viernes, 11 de septiembre de 2009

Condiciones de la lucidez (por Fernando Gutiérrez Almeira)

Condiciones de la lucidez

Fernando Gutiérrez Almeira

Todos tenemos una idea vaga de las condiciones de la lucidez...

Una muy simple es que la sinergia del cerebro, con sus particularidades quimioeléctricas, se mantenga estable. ¿Que es lo que desestabiliza la sinergia del cerebro?. Todos sabemos que las situaciones sobreestimulantes (podria decirse situaciones límite pero al señalar al exceso de estimulo estamos indicando la relación causa-efecto de una manera más explicita), todos sabemos, digo, que esta situaciones donde las emociones estallan, donde el nerviosismo asalta de manera incontrolable el sistema nervioso...situaciones donde triunfa el miedo en forma de terror, o la euforia descontrolada, o la pasión feroz o la alegria que rompe en los ojos en forma de llanto o el insoportable sufrimiento espiritual que nos causa la pérdida irracional de un ser querido, etc...son situaciones que ponen a prueba esa sinergia, esa estabilidad quimioeléctrica...y pueden derrumbar no solo momentáneamente la lucidez.



Una condición para la lucidez claramente entrevista en las teorías sobre la sexualidad y la sensualidad es la satisfacción del deseo en sus formas más orgánicas...La ausencia de gozo es como una cárcel para el intelecto lúcido pues este gozo retorna la lucidez cada tanto a un contacto con la animalidad del cuerpo que la revitaliza y reencamina en su organicidad. La lucidez desencarnada, ausente del gozo físico más elemental, es una lucidez que no se soporta y busca válvulas de escape más o menos forzadas hacia la animalidad que necesita, hacia la reconexión con la corporeidad que la sustenta y envuelve. El primer camino, el más sencillo, es descaminar los peldaños de la abstracción y estimularse imaginativamente...luego viene el gozo sensorial...que descendiendo hacia el tacto, el más corpóreo de todos los sentidos...recupera en su terrenalidad esa flotante y sutilisima red eléctrico-espiritual que es el pensamiento. Ni que decir que la insatisfacción de necesidades aún más elementales que la de descarga erótica, como el hambre o la sed persistente...despoja más facilmente de la lucidez a sus víctimas...cuando no de la vida o las fuerzas para alzarse de esa horrenda miseria del cuerpo.

La condición de la lucidez cuya exigencia más claramente he experimentado es la de tener siempre presente que el cerebro no es un órgano sin limites o sin afecciones a causa de sus gastos. Hay que considerar que podemos exigir a nuestra mente un esfuerzo excesivo al sobrecargarla de información o tarea intelectual o falta de sueño, etc. La mente tiene límites físicos que aún cuando no estén claramente determinados se hacen notorios cuando al estresarse comenzamos a experimentar el repiqueteo obsesivo de las neuronas, la alteración del ritmo circadiano que se traduce en insomnio, los efectos somáticos...la condición depresiva en general que no se resolverá simplemente con psicofármacos o medicina alternativa sino con el debido y sagrado descanso. Por suerte, hay que decirlo, tenemos una gran capacidad para olvidar.

Una última gran condición para la lucidez es que se satisfaga la necesidad de los cerebros de permanecer comunicados en Red. Es tan grande esta necesidad que uno de los primeros sintomas de que la lucidez comienza a perderse por la incomunicación es el establecimiento paulatino del soliloquio en voz alta que puede derivar en la construcción de un alter ego imaginario...o de todo un grupo de fantasmas dialogantes que habitan el mismo cerebro. Esconde hermosa metáfora el considerar que estar lúcido es estar CUERDO...pues al igual que esos relojes que solo se mantienen en marcha porque se les da cuerda...asi también la cordura depende de que al cerebro otros cerebros lo pongan en marcha mediante el continuo y necesario derrame del lenguaje. El cerebro humano es un cerebro parlante...la lucidez depende del ejercicio exitoso del habla...Los muy silenciosos y los solitarios siempre corren el riesgo de perder la lucidez y no reencontrar el camino que lleva hacia el diálogo con los otros.

Al margen: Por supuesto que si intoxicamos voluntariamente nuestro cerebro esto es suficiente para arriesgar la lucidez...

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