Hace unos años escribí esto. Estaba dando charlas sobre filosofía y matemáticas y al tiempo sostenía interesantes conversaciones con Héctor Hevia, un profesor amigo de la Universidad. Es algo intespestivo y reconozco que me da pudor compartirlo, pero aquí esta, para ustedes ciberamigos.
Placentera. Esta palabra guarda el sentido último de nuestra sociedad. Una sociedad que eleva el placer a nivel de culto. El sexo se aleja del erotismo, pierde toda vinculación con lo mágico, con lo femenino y lo masculino. De ello sólo queda el placer finito, transitorio, efímero.
La libertad del capitalista solo es posible en una sociedad Placentera. La moral capitalista, rigurosa y calvinista en sus orígenes, es una moral Placentera ya que el sexo es la forma masiva y barata de mantener sumida la voluntad de los “clientes”…
No hay pudor y el liberal capitalismo ha realizado los sueños más terroríficos de cualquier distopía: la profanación de la privacidad, la muerte del individuo. Hoy ya no somos personas sino consumidores.
Hasta que la matemática no consolide el edificio de este mundo, el capitalismo regulara sus engranajes con el hambre y el sexo.
La matemática debe superar los antagonismos, libre de intereses ajenos al propio desarrollo de la vida. Cuando se disuelva la distinción entre teoría y práctica, la matemática adquiere todo su poder transformador.
Por la palabra o por la definición el objeto pierde la inocencia que provoca la emoción original que resulta reprimida. Sin embargo, el saber humano tiene una función creativa respecto del objeto y respecto del hombre.
La historia de la humanidad… es la historia de “la enfermedad llamada hombre”
¿Qué diferencia existe entre sublimar y reprimir?
Nuestra clase media se siente plenamente identificada con los valores del mercado. Nuestra clase media es una clase de clientes, de eternos consumidores: traga bebidas, comida, cigarrillos, cursos, carreras, seminarios, televisores, celulares… se lo consume todo, todo lo consume, como diría E. Fromm “el mundo no es más que un enorme objeto para su apetito, una gran mamadera, una gran manzana, un pecho opulento”. Es verdad que nuestra clase media se ha convertido gracias a la persuasión totalitaria de la dictadura en una lactante expectante y eternamente frustrada. Esta ha sido la consolidación capitalista de nuestra clase media.
Pensamiento tautológico: soy un filósofo. No me siento poseedor de verdad alguna. Soy lo contrario de un sabio sin embargo, amo la verdad y busco la sabiduría. Lastima que amo lo que no conozco, busco lo que no se encuentra. Intuyo que la filosofía es amor y sabiduría en la imposibilidad de su realización.
La ingeniería se puede entender como un modo de saber distinto de la ciencia y de la técnica.
Aristóteles es el verdadero padre de toda epistemología naturalizada.
Los seres humanos tenemos dos necesidades: vivir y morir. Aquí radica la paradoja: necesitamos vivir tanto como necesitamos morir. Sin embargo, hay quienes son llamados por la vida así como quienes tienen vocación de muerte. La destructividad se eleva hacia el rango de “instinto primario”: “el hombre no puede dejar de querer destruir, pues la tendencia destructiva se encuentra arraigada en su constitución biológica: concluye Fromm en su obra “la crisis del psicoanálisis” (1970).
La libertad del hombre moderno es la paradoja de la libertad del hombre moderno: a mayor libertad mayor pasividad menos vida.
Las discusiones sobre la libertad son infinitas. Definiciones contra definiciones, intuiciones contra intuiciones, aciertos y desaciertos. En fin no hay claridad sobre el tema.
Existen al menos tres caminos para responder la pregunta por la libertad: a) Descartes; b) Leibniz; c) Husserl. Existe solo un caminar tales senderos: la matemática todo camino, todo caminante que sea otro no es camino a libertad, no es el caminar al no ser son.
Descartes como camino. La matemática como caminar el matemático como caminante, en medio de la guerra en una hostería de Holanda. Una visión de mundo renacentista, un hombre universal: matemática, libertad y universo. Hay temas fragmentados, especializados. Otrora el camino, el caminar y el caminante.
Nuestros sentidos dicen nada acerca de la libertad. Ni el ojo ni el olfato, ni el tacto ni el sabor, menos el oído. La libertad no es un asunto de nuestros sentidos o sí? Si nos digieran algo sobre ella, entonces, lo dicho podría estar bañado del error propio de nuestras percepciones.
Revisemos la primera afirmación si los sentidos dicen nada de la libertad es porque estos nos permiten una percepción fantasmal del mundo y, si la libertad estuviera en el fantásmata, de ella nada cierto podríamos decir ¿cómo podríamos saber que la libertad no es un sueño? si ni la mano con la que escribo ni el cuerpo que acompaña a esta mano que escribe son lo que parecen ser entonces ¿cómo decir algo de la libertad? El ya viejo ejemplo de la mesa de Eddington nos sirve para llevarnos a pensar que la libertad no está en lo cotidiano sino, en lo que está más allá es la mesa del físico. Su lenguaje, la matemática, entonces, si la libertad está más allá de lo existente a los sentidos se le conoce en el lenguaje de las matemáticas.
Decía Descartes “supondré entonces que un genio maligno tan poderoso como engañoso ha empleado todas sus energías para engañarme y consideraré que el cielo entero, la tierra, los colores, las figuras, el sonido y todas las otras cosas externas son meras ilusiones y sueños de las cuales se ha apropiado este genio para tenderle trampas a mi credulidad me considerare sin manos, ni ojos, ni carne, ni sangre, ni ningún sentido, y, sin embargo, creyendo falsamente que poseo todas esas cosas…”
El problema de la libertad es entonces, un problema de autoconciencia: el cogito ergo suum consiente de si mismo. El problema de la autoconciencia.
La libertad es autoconciencia.
La libertad es auto evidencia y claridad de la conciencia
La libertad es la evidencia y la claridad de la conciencia.
La libertad se da en el seno de la evidencia y la claridad de la conciencia en donde recién los atributos de la verdad y las matemáticas.
En la autoconciencia se distinguen los atributos de la verdad y la matemática y la autoconciencia es libertad.
En la libertad se hace clara la verdad y la matemática.
No hay verdad sin matemática no hay matemática sin verdad.
Esta verdad solo se da en la conciencia evidente y clara de mi conciencia.
La matemática no es cálculo y el método matemático es epistemológico, es el episteme. El episteme del nous es la sophia.
Matemática autoconciencia y sabiduría habitan en la intemperie antológica del ser.
Filosofía es búsqueda del hábitat del ser. Toda filosofía tiene como método el método de la matemática.
La matemática se da en la abolición del mundo cotidiano. Descartes no escribe como un maestro, escribe como un explorador, un descubridor que desea comunicar lo que ha encontrado. Russell habría afirmado que descartes posee un estilo fácil, nada pedante, que se dirige a todos los hombres inteligentes del mundo y no ha alumnos…
La geometría griega es el primer espasmo de conciencia.
El álgebra árabe es otro espasmo de conciencia.
La geometría analítica es el primer espasmo de conciencia universal.
Geometría asiática
Álgebra africana
Geometría analítica occidental.
La geometría como espasmo de conciencia || cuando estudiante de secundaria y luego, como estudiante de mi pregrado en historia solía imaginarme a los griegos de la antigüedad como señores altos, de barba, vestidos con impecables túnicas blancas, caminando por las calles de Atenas.
La vida no tiene sentido. Es sentido.
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sábado, 19 de septiembre de 2009
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