Les habíamos prometido un artículo sobre agricultura orgánica. Nos pareció atinado la historia de este hombre, que sorprendió al mundo por sus experimentos sobre ese tipo de agricultura y todavía sorprende hoy, cuando todo parece -desde este lugar en el mundo- trasegado por los cultivos transgénicos y los herbicidas.
La historia de Masanobu Fukuoka sucede en Japón. Este hombrecito se dedica durante un tiempo a la Microbiología y se especializa en fitopatología. También desempeña trabajos de laboratorio en agricultura y durante la segunda guerra mundial trabaja como supervisor de agricultura científica.
Vive una larga época que se inicia en 1913, que es cuando nace y permanece entre nosotros hasta el pasado año, en que fallece a los 95 años.
A los veinticinco años de edad sufre una crisis existencial. Para él, con esa simpleza oriental, "la gente en su mayoría ya no es completamente humana y la Naturaleza en gran parte ya no es completamente natural"
Decide volver a su tierra natal -la isla Shikoku, al sur de Japón- y dedicarse a la agricultura.
Allí consigue, después de algún tiempo, transformar un lugar plagado de rocas en una granja próspera, llena de diferentes especies de plantas, mediante un sistema de cultivo natural, apoyado en lo que llama “los cinco principios”.
El huerto natural de Fukuoka es al mismo tiempo un bosque, una quinta y un jardín, en donde conviven cerezos, duraznos, ciruelos, mirtos, acacias, verduras, arroz, plantas de olor, medicinales, y flores.
Escuchemos las propias palabras de nuestro Masanobu:
Hace cuarenta años plantee las primeras semillas y al año siguiente puse pájaros y animales y Dios se ocupo de todo lo demás.
Las hierbas y la maleza han sido los maestros que me han enseñado esta forma natural de plantar y cultivar.
Cuanto mas observas la naturaleza mas claro se ve lo que debemos y lo que no debemos hacer.
La razón por la que yo he podido cultivar esta montaña sin fertilizantes o arados es porque esos árboles, esas frutas y esas plantas pueden crecer en cualquier sitio.
¿De qué se valió para el milagro de su huerta? Simplemente de semillas con las que inundó todo el predio. Gracias a las semillas de artemisa, arvejas, batata, rábano blanco y cebada, poco a poco la montaña se convirtió en un paraíso exuberante.
¿Qué sistema aplicó? El mas sencillo de todos: dejar que la naturaleza haga su trabajo con la mínima intervención humana, o dicho con sus palabras “Dios se ocupó de todo”
Parece tan sencillo como increíble.
Pero la experiencia de Fukuoka por ejemplo en cultivo de arroz dio tan excelentes rindes que superó a los demás cultivos con técnicas más modernas por lo cual hoy es motivo de estudio exhaustivo. El Ministerio de Agricultura de Japón, por años rechazó el sistema de cultivo natural. Luego se mostró interesado, ya que el arroz rinde mucho más (hojas más grandes, raíces más fuertes y 140 semillas contra 90)
Pero volvamos al sistema de cultivo de nuestro hombrecito.
Los “cincos principios” que ha aplicado y desarrollado Fukuoka son los siguientes:
El primero es el de no labranza, es decir, no arar o voltear el suelo. ¿Cuándo hemos visto que la naturaleza haga surcos para generar las plantas naturales? Si observamos los cultivos tal cual existen en la naturaleza, el trabajo de hacer crecer las plantas es de los microorganismos y lombrices que también hacen posible la penetración de las raíces.
El segundo principio de la agricultura natural es el no uso de fertilizantes químicos-sintéticos e incluso composta preparada. El principio es simple: si no se sobre explota la tierra esta tiende a mantener un equilibro entre plantas y animales que mantiene la fertilidad natural. Fukuoka utiliza como fertilizantes el cultivo de trébol blanco, alfalfa, berza y paja con un poco de estiércol de gallina aplicados directamente sobre el suelo. ¿Quién fertiliza el suelo de los bosques para que salgan los frondosos árboles?, dice Fukuoka.
El tercer principio es el de la coexistencia de las semillas con las plantas naturales del lugar. O sea en otras palabras no hay que quitar las yerbas naturales del suelo. A las malezas no hay que eliminarlas y sí controlarlas. Las malezas, de las que dice el diccionario que son las malas hierbas, no existen para Fukuoka. Las “malas hierbas” juegan un papel crucial en la fertilidad de la tierra y en el equilibrio natural. Fukuoka las controla con acolchado de paja y cobertura de trébol ínter plantado con los cultivos.
El cuarto principio es el no uso de pesticidas químico sintéticos pues estos matan indiscriminadamente la riqueza del suelo y del subsuelo, del aire y la flora. Los insectos son parte integrante del ecosistema. Reaccionan frente al monocultivo y por la presencia de plantas extrañas, cultivadas en condiciones de debilidad por falta de humus. Pero un equilibrio natural tiende a reducirlos a una mínima actividad.
Finalmente, el quinto principio es la no poda. Las plantas deberán seguir en lo posible su curso natural. Los árboles que requieren poda es porque las plantas madres fueron podadas con anterioridad en el vivero o sus raíces fueron dañadas.
¿QUÉ, ACASO NO CREEIS LO QUE OS DIGO?
Acaso algún porteño de estas pampas estará pensando... ¡Pero esto es demasiado sencillo!... ¿No nos querrán tomar por giles?
Esto es tan sencillo como lo que viene haciendo desde hace siglos nuestro hombre andino, para citar solo un caso de los pueblos originarios americanos. Nuestros pueblos de los Andes también hacen cultivos naturales, los hacen también en terrazas, desarrollando un sistema de cultivos que aprovecha la escasa agua existente en las alturas.
Pero si, quizás, hubiéramos empezado por acá, hubiera sido menos creíble por aquello de que “nadie es profeta en su tierra”
No es cosa fácil poner en duda la experiencia de Fukuoka porque es un científico de nuestro tiempo, entrenado en los sistemas de cultivo más modernos, que decide volver a las formas naturales.
El que quiera profundizar las enseñanzas de Fukuoka puede consultar su libro “La revolución de un rastrojo”. Hay edición en castellano
Ha hecho una experiencia de indudable éxito y que sacude todas las verdades a que “nos ha acostumbrado” una tecnología depredadora que utiliza los recursos naturales como algo desechable.
La agricultura moderna se ha convertido en una actividad compleja y extenuante, dependiente de una tecnología, intereses de mercado, confusión ideológica y pérdida de valores espirituales.
También la técnicas de Fukuoka coinciden, con nuestro hombre andino. Es que la agricultura natural consiste en un “NO HACER”; la mínima intervención necesaria para no interrumpir los ciclos naturales. Para nuestro hombre andino, aquel Dios que dispone todas las cosas, es la Pachamama, que anda recorriendo los cerros, con sus perros negros, cuidando que la traten como corresponde , con respeto y consideración.
Escuchemos las siguiente palabras pronunciadas por Fukuoka:
Estas semillas ( las usadas por él en su granja) y los dos tipos de semillas de varios tréboles serían suficientes en África y en Europa. Aquí en Japón deberíamos también cultivar la planta de la algarroba china. Y con eso sería suficiente. Enviar esas semillas sería de mucha mas utilidad que crear la industria para la fabricación de fertilizantes
Y en vez de utilizar los aviones para lanzar bombas, deberíamos utilizarlos para lanzar semillas
Estas son también palabras de Fukuoka:
Considera que el curar la tierra y el purificar al espíritu humano son un mismo proceso:
"Estar aquí, cuidando un pedazo de Tierra, en plena posesión de la libertad y plenitud de cada día".
"Cuando cambiamos la manera de cultivar nuestro alimento entonces cambiamos nuestra comida, a la sociedad y nuestros valores”
Parafraseando a Lao Tsé dice:
"el propósito de la vida es conocer el propósito de la vida"
Y la siguiente palabras como un llamado desesperado para salvar la tierra y la agricultura:
Cualquier científico de primera fila debería saber que la tierra no va a durar mucho más de 50 años y solo tenemos una solución: sembrar semillas por toda la superficie de la tierra.
Esta es nuestra última oportunidad.
Ayuden ahora, por favor.
Los cultivos orgánicos son un importante segmento de la producción de alimentos en el mundo. Están generando importantes avances. Hay países, como Francia, que no admiten en sus mercados alimentos transgénicos, tan comunes en nuestro medio.
En estos días en Buenos Aires circula un listado donde se consignan más de 250 alimentos transgénicos que se hallan cándidamente en las góndolas de nuestros supermercados, sin que nosotros sepamos de qué se trata.
La mayoría son producido por importantes compañías que hacen descarada propaganda sobre la calidad natural de sus productos.
Quienes quieran ver el listado entren a Internet con el siguiente link:
http://www.taringa.net/posts/info/1058311/Alimentos-transgenicos-en-Argentina.html
Todo esto sucede gracias a las bonanzas del mercado que instaura la soberanía de los productores sobre los consumidores, mientras las autoridades públicas están ocupadas en otras cuestiones, aparentemente más interesantes.
Esto sólo es posible en un país que dilapida sus recursos naturales y humanos y condena a la gente a una existencia miserable y vaya a saber a qué costo futuro.
Amén
Carlos Freytag
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario