DESCRISTIANIZACIÓN A LO FIGARI-LATREAUMONT
Fernando Gutiérrez
La opacidad mental que caracteriza estas regiones latinoamericanas,
el latifundio cerebral en el que los ecos de las voces se extinguen
mucho antes de ser escuchadas, la soledad campestre de sus
pensadores, me llena de repugnancia, sobre todo cuando por el
expediente de ir a una biblioteca liceal me encuentro con una
estanteria repleta de obras interesantisimas escritas por autores
uruguayos, abandonadas lúgubremente. Entre ellas hago descender de su
contubernio con el polvo y la degradante humedad una obra del poeta,
pintor y filósofo uruguayo Pedro Figari, con prólogo de Arturo Ardao,
en tres tomos jamás hojeados (de los cuales encuentro solo dos),
siendo prueba de esto último el que haya tenido que ir tras un
cuchillo para separar sus hojas aún cerradas. Se titula "Arte,
Estética e Ideal" y es una delicia de esas que obligan a tener pronto
el paladar...publicado en 1912.
Me entero que tuvo dos ediciones al menos en Francia con prologo de
Henri Delacroix la primera y de Desiré Roustan la segunda, pero eso
no significa otra cosa mas que el rubor de tener a alguien entre los
nuestros que otros deben leer para que nosotros, los uruguayitos,
también podamos hacerlo. Pero no es esta la ocasión para quejarse
sino para agradecer una buena lectura.
Me prometo futuros comentarios sobre esta obra pero ahora lo que
quiero compartir y comentar es algunas de las frases que Figari
dedica al cristianismo.
Dice: "Lo que se predica como base fundamental de acción: el amor, el
amor incondicional, es inaccesible como una utopía, y lo que se
aconseja como más eficaz para propiciarnos la gracia divina: la
renuncia de los bienes terrenos, es un elemento negativo, disolvente,
demoledor."
Comentario: El amor, tal vez, pero el amor INCONDICIONAL, ese amor
imposible que predica el buen cristiano, es un exceso que fuerza a la
conciencia más allá de sus limites, una desmesura que pone a la
voluntad fuera de sí con una exigencia utópica, ideal, que lacera
esos limites que deberían ser aceptados...el amor terreno, el amor de
tierra resulta asi poca cosa o nada, y la exaltación termina siendo
justamente lo contrario de lo que se predica, una aridez
pseudoamorosa que lacera la carne y la vida para alimentar su ideal
INCONDICIONAL. Un amor que condena a los cuerpos, a los rios en que
esos cuerpos se sumergen, a los crecimientos y envejecimientos que se
producen en torno de esos rios, un amor que quiere desencarnar el
alma y transformarla en un halito de pureza solo puede consagrarse
con infinitas crucifixiones sucesivas o con una crucifixión
interminable. Y alli lo tenemos a Cristo colgando de la cruz,
sangrando sin fin, sufriendo sin fin, sin que ninguno de sus
prosélitos se digne en descolgarlo.
El amor cristiano ha sido descrito de manera excelente por
Lautreamont: "Amor ávido que se devoraría a sí mismo si no buscara
su alimento en las ficciones celestiales: creando, a la larga, una
pirámide de serafines, más numerosos que los gérmenes que hormiguean
en una gota de agua..."
Sigue Figari: "Toda moral que tienda a desconocer la naturaleza humana
coloca al hombre ante esa disyuntiva: la deformación o la simulación.
Este es el dilema que fundamentalmente plantea al creyente la moral
de Jesús. El cristiano se diría que es un lobo que aspira a ser
oveja, y como no hay creencia que pueda consumar la hazaña, bien
triste, por cierto, de trastornar la naturaleza en que es esencial
por lo menos, se advierte siempre por debajo del hábito del budista,
del cristiano, del católico, del mahometano, de quienquiera que sea,
al hombre, como entidad superior, precisamente porque es de carne y
hueso."
Comentario: Efectivamente el monoteísmo implica un esfuerzo por tomar
a la naturaleza humana y retorcerla para sacar del cuerpo un alma
pura, tirando el resto a la basura como un amasijo sin sentido. Para
ello se fuerza al creyente en el corsé de una culpabilidad no sentida
simplemente respecto de sus actuaciones reprobables sino de su
naturaleza misma en lo que tiene de esencial...el monoteísmo culpa al
ego por ser ego y en esto no responde mas que indirectamente y
deficientemente a los intereses comunitarios, porque lo que ese
altruismo significa es tramposamente un simil de la solidaridad y
actitud comprensiva entre los seres, mientras que en realidad lo que
supone es la exacerbación idílica e idealizada de la autodestrucción,
de la autolaceración, es decir, es un incentivo para la
extralimitación autodestructiva y con ello, puesto que los extremos
se unen, para la extralimitación destructiva y pretendidamente
omnipotente. Entre la impotencia y la omnipotencia es que se mueve la
idealización altruista del monstruo humano, faltando en todo momento la
constatacion, que Figari requiere a su manera, de que el monstruo
difícilmente pueda exhalar perfumes al ser exprimido. Cuanto mas haga
presa el nihilismo monoteísta en la mente de un creyente, mas entusiasmado
hacia su propia omnipotencia y ocupado de su propia impotencia lo encontraremos,
y no es de extrañarse que lo veamos un dia dándose latigazos en la espalda o
dejándose morir de inanición. Por supuesto que en esta época de fast
food y bebidas light tamaño trastorno de credulidad no pasara de
causar una sonora risotada entre los espectadores, o como máximo una
leve curiosidad de zoólogo.
Volviendo a hablar Figari del cristianismo específicamente: "Nada es
menos aprovechable como fuerza de avance que esos seres que viven
balbuceando oraciones y persignándose, bajo la presión de un terror
absurdo...Este suplicio tantalesco a que se ha sometido al hombre, el
rey que si dice hecho a imagen y semejanza de Dios para acentuar la
ironía de su humillación, no es ni puede ser un elemento progresista,
sino estéril y enervante"
Comentario: No acuerdo con Figari en cuanto a la esterilidad del
cristianismo en general sino que diría mas bien que el cristianismo
predica la esterilidad y solo es estéril en cierto sentido... pues al
predicar la esterilidad somete a la vida humana a un esfuerzo de
castración del que puede obtenerse una ulterior ganancia de
disciplina, sometimiento, servilismo, obediencia , que es
precisamente la que le encontraron los emperadores romanos. En todo
caso esa esterilidad le corresponde al crédulo y no al que se sirve
del crédulo para sus fines terrenales. Los predicadores de la verdad,
muy por el contrario, obtienen poder y conservan su capacidad para la
hipocresía pues predicar la verdad como una condena sobre la vida,
sobre la sinceridad de la carne y la sangre, sobre el ego, es
predicar el terror y la necesidad de someterse para no ser alcanzado
por el rayo de la destruccion el dia del juicio sin poder sincerarse
consigo mismo al predicar, porque el que predica es un ego,
justamente un ego y de los mas autoengrandecidos, ya que la
omnipotencia se siente suave y firme cuando se pronuncian palabras
divinas. Si se quieren terroristas es facil encontrarlos entre los
que predican el monoteísmo, incluyendo los predicadores apocalípticos
del cristianismo. Si se quieren mentirosos compulsivos alcanza con ir
a buscar a los que hablar en nombre de Dios.
Aparte: Si el ser humano, ese monstruo, es imagen y semejanza del
Dios Unico, esta claro que este es un Monstruo, un Monstruo que se
compadece de sus horribles criaturas o que las devora según sus
intenciones del momento, con actitud inescrutable. Es más
inescrutable cuando los compadece que cuando los castiga, por cierto,
porque quien podria compadecer a seres que pueden ser descritos de
esta manera: "He visto a los hombres de cabeza fea y ojos terribles
hundidos en las oscuras órbitas, superar la dureza de la roca, la
rigidez del acero fundido, la crueldad del tiburón, la insolencia
de la juventud, el furor insensato de los criminales, las traiciones
del hipócrita, a los comediantes más extraordinarios, la fuerza de
carácter de los sacerdotes, y a los seres más ocultos al exterior,
los más fríos del mundo y del cielo, dejar a los moralistas que
descubran su corazón, y hacer recaer sobre ellos la cólera
implacable de las alturas. Los he visto a todos a la vez, con el puño
más robusto dirigido hacia el cielo, como el de un niño ya perverso
contra su madre, probablemente excitados por algún espíritu
infernal, con los ojos recargados de un remordimiento punzante y al
mismo tiempo vengativo, en un silencio glacial, sin atreverse a
manifestar las vastas e ingratas meditaciones que encubría su seno -
tan llenas estaban de injusticia ~ y horror-." (Lautreamont).
Dejemos aquí poetizar un poco mas a nuestro querido Lautreamont, que
en su sendero de perdicion totalmente personal, pretendió describir,
con intuicion nada despreciable, la manera en que el Dios Unico
procede con sus creaciones en los momentos de malhumor:
"Al no encontrar lo que buscaba, levanté mis párpados asustados más
arriba, aún más arriba, hasta que percibí un trono formado de
excrementos humanos y de oro, sobre el cual se pavoneaba, con
idiota orgullo, el cuerpo, envuelto en un sudario hecho con sábanas
sin lavar de hospital, de aquel que se denominaba a sí mismo el
Creador. Tenía en la mano el tronco podrido de un hombre muerto, y
lo llevaba, alternativamente, de los ojos a la nariz y de la nariz a
la boca; una vez en la boca, se adivina que hacía con él. Sus pies
se hundían en un vasto charco de sangre en ebullición, en cuya
superficie se alzaban bruscamente, como tenias a través del
contenido de un orinal, dos o tres tímidas cabezas que volvían a
sumergirse en seguida con la rapidez de una flecha: un puntapié bien
aplicado en el hueso de la nariz era la conocida recompensa por
incumplir el reglamento, dada la necesidad de respirar otro
ambiente, pues, en modo alguno, esos hombres no eran peces.
Anfibios, todo lo más, que nadaban entre dos aguas en ese líquido
inmundo... hasta que, no teniendo ya nada en la mano, el Creador, con
las dos primeras garras del pie, cogió a otro de los sumergidos por
el cuello, como con unas tenazas, y lo alzó en el aire, fuera del
fango rojizo, ¡exquisita salsa! Con éste hizo igual que con el otro.
Le devoró primero la cabeza, las piernas y los brazos, y en último
lugar el tronco, hasta que nó le quedó nada, pues roía los huesos. Y
así a continuación durante las demás horas de la eternidad. Algunas
veces exclamaba: «Os he creado, y por lo tanto puedo hacer con
vosotros lo que quiera. No me habéis hecho nada, no digo lo
contrario. Os hago sufrir por mi propio placer»."
Figari es consciente del carácter devorador del Dios cristiano y
afirma: "Se piensa que a Dios nada le ha de aplacar (¿el apetito?)
como la humillación, el martirio voluntario, la miseria, el
sufrimiento, la propia automutilación. Tiene que ser MISÉRRIMA la
concepción teista que exija tal MONSTRUOSIDAD"
Figari cita a Taine, en su "Filosofia del arte" cuando este se
refiere a los templos cristianos: "Los hombres que vienen aquí tienen
el alma triste y las ideas que aquí vienen a buscar son dolorosas".
Dice Figari: "Los preceptos morales del cristianismo...son
irrealizables. Amarse los unos a los otros, no disfrutar de lo
terreno, humillarse, resignarse, optar por la pobreza, sacrificar los
vinculos de la familia por la fe, y amar por sobre todo esto a Dios,
que nos ha impuesto- él OMNIPOTENTE- tanto sacrificio, y amarlo
todavía por su bondad y misericordia: he ahí el mandato cristiano.
Fuera de que es imposible amar lo que es IMPALPABLE, lo DESCONOCIDO,
resulta más imposible aún cuando se presenta bajo un aspecto tan
cruel, imponiéndonos restricciones, vejámenes y sufrimientos, desde
su ALTO SITIAL."
Comentario: Lo atrayente del ideal cristiano no es la carga de
moralidad tradicional que arrastra consigo sino su imposibilidad
tácita. Lo imposible exacerba pues la voluntad sentida como impotente
se desgarra a si misma en búsqueda del fin que no alcanza y de este
modo acepta todo el dolor que siente como necesario y una vez que lo
siente como necesario se regocija en el como un castigo precisamente
de su exacerbación desmedida, asi su ansia de omnipotencia
incentivada idealmente se reconforta simultáneamente con el látigo
del sometimiento al dolor, de modo que la impotencia se le vuelve la
demostración emocional de su potencia. Es un ideal muy adecuado para
los pusilánimes y los dolientes de todo tipo, pues les hace ver su
futilidad como la suprema concreción de su entrega a un ideal que los
redime y les concede, como premio adicional, el poder absoluto de la
inmortalidad. Si se puede amar a un Dios que exige la autonegación es
porque ya se es un negado, y el ser humano es un negado en cuanto
siente sus limites como separación o incapacidad, es decir es un
negado por definición, por ser una autoconciencia. De modo que el
ideal cristiano es una respuesta que satisface al impotente
transformando mediante una destilación divina esa impotencia en
omnipotencia por participación en la omnipotencia y eternidad de
Dios, que existe fuera del mundo, es decir, en la nada ilimitada
donde los limites ya no impiden ni descaminan. Es una respuesta
dirigida al corazon humano en cuanto ego, al fin y al cabo, aunque lo
que exige al ego este veneno es que se extralimite expulsivamente
sacrificándose enteramente para ser absorbido por su divinidad, del
mismo modo que la doctrina budista sugiere al ego ser absorbido por
la nada nirvánica. Aquí corresponde citar unas palabras de
Nietzsche: "Llegar a ser igual a Dios, ser ABSORBIDO por Dios, estos
fueron durante siglos los objetivos del deseo mas ingenuo y
convincente."
Dice Figari: "Se dice sin ironía, que la fe cristiana es consoladora,
y que, en medio de nuestras aflicciones, nos sirve de estimulo, como
lo haría un oasis en el desierto; pero, dada la ferocidad con que se
pinta la justicia de Dios, resulta mas bien una amenaza"
Comentario: El consuelo, sin embargo, al estilo cristiano puede muy
bien verse como el placer que puede obtener un masoquista al lamer la
sangre de su propia piel castigada. Como estos espectáculos
desagradables ya no corresponden al gusto de la época, la Iglesia
Católica y sus adláteres apocalípticos prefieren aventar flores de
redención y hacer que el Hijo cargue con todos esos suplicios. De
este modo se puede esperar ecuménicamente y con el trasero posado
sobre un comodo almohadón que el cielo se abra y los jinetes del
Apocalipsis se encarguen de la inmundicia humana.
Sigue Figari: "Toda adversidad es un bien, porque es un título para
la otra vida, y todo bien es una adversidad, porque un bien que
disfrutamos con arreglo a nuestra estructura...puede depararnos
castigos desmedidos, como una mala acción."
Comentario: Vemos aquí claramente el sentido trágico, aunque no
dionisiacamente trágico, de la voluntad cristiana, que procede
antagónicamente consigo misma, que se resuelve contra si misma
negándose los objetos de su deseo para desear la nada de otra vida
sin deseo alguno. El ideal cristiano es la idealización pues de la
inversión de la voluntad humana contra si misma, es la idealización
de la autosupresion, autosupresion que implica una objetivacion
completa por identificación con el ser divino.
Figari: "Este mundo (según el cristianismo) es un sitio de prueba y
de penitencia, una gran penitenciaría en la que debemos vivir
atribulados para redimir el pecado...En esta penitenciaría debe
pensarse fijamente en la muerte, como el reo que está en capilla."
Comentario: Así pues el cristianismo es una vituperación de este
mundo terrenal sea cual sea la reinterpretación que se pretenda hacer
de él, una vituperación en nombre de una perfección situada mas allá
de la corruptibilidad y perdición temporal, una perfección
ultraterrena. El cuerpo y la Tierra, cristianamente hablando, son una
cárcel para el alma, ni siquiera un hogar sino un estorbo que
encadena ese halito espiritual que la muerte es capaz de extraer
siempre. La muerte se vuelve entonces un bien en la medida que nos
libera de la vida, esta carga, esta cadena y condena, y nos coloca
ante la posibilidad de ser redimidos de nuestro ser culpable,
radicalmente culpable, por la presencia ante el Dios omnipotente. Al
afirmar la muerte el cristiano no la acepta sino que pretende ir más
allá de ella, inmortalizarse, de modo que no se afirma como
autoconciencia, como ego, como ser mortal, sino que se inhumaniza en
una no-muerte divinizante. Ser muertos vivientes, resucitados, esa es
la mayor aspiración de los cristianos. El milagro de la Resurrección
resume por completo esta ansia de inmortalidad, de eterna
perduración, esta negación de la muerte A TRAVES DE LA MUERTE,
equivalente a la negación del ego POR SI MISMO EN UNA CONSAGRACIÓN
OMNIPOTENTE DE LA IMPOTENCIA en la medida en que el ego, la
autoconciencia, solo es posible como conciencia mortal. Con estas
palabras de Figari puedo aclarar mi punto: "El cristiano auténtico,
ni debería defenderse, y cuando lo azotasen tendría que reputarse
feliz, si el dolor le permite orar por sus verdugos; TODO ESTO POR
EGOÍSMO, para disfrutar de las recompensas celestiales." Esta claro
que este egoismo es masoquista al extremo en la medida en que implica
una ilusion de autoafirmación a traves de la negación propia que
niega la muerte, es decir, la autonegacion COMO SER MORTAL. En
resumen: El ego es conciencia mortal, la muerte le es esencial...como
ego cristiano no acepta la muerte, de modo que la niega (aquí esta la
doble negación de la que hablo). Al negar lo que lo niega, la muerte,
el ego pretende afirmarse, pero esta pretensión falla porque lo que
el ego afirma no es ya ego, es decir, conciencia mortal, sino
conciencia sin limites, inmortal, es decir, su divinizacion y
negación absolutas a favor de ese otro mundo, ese Objeto Exterior que
lo absorbe. La doble negación no se resuelve afirmativamente sino que
sume al ego en la estupidez de una ilusoria e imposible omnipotencia
mediante la consagración de su impotencia. El altruismo no es la
voluntad egolatra negada sino la egolatria alimentándose de la
alienación autodestructiva. No debemos confundir pues altruismo con
solidaridad o amor humano y finito, pues el lazo solidario, el lazo
terrenalmente amoroso, es un lazo entre voluntades que conservan su
ansia de poder y sus fuerzas sin que esto obste a que se prodiguen
mutuamente o armonicen sus intenciones. La participación de los egos
en una unidad mayor comprehensiva no requiere de su supresión como
tales egos en una ilusion altruista. Existen las jaurías de lobos.
Figari aclara: "Si pudiera trocarse el egoismo en altruismo, o
siquiera equipararse, si pudiera suprimirse el amor a la vida y a la
propia individualidad, si esta fuerza que regula y estimula al hombre
como a los demás organismos cesara de actuar, pronto se advertirían
síntomas de relajamiento, de disolución. Si el egoísmo puede ser
educado dentro de un criterio racional que lo contiene, sin
desconocerlo, no puede ser excluido, sin atentar en lo más intimo
contra la naturaleza humana."
Comentario: Concuerdo con Figari en cuanto a que el egoismo, esto es,
la afirmación del ego por si mismo, es algo inevitable, y como se
puede ver hasta en el altruismo mas absoluto esta afirmación se
encuentra implícita al menos como intención
purificadora...purificadora de egoismo, con vistas a lograr..., vaya
broma de mal gusto, un EGO ALTRUISTA. El egoismo es innegable en la
medida en que el que puede ejercer esta negación solo puede ser el
propio ego, que al negarse estaria de este modo afirmando su
negación, es decir, afirmándose ilusoriamente al menos. Pero evitar
la ilusoriedad altruista, una forma de extralimitación del ego por el
camino expulsivo masoquista, no puede llevarnos a creer que la
afirmación del ego debe ser absoluta, porque una afirmación absoluta
del ego es de nuevo una extralimitación, esta vez con carácter
absorbente y sádico...a esta extralimitación la podemos distinguir
del egoísmo originario llamándola egocentrismo...Ni el altruismo ni
el egocentrismo, formas ambas de la soberbia humana, son respuestas
adecuadas frente a la naturaleza humana, sino solo respuestas basadas
en una alienación del ego respecto de si mismo por subsuncion en lo
otro o de lo otro por subsuncion en si mismo. Estos dos movimientos,
el de la adoración obediente y sufrida de una omnipotencia externa o
el de la autoadoración ególatra, son movimientos que exacerban el ego
y lo alejan de la reconciliación con su mortalidad, es decir, consigo
mismo. El egoismo "educado dentro de un criterio racional que lo
contiene" tal es la respuesta a mi entender correcta para la
naturaleza humana, y la continencia del ego implica la aceptación de
su mortalidad pero al mismo tiempo su afirmación como ego, es decir,
como conciencia mortal. Reconocer y aceptar los limites, ser
razonables, en esto estriba el principio de una convivencia solidaria
no exenta de egoismo pero si de pretensiones desmesuradas. Este es el
principio por el cual, a mi entender, la ética tiene su fundamento:
que no solo existan reglas validas universalmente sino que esas
reglas refrenen las voluntades dentro de un marco de lealtad y
redistribucion constante del poderio...en pocas palabras, la
continencia y no la supresión del ego.
Dice Figari: "De un lado pues, la apología de la virtudes ausentes, y
del otro, la consagración real, efectiva, de la ley que rige al
organismo, RECRUDECIDA por causa de estos propios ideales"
Comentario: La aplicación sistemática por parte del decadente imperio
romano de la doctrina cristiana como antidoto para su decadencia puso
de tal modo a las vigorosas razas europeas en tensión autolacerante,
engendrando en ellas una brutal autodisciplina basada en feroces
exhibiciones de crueldad, que una vez que el imperio y su
reminiscencia papal decayeron, dieron lugar a un desahogo de esa
tensión largamente acumulada sobre otros pueblos, victimas
propiciatorias de excesos destructivos nacidos reactivamente del
exceso idealista cristiano. Del sometimiento cristiano a las
exigencias del Dios omnipotente pasaron los europeos a una desbocada
reaccion sadica que extendieron a sangre y fuego por todo el orbe en
su expansionismo colonial. El remordimiento producido por siglos de
constricción y enjaulamiento mental dio como su hijo predilecto un
explosivo desafuero de violencia que iba mucho mas alla del simple
afán de conquista, como lo muestra la historia de los pueblos
americanos, victimas de un gigantesco genocidio, o la de los pueblos
africanos, pasto de denodadas carnicerias, o la de los pueblos
asiáticos, atrozmente acosados y rapiñados por la ambicion desbocada
de las potencias coloniales. Al final, aunque fuera de la manera mas
cruenta, dolorosa e infame posible, la vida pútrida y maloliente
triunfo sobre las exigencias cristianas de pureza.
Figari: "Se prefiere la simulación de la fe, un sometimiento fingido
a una religión, y se toma por rebelión todo intento investigatorio.
¿Qué sería de la humanidad si hubiera podido prevalecer este anhelo
fideísta, liberticida?"
Comentario: Figari apunta aquí a la relacion entre la negación de la
libertad de pensamiento y la fe del creyente...y la relación es
clara, la Verdad Absoluta se revela al creyente a modo de
deslumbramiento y este solo debe permanecer obsedido en ella hasta la
muerte para alcanzar la salvación, de modo que dudar seria desviar la
mirada del objeto que lo absorbe poco a poco hasta su autosupresión y
volver a querer para si una existencia propia, afirmarse como
pensamiento, como ego, nuevamente, al ejercer a partir de la duda,
una búsqueda de conocimiento autodeterminada. La fe debe ser ciega
porque solo el enceguecimiento del que mira ABSORTO esa Verdad Unica
hace posible penetrar en ella sin suspicaces desvios que pudieran
resquebrajar el proceso de absorción. El nihilismo hindú es en esto
mas terminante: se trata de eliminar directamente el pensamiento,
dejar de pensar.
Figari: "Seria menester que nos hablarán los muertos para saber qué
efectos tuvo el cristianismo fuera del mundo, pues aquí solo es una
abstracción, una visión tétrica, sin más efectos tangibles que los
holocaustos de los iluminados (y todavía más de los herejes, digo
yo). Por fortuna su reino no fue de este mundo. Decimos esto porque
si hubiéramos tenido que esperar el progreso humano de la acción
cristiana, la humanidad se hallaría aún en la aflictiva condición de
los tiempos en que se engendraron los delirios ingenuos de que nos
ocupamos." Efectivamente, el aporte del cristianismo al mejoramiento
de la condicion humana es el de ser un aliciente para tratar de no
ser cristiano y en este aporte, ademas, hay demasiada sangre
derramada como para que pueda ser valorado positivamente.
Para terminar, sin comentario, estas hermosas palabras de
Figari: "Esa fe tétrica, desesperante, desconcertante, desolante como
una letanía, no pudo engendrar ningún anhelo activo, ni despertar
ninguna de las iniciativas a que mas debe la humanidad. Un día
sorprenderá que se haya hecho tanto para dar cuerpo a esta perfecta
quimera que, afortunadamente, no pudo arraigar, por hallarse en
abierta pugna con la realidad. Así es que, a despecho de tantos y tan
ilustres cultores de esa fe ingenua, vemos como se desvanece su
inmenso prestigio A MEDIDA que se progresa en el conocimiento." (Y yo
agregaria: aunque el progreso no sea lineal). Y al final: " EL
CRISTIANISMO ES UNA ASPIRACIÓN A LO IMPOSIBLE. Su acción, pues,
resulta estéril, y aún contraria a los intereses humanos, tanto más
cuanto más empeñosa."
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