el concepto de calidad de la educación desde una perspectiva neoliberal para compararla con la correspondiente a una visión democrática y liberadora.

Afirma que parte del concepto de calidad total, el que implica asumir premisas tales como las definidas por el pedagogo Tadeo da Silva: reproduce la educación a la gestión eficaz de los recursos; presenta como culpables de la mala calidad de la educación a quienes son las víctimas de ella; limita la educación al mercado; no da cuenta del conflicto de clase y de poder; niega la memoria histórica educativa (Gumucio, 2007).

Esto se aprecia en el supuesto de que la calidad se puede traducir en resultados obtenidos según parámetros estándares, pese a que se apliquen a actores educativos diversos, sean estudiantes individuales o tipos de centros educativos. Además, implica que no hay un interés por los resultados metodológicos ni cualitativos, sino solo cuantitativos (Por ejemplo, el SIMCE).

Gumucio advierte que, dentro del pensamiento neoliberal, el Ministerio de Educación tenderá cada vez más a ser una especie de SERNAC, en el sentido de que solo podrá velar por el cumplimiento del contrato establecido por los centros educativos y los estudiantes considerados como clientes. También incluye una visión darwinista, en el sentido que se da a la necesidad de eliminar del sistema a quien no cumpla con las expectativas. De allí que desde la mirada neoliberal no se acepten decisiones que apuntan a la equidad, como la promoción automática hasta octavo básico.

Frente a esta visión neoliberal de la calidad educativa, Gumucio señala que hay otra forma de mirar la calidad. A partir de la propuesta educativa de Paulo Freire, el autor explica que es posible crear una educación que tienda a la equidad, termine las relaciones de dominio, sea para todos y cuente con la calidad necesaria. Frente a una educación para el mercado, se plantea posible una educación para el ciudadano.

A partir de su reflexión sobre la Universidad, Díez (2009) señala que hay una gran pugna debida a que las diferentes ideologías y concepciones de educación que coexisten, las que contraponen, por una parte, la universidad como competencia, entendida como un bien de mercado, o como un bien fundamental, concebida como un servicio público.

El autor afirma que esta mirada de mercado es propia del neoliberalismo, el que ha tratado la educación como el último nicho de negocio posible, luego de haberse apropiado de los otros aspectos de la vida pública y privada. Sin embargo, dadas las características inherentes a este nuevo “mercado”, los agentes del neoliberalismo han debido apoderarse de ellos gradualmente, a través de los discursos y acciones (Díez, 2007). Por tanto, la educación no es más que un nuevo mercado dentro del proceso privatizador a escala mundial, lo que constituye uno de los grandes objetivos neoliberales.

De lo anterior, Díez concluye que se debe luchar por una reforma educacional desde una óptica verdaderamente social y al servicio de la sociedad, no de las empresas.

Otro autor, Rodríguez (2009), afirma que una pedagogía crítica concibe la acción educativa de forma estratégica (Morin, 1994), desarrolla una conciencia reflexiva, un pensamiento que analice no sólo cómo hacemos las cosas, sino cómo pensamos que hacemos las cosas, nuestras propias “miradas” sobre la realidad. Esto implica considerar que nuestra práctica educativa no sólo se reduce a sus aspectos técnicos (lo que muchas veces aparece en las guías docentes que reciben las y los estudiantes al matricularse de la asignatura: qué pretendemos, cómo, dónde, cuándo y con qué medios realizaremos nuestras acciones) sino que debemos considerar también aquellos otros aspectos que forman parte de la práctica curricular universitaria: el ámbito teórico (aquellas decisiones que tienen que ver con el corpus de conocimiento que más cerca pueden estar de las tareas docentes; así como aquellas que se relacionan con las distintas formas de entender la comunicación didáctica y los procesos de enseñanza – aprendizaje) y el ámbito metateórico (en el que aparece una concepción más general acerca del mundo: una cosmovisión. Estas cosmovisiones o concepciones del mundo contienen nociones acerca de la naturaleza de la realidad, de los valores o de la ética, de la historia, de la teoría del conocimiento, así como el papel de la ideología o la educación). (Rodríguez, 2009)

Según Rodríguez (2009), una pedagogía crítica desde la concepción estratégica debe acercarse, por tanto, a las concepciones que sobre la enseñanza y el aprendizaje tienen las teorías sociohistóricas y socioculturales de la comunicación didáctica (Cascante, 1995; González Rey, 2000). Las teorías socioculturales conciben la conciencia, la subjetividad no como reflejo de acontecimientos externos (sean los imperativos de flexibilidad laboral, sean aquellos derivados de la crítica de la razón instrumental o de la cultura moderna – humanista, o cualquier otra cuestión que se nos ocurriera) ni como un espejo de las estructuras internas que preexisten en los individuos. Para las teorías socioculturales nuestra subjetividad se forma en un proceso dialéctico en el que los procesos de subjetivación sólo pueden ser entendidos como creados por estructuras sociales más amplias que los condicionan sin llegar a determinarlos.

Por su parte, Torres (2008) destacó que existe una profunda crisis en el entendimiento de cuál es el sujeto pedagógico a educar. Lo que podría denominarse como una crisis endémica de los sistemas se refleja en una dislocación real y simbólica entre los discursos de los maestros y los alumnos, que refleja asimismo una dislocación, también de magnitud, entre los discursos de las nuevas generaciones –como pertenecientes a la que se ha denominado “generación Nintendo”– y los adultos. No se trata solo de los problemas seculares aún no resueltos, y que estábamos acostumbrados a discutir acaloradamente pensando en el mejoramiento de la escolaridad, como repetición, la deserción, la calidad o la relevancia de la educación. Lo que se confronta ahora es una fuerte crisis de legitimidad de los sistemas educativos en términos de su efectividad, es decir, la efectividad de los agentes educativos per se, incluyendo a maestros, madres y padres de familia, instituciones educativas privadas y públicas.

Hay una ruptura del public bond, ese vínculo público entre generaciones. Lo que aparece frente a nuestros ojos, como educadores preocupados tanto por la cotidianeidad y la práctica de la educación en las aulas como por las directrices generales, orientaciones, naturaleza y financiación de la política educativa, es cómo se inserta la educación en la crisis orgánica de las sociedades latinoamericanas, más aún cuando la globalización agiganta los procesos, universaliza los símbolos, exacerba las emociones, complejiza las opciones y muestra nuevas dinámicas difíciles de comprender para el común de la población, y, ni qué decir para el conjunto de intelectuales y técnicos, así como los políticos, que con honorables excepciones, no entienden o simplemente se despreocupan por los resultados de estos procesos.

Los medios de comunicación crean nuevas combinaciones entre culturas populares tradicionales, una cultura popular transnacionalizada y las políticas culturales de las instituciones estatales, en ocasiones drásticamente confrontadas por instituciones de la sociedad civil, movimientos sociales y sindicatos. Esto quiere decir que así como hay una disputa por la identidad y un proceso agónico en el contexto de reconocimiento del ego entre los individuos (lo que crea todo tipo de tensiones y contradicciones), también hay una ruptura de las paredes de la escuela, que ya no pueden proteger a los niños de influencias pedagógicamente inapropiadas. Hay también una fuerte crisis en la lógica de la modernidad prevaleciente en las escuelas que crea otro tipo de conflictos, incluso a nivel analítico simbólico, en el tratamiento de los temas educativos en las aulas. Todo apunta a la complejidad de esta crisis, incluyendo las dificultades en la enseñanza de la lectoescritura a una cultura juvenil creada alrededor de la manipulación de símbolos visuales cibernéticos y mediáticos. Hay una profunda brecha en la transmisión de la cultura y el conocimiento oficial (Apple, 1993).

Los rituales de la escuela en desuso, discursos contrapuestos, problemas en la definición del capital cultural de la educación, desaparición de bordes ficticios, crisis en los conceptos de ciudadanía y democracia, creciente disparidad entre modelos educativos y requerimientos en los mercados de trabajo, en fin, una compleja gama de factores ha llevado a la educación latinoamericana, al fin del siglo, al borde del abismo. Y las políticas neoliberales, para decirlo de manera tragicómica, constituyen un paso adelante para los sistemas. (Torres, 2008)

TRES


Gumucio advierte que, dentro del pensamiento neoliberal, el Ministerio de Educación tenderá cada vez más a ser una especie de SERNAC, en el sentido de que solo podrá velar por el cumplimiento del contrato establecido por los centros educativos y los estudiantes considerados como clientes. También incluye una visión darwinista, en el sentido que se da a la necesidad de eliminar del sistema a quien no cumpla con las expectativas. De allí que desde la mirada neoliberal no se acepten decisiones que apuntan a la equidad, como la promoción automática hasta octavo básico. Frente a esta visión neoliberal de la calidad educativa, Gumucio señala que hay otra forma de mirar la calidad. A partir de la propuesta educativa de Paulo Freire, el autor explica que es posible crear una educación que tienda a la equidad, termine las relaciones de dominio, sea para todos y cuente con la calidad necesaria. Frente a una educación para el mercado, se plantea posible una educación para el ciudadano.

Este nuevo mercado no se asalta inmediatamente, sino que se ha generado un proceso sutil y progresivo que va adquiriendo pequeñas partes del pastel y del sentido común, convenciendo y avanzando, poco a poco, coordinando acciones y discursos (Díez Gutiérrez, 2007). La tesis central que se viene a concluir es que no sólo se está en un proceso privatizador a escala mundial abriendo la educación superior a los mercados y rompiendo la concepción de la educación como un derecho social que ha de ser protegido por el Estado, sino que se está adecuando la misma educación superior a los principios y prácticas del mercado. El neoliberalismo se ha convertido en el “telón de fondo” de los ajustes de la política educativa a nivel mundial, que no se limitan ya al recorte en la asignación de recursos o a su privatización, sino que afectan básicamente al núcleo central del ideario educativo y a las políticas pedagógicas. Los conflictos que se dirimen en la Universidad no son más que una parte de la crisis más general de la política y de la ciudadanía en el capitalismo global.

Esto implica considerar que nuestra práctica educativa no sólo se reduce a sus aspectos técnicos (lo que muchas veces aparece en las guías docentes que reciben las y los estudiantes al matricularse de la asignatura: qué pretendemos, cómo, dónde, cuándo y con qué medios realizaremos nuestras acciones) sino que debemos considerar también aquellos otros aspectos que forman parte de la práctica curricular universitaria: el ámbito teórico (aquellas decisiones que tienen que ver con el corpus de conocimiento que más cerca pueden estar de las tareas docentes; así como aquellas que se relacionan con las distintas formas de entender la comunicación didáctica y los procesos de enseñanza – aprendizaje) y el ámbito metateórico (en el que aparece una concepción más general acerca del mundo: una cosmovisión. Estas cosmovisiones o concepciones del mundo contienen nociones acerca de la naturaleza de la realidad, de los valores o de la ética, de la historia, de la teoría del conocimiento, así como el papel de la ideología o la educación). (Rodríguez, 2009)

Los rituales de la escuela en desuso, discursos contrapuestos, problemas en la definición del capital cultural de la educación, desaparición de bordes ficticios, crisis en los conceptos de ciudadanía y democracia, creciente disparidad entre modelos educativos y requerimientos en los mercados de trabajo, en fin, una compleja gama de factores ha llevado a la educación latinoamericana, al fin del siglo, al borde del abismo. Y las políticas neoliberales, para decirlo de manera tragicómica, constituyen un paso adelante para los sistemas. (Torres, 2008)


CUATRO

Gumucio (2007) afirma que en la mayor parte de los países han desaparecido, o tienden a desaparecer, las que se consideraban responsabilidades estatales para cumplir con el derecho de la sociedad a la educación, De las vicisitudes históricas de la imposición del neoliberalismo como ideología hegemónica es posible extraer algunas experiencias. 1) las fuerzas y movimientos sociales que aspiran al cambio y que se expresan en contra de la globalización neoliberal, existen y crecen a contracorriente del consenso político de la era neoliberal, pero, 2) desde el poder se trata a los portadores de las propuestas alternativas como excéntricos, o románticos incurables y fuera de lugar en la sociedad actual.

Pero asumir el cambio como opción, significa empezar dejar de aceptar a la sociedad capitalista y sus instituciones como inmutables y eternas. Es más, la historia demuestra que lo que parecía una locura en los años cincuenta, por ejemplo la creación de millones de desocupados, la reconcentración del ingreso, el desmantelamiento de los programas sociales, la privatización del petróleo, el agua y la electricidad, la educación, la salud y hasta las cárceles, sólo pudo ser posible, incluso con un bajísimo costo político para los gobiernos que las aplicaron, una vez que el neoliberalismo alcanzó su “victoria ideológica” sobre la sociedad y las otras opciones políticas, tanto capitalistas como anticapitalistas. Gumucio (2007)

Seguimos a Gumucio (2007) al concluir que debe tenerse la seguridad de que es posible un proyecto que reivindique la posibilidad de establecer un sistema economía y social, capaz de unir armónicamente la igualdad social con la democracia. Nos recuerda Gumucio (2007) que alguna vez, Max Weber escribió que “en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez”, y exhortaba al mismo tiempo a soportar con audacia y lucidez la destrucción de todas las esperanzas porque, de lo contrario, seríamos incapaces de realizar incluso lo que hoy es posible.

Las palabras de Gumucio (2007) sugieren una actitud fundamental, que no deberán abandonar quienes ya no se resignan ante un orden social injusto, y que pese al hostigamiento intelectual, la exclusión, la incomprensión, siguen creyendo que una sociedad diferente es posible.

Permítanos concluir con una cita de Llorente Cortés (2005) que nos llama a permanecer lúcidos y no olvidar la sospecha sobre la calidad. Llorente (2005) nos dice que si obviamos nuestras historias personales y las de nuestros/as alumnos/as estamos siguiendo las pautas del neoliberalismo invisible que nos dirige y controla y que decimos combatir. Combatir el neoliberalismo pasa por desenmascararlo, hacerlo consciente. Pasa por hacer visible y combatir el neoliberalismo latente en nuestras aulas, en nuestros centros. […]

La sospecha solo se disuelve cuando el contenido básico de una educación emancipadora pasa porque todas las personas sean conscientes de cuál es su realidad, aprendan a identificar sus emociones y sentimientos, a socializar desde el respeto a la diferencia, a adquirir competencias de pensamiento y acción que les permitan desenvolverse con capacidad crítica en el mundo. Llorente Cortés (2005)


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Fernández Rodríguez, Eduardo (2005 – 2009). Un Análisis Político de los Discurso Curriculares en la Universidad: Pedagogía crítica sin competencias… pero con principios de procedimiento. REIFOP, 8 (2). Enlace web: http://www.aufop.com/aufop/home/ [Consultada el 22.05.09]


Enrique Javier Díez Gutiérrez. (2009). El capitalismo académico y el plan Bolonia. Eikasia. Revista de Filosofía, año IV, 23 (marzo 2008). Enlace web:

http://www.revistadefilosofia.com/23-05.pdf

[Consultada el 22.05.09]


Torres, C.A. (2008). Después de la tormenta neoliberal: la política educativa Latinoamericana entre la crítica y la utopía. Revista iberoamericana de educación 48, pp. 207-229. Enlace web: http://www.rieoei.org/rie48a10.pdf [Consultada el 22.05.09]


Pérez, Memo (2004). Calidad total. Enlace Web:

http://www.gestiopolis.com/recursos2/documentos/fulldocs/ger/caltotalmemo.htm [Consultada el 22.05.09]