La prostituta envejece
Lo abrazas a plena luz para olvidar.
ahora que nadie sabe quién tomará la
pócima de tu amor desterrado en cuya cartografía
ríen los románticos con el fuego
o no sabes que nadie te espera al otro lado de la calle,
sonríe. No hay piedad en esta luna de agosto,
tú, la afligida, que maldices tus amantes,
imagina ese ronco arpegio de la soledad;
toma mi mano esta noche en una habitación
cualquiera;
una y otra vez arrastrarte hacia la ventana,
tan descabellada,
apenas puedes maquillar tus ojos.
Y ese soplo del amor que nadie sabe:
a pura lumbre tu corazón.
Vienen en vendaval los momentos vividos,
ilusoria, esta alcoba te espera,
en días insólitos,
juntando retazos de tu piel;
a veces decir adiós es romper el reloj.
Gustavo Rubens Agüero
Salta, 19 de septiembre de 2008)
lunes, 5 de julio de 2010
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