lunes, 24 de agosto de 2009

El pensamiento artiguista en el siglo XXI-parte 2 (Daniel Ruiz)

TIERRA Y LIBERTAD, TIERRA PARA VIVIR, TIERRA PAL QUE LA TRABAJA

El ideario artiguista todavía vigente y justo, contribuir con lo que esté a nuestro alcance para que esta lucha vaya logrando concreciones de fondo y duraderas y para que sea comprendida como una lucha que no es solamente del trabajador, sino de todo el pueblos.

Todo ha cambiado radicalmente desde los años en los que las heroicas marchas cañeras restituyeron al pueblo oriental la consigna artiguista de "tierra pal que la trabaja", hasta este presente en el que de nuevo es el trabajador rural organizado el que alza sus puños y sus razones despertándonos del sueño de un neoliberalismo colonialista que únicamente ha dejado penurias y miseria para el que vive honradamente del sudor de su frente y fortunas inadmisibles para los que solamente conocen el abuso y la prepotencia.

Otra vez es la acción directa y resuelta de los explotados y los oprimidos del campo, la que hace detonar el tema de la tierra como la gran cuestión nacional pendiente desde siempre. Sólo que ahora, a la luz de tanto despojo y tanto atropello acumulados durante casi 200 años, hay mucho mayor comprensión popular de que no estamos sólo ante algo que atañe exclusivamente a la gente de campo, sino que estamos ante el enorme desafío de defender la tierra ya no como fuente de trabajo, solamente, sino también como fuente de nuestros recursos naturales y nuestras materias primas y, también, como lugar en el que radica nuestra propia Soberanía como nación.

A MODO DE DIAGNÓSTICO:

Existe un claro agravamiento de la problemática rural a escala estructural. No hay ningún tipo de control sobre la venta de tierras –lo que favorece a la concentración y la extranjerización— ni sobre los tipos de explotaciones que se realizan en ellas (explotación netamente capitalista, monocultivo, agroindustrias, agronegocios, degradando las condiciones de vida del trabajador y agotando irracionalmente los recursos naturales).

1).- 20.000 establecimientos rurales han desaparecido en los últimos 30 años, obligándose a abandonar el campo a casi 130.000 personas.-

2).- Las 57.000 explotaciones rurales existentes en el año 2000, apenas proporcionaban empleo a un total de 157.000 trabajadores (las más pequeñas y de tipo familiar, son las que emplean más mano de obra, a diferencia de las grandes empresas que explotan grandísimas extensiones de tierra).-

3).- El 63 % de los predios de menos de 100 hectáreas, ocupan tan solo el 6 % de la superficie, mientras que el 60 % de ésta es explotada por apenas el 7 % de los grandes propietarios de más de 1.000 hectáreas.-

4).- El 80 % del riego está en manos de los grandes empresarios de la producción arrocera, que, como se sabe, es la que más rápidamente agota las reservas acuíferas hasta ahora, cuando aparece su gran "competidora" en materia de agotamiento: la forestación eucaliptera y las plantas de celulosa.-

5).- El 10 % de la tierra nacional estaba al año 2000 en manos de capitales extranjeros (en las zonas fronterizas ese porcentaje era del 20 %).-

6).- En los 12 años que van de 1988 al 2000, 500 millones de dólares fueron desembolsados por el Estado uruguayo para subsidiar al monocultivo forestal.-

7).- La mecanización y el uso de agrotóxicos y transgénicos, han venido desplazando intervención del trabajo humano y perjudicado seriamente la salud de la población, contaminando gravemente el medio ambiente. Esto ha acentuado, además, la dependencia del país respecto a las multinacionales, ya que todos estos productos provienen de los grandes centros industriales internacionales.-

8).- Es mínimo el valor agregado a los bienes agropecuarios nacionales exportados a otros países; en su inmensa mayoría salen sin elaboración industrial aquí y los pocos que la tienen, son explotados por capitales extranjeros (se exportan 20.000 cueros secos o salados y aproximadamente 60.000 con industrialización mínima, por poner sólo un ejemplo).-

9).- Casi 4 millones de hectáreas de campo han pasado en los últimos 7 años a manos de "sociedades anónimas" en su mayoría extranjeras. Bajo la forma de "siembra directa y de monocultivo de soja transgénica", altamente depredadora y contaminadora de agua y suelo, son explotadas un poco menos de 700.000 hectáreas (el 6 % de los "productores" controlan el 40 % del área explotada y los más poderosos, son extranjeros).-

10).- Prácticamente toda la industria frigorífica y por completo el complejo forestal-celulósico, están en manos de grandes multinacionales, algunas de las cuales reciben astronómicos subsidios estatales e importantísimas exoneraciones tributarias, además de abastecimiento totalmente gratuito de agua y otros privilegios.-

11).- Para hacerse una idea aproximada a la realidad, alcanza con saberse que actualmente hay tierras en manos del gran latifundio y los grandes agro-negocios, que se cotizan ya a unos 6.700 dólares la hectárea, y que seguramente aumentaron esa cotización cuando acabemos de leer estos párrafos.

NUESTRA CONCEPCIÓN

La tierra dejó ya de ser solamente el medio de producción, la fuente de materias primas y de trabajo.

Hoy es muy claro lo que ya Artigas establecía de algún modo hace 192 años en su burlado "Reglamento de Tierras" de 1815: la tierra es un bien social que debe ser otorgado en usufructo a personas fìsicas en concreto y controlado socialmente según normas de uso en función de las necesidades sociales específicas y atendiendo a la defensa concreta de la Soberanía territorial.

Al presente no puede haber duda alguna respecto a la arbitrariedad que representa la apropiación latifundista de la tierra y su uso con criterio mercantilista, en función del lucro y el enriquecimiento de castas y roscas financiero-especulativas que no se detienen ni ante las necesidades alimentarias de la población ni ante la violación de las leyes de la naturaleza. La tierra como mercancía e instrumento al servicio del capital es algo que debe ser eliminado como factor que atenta contra el bienestar social íntegro, que contraría derechos y obligaciones naturales y que, además, pone en riesgo permanente una Soberanía nacional que reside en el mismo pueblo al que se despoja de su propio territorio.

El uso de la tierra debe ser la salvaguarda de la soberanía territorial y de la soberanía alimentaria, tal como lo establece el Foro de Soberanía Alimentaria: "(…) el derecho de los pueblos de definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos; políticas y estrategias que garanticen el derecho a la alimentación para toda la población, con base en la pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas y la diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción agropecuaria, de comercialización y de gestión de los espacios rurales, en los cuales la mujer desempeña un papel fundamental".

Así entendida, la Soberanía Alimentaria supone la puesta en marcha de procesos de Reforma Agraria que permitan el acceso igualitario a los recursos productivos, medios de producción, financiamiento, capacitación y fortalecimiento de las capacidades de gestión e interlocución, con participación efectiva y regular de los involucrados.

Concebimos al territorio nacional como espacio biofísico y socio-político en el que se desarrollan funciones ecológicas (reciclaje y reserva de agua y nutrientes, soporte de vegetales, hábitat de flora y fauna, etc.) y el lugar donde se tejen los vínculos sociales-culturales y afectivos. Es la unidad de todos estos factores indisolublemente ligados, lo que en realidad constituye una nación.

Y no sólo esto. Cuando el capital se desterritorializa transnacionalizándose fundamentalmente la propiedad de la tierra y su explotación mercantilista, es cuando más cobra centralidad el territorio propio para el trabajo y la reconstrucción del entramado político y su sujeto social local, pero también se impone la necesidad de la acción coordinada más allá de las fronteras.

En este sentido, la dimensión actual más importante es de orden cultural: es preciso jerarquizar la divulgación del problema de la tierra como una cuestión de carácter estratégico, como algo que no involucra sólo al asalariado y el pequeño productor rural, sino que paulatinamente ha ido envolviendo a todos los sectores de la sociedad que no viven de la explotación y a todos sus intereses y expectativas de vida no solamente referidas a lo económico o lo productivo.

Debe insistirse hasta el cansancio en irse demostrando el freno que representa la fragmentación de las diversas luchas populares. Debe hacerse una verdadera docencia que llegue inclusive al seno de las organizaciones políticas autoproclamadas revolucionarias y las organizaciones sociales más avanzadas en sus objetivos, induciéndoselas a la comprensión cabal de que ningún proceso de cambios profundos es posible sin que se encare en concreto y en una pespectiva de largo aliento, la cuestión de la tierra.

ENTRE TODOS

Se propone buscar el camino de encuentro con todos en esta lucha, contribuyendo desde sus modestas posibilidades a impulsar ámbitos de intercambio de experiencias y de iniciativas surgidas fundamentalmente desde las organizaciones locales, en el espíritu de integrar cada situación particular a una misma y común línea de acción que exprese todas y cada una de las vertientes de una lucha que es la lucha de todos en todas partes en pos de un mismo destino de TIERRA Y LIBERTAD, de TIERRA PARA VIVIR, de TIERRA PAL QUE LA TRABAJA.

NUESTRA PROPUESTA

Es nuestro objetivo crear un debate a toda la sociedad sobre el ideario de Artigas en el siglo XXI.
Como nuestro lider del cambio que Uruguay solicita con urgencia para una sociedad libre y justa.
Planteamos de esta realidad latino americana un rescate de los principios libertarios de Artigas.
Saludos a todos.

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