viernes, 11 de septiembre de 2009

Al respecto de la Red Filosófica del Uruguay (por Rafael Gibelli)

Hubiese querido agregar simplemente mis comentarios al debate suscitado hace ya largo atrás. No pude, no supe cómo hacerlo; pareciera que ya es imposible agregar allí donde constan, los comentarios que me parece conveniente incorporar. Ayer conversábamos afablemente con Fernando (Gutiérrez, nuestro anfitrión), y de allí surgió ésta, mi inquietud. En fin, simplemete quería decir en relación a nuestra Red:

Stimmung epocal; hablar desde el tiempo y las circunstancias dadas, decir desde ese espacio en común que es la idiosincrasia nacional. Comunidad de lengua, de modalidades culturales, de mitos y leyendas, de credos históricos, de héroes y traidores, de problemas, de puntos de partida y, por tanto, comunión de valores. Mirar, practicar la mirada desde acá, desde este axis mundi pretendidamente común e identitario. Afirmo la necesidad de parir una generación, de darla a conocer, de presentarse ante el mundo, siquiera ante el umbral de nuestro pequeño mundo, como uruguayos u orientales.

De paso, ¡cañazo!, ¿uruguayos u orientales? A ver ...

Hace falta una generación con nombre propio. ¿La llamaremos la generación del 2000?, ¿o acaso sea mejor autodenominarse la generación del bicentenario? Gatos o perros, Jonases o Ataúlfos, sin que importe ahora el nombre que le pongamos a la cosa (pues antes debiéramos determinar qué cosa sea esta cosa que queremos como cosa "propia" o "nuestra"), antes decía, es imprescindible darse cuenta del poder recidivo en la intelligenza. Formar, conformar, atreverse a ser parte de la intelligenza nacional, de la generación que produzca contenidos propios y fructíferos hacia el porvenir. Obligación hacia nuestros herederos; ¿qué les dejaremos en sucesión? ¿Qué les estamos ahora dejando?, qué credos, qué valores, qué comunión de intereses y de puntos de vista generamos para conformar una cultura nacional propia y con derecho a identidad en el marco internacional? ¿Somos o pretendemos ser? Qué somos en tanto praxis, en tanto factum, si es que somos algo y no un atado de copistas y refritadores de textos ajenos. ¿Filósofos u obreros de la filosofía?

¿Dónde está hoy, nuestra necesaria "torre de los panoramas", nuestro "ateneo", nuestro templo del conocimiento, nuestra "acrópolis", nuestro punto más elevado, a la sazón, guardián de nuestra identidad? En qué y cómo, cuándo y para qué, nos identificamos. ¿Nos identificamos?, ¿somos comunidad?, ¿somos algo en común?; ¿reconocemos el atanor común de nuestras respectivas individualidades?

Tal creo que sea el objetivo primordial de nuestro transcurrir en tanto colectivo. Generar Weltanschauung, Geist colectivo, humor identitario; dar fundamento y útero genésico al fermento inexorable de los hombres pensando en determinada situación de contexto común. ¡Pica ahí la guitarra de un Segovia, de un Santana; hélo ahí al pincel de un Greco, el trazo de un Dalí! ... Del mismo modo, debemos llegar a generar en los otros, un conjunto de características que les permitan decir fácilmente: ¡Ah, he aquí la pluma de un uruguayo, el modo de practicar la persepctiva de un oriental!

¿Americanismo rodoriano, espiritualista, un poco krausista, o americanismo al modo de un Frugoni, de un Ardao, de un Grompone? Tal vez ninguna de ambas, tal como ninguno de los padres es el hijo de los dos. Americanismo hoy, desde acá, desde ésta, nuestra tribuna y cuna del pensamiento rector de nuestra cirscunstancia nacional. ¿Somos nación?, ¿o somos nada más que una legalidad, un Estado, una forma de administrar y controlar la gestión de los ciudadanos? ¿Tenemos una herencia espiritual que respetar, ante todo, que reconocer, o comenzaremos de cero como si antes, únicamente cupiera la fábula del diluvio universal y la nada ex nihilo?

Unos y otros dicen -y a mí, hasta el hartazgo me tienen-: "El Uruguay es un país batllista". ¿Cómo?, ¿y esto? ... ¿qué se quiere decir? ¿qué es el batllismo en tanto continente ideológico comportamental, que se lo cree capaz de resumirnos? ¿Nos entre-tiene? ¿Será el batllismo una bolsa de gatos? ¿Será que la bolsa es oscura y allí dentro, todos nos lucen pardos? ¿Somos o no somos una identidad? En gran medida, de nosotros depende responder esta pregunta.

Porque si no creemos, con fe islámica, sumisa quiero decir, trágica en tanto aceptación del dharma que nos toca e incumbe y hasta compromete, si no creemos ser -poder llegar a ser siquiera, actuar en tanto potencia que ya va al acto, al menos-, si no tenemos esta convicción de devenir en el ombligo, mejor dicho, el útero de la inteligencia epocal y nacional, ¿a santo de qué haremos lo que haremos? Si es por destacar cada quien su nombre en un umbral, y ya que algunos hablaban de estética, me quedo con el simplismo naif del grafitti. Lo que la nación da, lo exige luego la patria. ¿Seremos al fin patriotas?

Rafa*

P.S.: Soy consciente del estigma de la palabrota patria. Pero creo que es hora de poner, dijera García Lorca, el barco sobre la mar y el caballo en la montaña; cada cosa en su lugar. Seremos.

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