martes, 11 de mayo de 2010

Entrevista con Marek Hrubek, Agustín Courtoisie

Entrevista con Marek Hrubek.
Un diálogo intercultural

Prof. Agustin Courtoisie

Parte I

A mediados de 2009 visitó Montevideo el filósofo checo Marek Hrubec, con quien tuvimos el honor de dialogar personalmente junto a otros amigos uruguayos –la Licenciada en Comunicación Adriana Aguirre y el profesor Pablo Romero–. Hoy presentamos la primera parte de aquel rico intercambio, que comenzó con vino tinto Tannat, chips, maníes y luego se profundizó vía e-mail gracias a la amabilidad de Marek.

El Dr. Marek Hrubec es Director del Centre of Global Studies, surgido del esfuerzo coordinado del Institute of Philosophy de la Academy of Sciences de la República Checa y la Facultad de Filosofía de la Charles University de Praga.

Sus intereses se focalizan en la filosofía moral, social y política dentro del marco de la globalización. Más en particular, su trabajo académico discurre sobre el diálogo entre culturas, la interdependencia global y las consecuencias de lo que Hrubek denomina las luchas del “reconocimiento” –un concepto hegeliano que también reformuló Francis Fukuyama en su libro “Trust” –. Nuestro ilustre visitante ha sido consultor en la Unión Europea y otras regiones.

LI – Cuáles han sido los motivos de su venida a América Latina y al Uruguay en particular?

MH – Mi primera parada en América Latina fue Santiago de Chile, donde tuvo lugar en el mes de julio el Congreso Mundial de Ciencias Políticas. Mis colegas y yo participamos allí en diversas sesiones sobre filosofía política y estudios globales.

En una ponencia en el congreso examiné las características específicas del reconocimiento dentro de un espacio global. En el contexto de la filosofía política, comencé a partir de la idea de que los Estados nacionales son agentes débiles o en desvanecimiento que perciben los límites de su influencia política enfrentados por varias razones con el creciente poder de las fuerzas económicas trasnacionales. El análisis de las estructuras internacionales actuales puede explicar los límites de la influencia de los Estados.

Pero la decadencia de los Estados individuales no involucra solamente malas noticias sino que brinda motivos para la creación de mecanismos globales y supranacionales en favor de la justicia política y social. Ésta parece ser la dinámica del desenvolvimiento histórico, desde los problemas irresueltos del “no-reconocimiento” en lo nacional o lo internacional, hacia el “reconocimiento” en los niveles supranacionales y globales.

Las personas insatisfechas con las soluciones internacionales contemporáneas se están convirtiendo en ciudadanos activos que reclaman nuevas estructuras supranacionales y globales de justicia. Como contrapartida, muchas veces el descontento y los objetivos de aquellos que sufren hambre o pobreza extrema en el orden contemporáneo, no han llegado todavía a una suficiente articulación pública de sus disensos.
Después del congreso en Santiago de Chile, viajé a Montevideo por una invitación de Social Watch, una organización global que se focaliza en los derechos humanos. En el Social Watch Center, presenté una charla sobre las consecuencias sociales y políticas de la crisis global, desde un punto de vista filosófico y científico.

Dado que durante mis estudios universitarios en Praga y en Oxford había leído acerca de Carlos Vaz Ferreira, José Enrique Rodó y otros interesantes filósofos uruguayos, también deseaba conversar aquí sobre ellos con mis pares de la filosofía. Mis colegas en Praga me habían sugerido algunas personas y tuve amables y fructíferas polémicas sobre muchos diversos temas. Esto muy satisfecho y puedo decir que también todas las discusiones que tuve con usted y sus colegas de la Universidad de la República, particularmente Pablo Romero, me han resultado muy esclarecedoras.

Mi venida al Uruguay y a Chile supone una continuidad en mi interés por el desarrollo político y filosófico de América Latina. En enero y febrero había estado en Brasil y visitado varias universidades e instituciones de Porto Alegre, Belem y otras ciudades. Quiero mencionar también que el año pasado tuve una oportunidad singular de sostener notables discusiones con distintos colegas latinoamericanos en el Congreso Mundial de Filosofía, especialmente con Enrique Dussel. Hablo particularmente acerca de diálogos inter-culturales e inter-filosóficos. Como deseaba conocer mucho más sobre las ideas filosóficas en diversos países de América Latina, dediqué varios meses de este año a visitar colegas de Brasil, Uruguay, Argentina y Chile.

Parte II

LI - La lucha por el “reconocimiento” parece ser una clave esencial en el contexto general de su pensamiento político y filosófico. Desearía que explicara un poco más este concepto.

MH – Es una tradición del pensamiento crítico adoptar por eje la idea de la lucha por el reconocimiento, como lo hacen Hegel, Charles Taylor, Axel Honneth y otros pensadores. Yo considero esta tradición de pensamiento altamente relevante. Y desarrollo la idea de la lucha por el reconocimiento a partir del argumento filosófico de que los orígenes de la resistencia contra la injusticia social y política se articulan dentro de un escenario de experiencias de las personas que involucran violaciones del reconocimiento que ellas esperan. El “no reconocimiento” puede ser transformado en una base motivacional de la resistencia y la postura crítica.

Para identificar las motivaciones en favor de un cambio, tenemos que entender con claridad que las lesiones del respeto que las generan, pueden ser generalizadas y transformadas en reclamos políticos y sociales referidos a varias categorías de reconocimiento. Es de esta manera que podemos indicar la lógica que explica la dinámica de estos fenómenos.

Y podemos articular la noción de que la gente reacciona en forma crítica a las desventajas o las diferencias y otras formas de la opresión cuando enfrenta y mapea de esa manera los problemas que necesita resolver. En la acumulación de sus experiencias concretas, las personas van encontrando espacios e intentan aprovecharlos. Cuando el escenario es comparativamente favorable, las visiones críticas de las formas actuales del no reconocimiento y los esfuerzos por corregirlo pueden ser comprendidas cabalmente como un diálogo entre culturas.

En cualquier caso, las formas de la resolución de conflictos no emergen como entidades separadas sino que se basan en la evolución del relacionamiento recíproco y confrontativo entre las personas y los requerimientos de su resolución.
El proceso de no reconocimiento de ciertos grupos de poblaciones en la perspectiva histórica de largo plazo –por ejemplo, los involucrados en procesos de colonización de algunas partes del mundo en el pasado– ha provocado una legítima insatisfacción y articulación de reclamos de reconocimiento.

Al mismo tiempo, algunos tipos de no reconocimiento pueden ser iniciados por conflictos artificiales, invocados con el propósito de legitimar determinadas estructuras de poder, o con el objetivo de consolidar situaciones económicas no equitativas y otros intereses.

A pesar de que ciertas confrontaciones entre culturas son ficticias porque son impuestas sobre personas carentes de una conexión firme con la realidad, la posibilidad de una profecía autorrealizada tiene, desafortunadamente, a lo menos una influencia parcial en la transformación de esos conflictos en confrontaciones reales muy serias. Los vínculos entre los grupos humanos son configurados por un entramado de problemas reales tanto como ficticios.

LI – Creo que convendría especificar y ejemplificar los resultados de esos diálogos interculturales.

MH – Cuando se discute en términos de “choque” de civilizaciones, por ejemplo, nosotros podemos rechazar esa idea de choque y comenzar a promover las luchas de reconocimiento bajo la forma de diálogos interculturales. Con frecuencia se dan conflictos interculturales en el clima global del presente que son característicos y se trata de un número creciente de interacciones de personas provenientes de diferentes culturas en campos como la economía, las comunicaciones y otros tipos de interacciones similares. Pero eso no supone un estado de guerra. Los conflictos puede ser resignificados como debates culturales. Mientras la confrontación de culturas y civilizaciones avanza hacia la polarización y la culminación del conflicto, el diálogo intercultural intenta contribuir al reconocimiento mutuo.

El diálogo intercultural procura identificar las normas en uso a través de una discusión crítica y crear unas nuevas normas que puedan ser compartidas por los individuos dentro de una perspectiva universal. Dado que la comunicación no concierne solamente a dos culturas y por lo tanto es un di-álogo en sentido literal, es preciso hablar de polí-logo. Y ya existe un desarrollo filosófico y una discusión poli-lógica entre pensadores representativos de muchas culturas del mundo.

Sin embargo, el de polí-logo es un amplio concepto del discurso que no puede suplementar al menudeo las soluciones a todos los problemas sociales, económicos políticos u otros problemas a ellos vinculados. Lo que sí podemos hacer, a pesar de esto, es proporcionar un importante marco filosófico inter-cultural para trabajar sobre esos problemas.

El discurso del diálogo inter-cultural o polí-logo contiene dos elementos fundamentales. El primero se relaciona con la formación de un diálogo “desde abajo” en la perspectiva de varias culturas y su relacionamiento dentro de una civilización humana. El segundo elemento refiere a la forma de los derechos humanos básicos que podría resultar de este tipo de diálogo intercultural. Esta modalidad de enfoque, el cual es gradualmente formulado y tematizado por muchas interpretaciones de culturas individuales, puede ser unificado según un elemento universal. En pocas palabras, el objetivo es alcanzar en forma regular y compartida un consenso “trans-cultural” de los derechos humanos a través de un sentido “inter-cultural” en orden a reemplazar la situación actual la cual no es universalmente aceptada.


LI –¿Cuáles son las tendencias filosóficas más importantes en la República Checa?

MH – Las tendencias contemporáneas más importantes de la filosofía checa son desarrolladas principalmente en el contexto de las discusiones de la filosofía europea y norteamericana.

Sin embargo, son más y más abiertas también hacia el pensamiento filosófico de otros contextos culturales y otras partes del planeta. Desde este punto de vista, deseo enfatizar especialmente la esfera de la filosofía moral, social y política sobre la que me focalizo. Es muy importante e interesante también ver los intentos de direccionar el problema del diálogo intercultural hacia la crisiscontemporánea global. Como uno de los ejemplos posibles, puedo decir que algunos filósofos, entre los que me incluyo, se focalizan ahora sobre el tema del peligro de la “distopía”.

El crecimiento del interés por la distopía se ha venido percibiendo de modo muy especial en estos tiempos de crisis –la actual crisis económica global económica incluida–, cuando el análisis filosófico es orientado al concepto de crisis y a los escenarios post-crisis adversos a la política y otros desarrollos.

Dada la relevancia política de la “distopía”, es importante definir con precisión ese término que resulta muy vago. La “distopía” está concentrada en posibles escenarios de futuros desarrollos en dos vías.

Primero, tal como implica la sílaba “dis” (que en griego antiguo significaba algo malo) “distopia” es un concepto negativo del futuro, y del futuro relativamente cercano, en el cual se pueden mezclar tendencias críticas que ya existen hoy en día. No se trata, por lo tanto, de una antítesis simétrica de utopía, como algo que no ocupa, o no puede ocupar un lugar real, tal como sugiere primariamente su sentido original. El termino utopía recibe un valor positivo sólo por una aproximación homofónica con la palabra “eu-topía” (“eu” – bueno).

En segundo lugar, el objetivo principal de la “distopía” no se centra en el desarrollo más probable, que es la acepción a menudo más esperable en contextos de análisis sobre el futuro o prospectivos. “Distopía” explica la fisonomía negativa del futuro, cualquiera sea la probabilidad de su realización, grande o pequeña, porque los peligros incluso potencialmente poco probables pueden tener consecuencias desastrosas –tal como las consecuencias de la crisis de los años 30 que terminaron en la Segunda Guerra Mundial–.

La “distopía” traza un mapa negativo para iluminar los peligros potenciales y por lo tanto ayudar a prevenir su realización. Sobre la base de los análisis comparativos de las líneas históricas paralelas entre dictaduras de derecha e izquierda del siglo veinte, podemos seguir a Hannah Arendt, por ejemplo, y desarrollar los análisis filosóficos en los que podemos articular la importancia y el papel de la “distopía” en la perspectiva de las consecuencias potenciales de la crisis global en curso. En consecuencia, podríamos superar o prevenir estos problemas surgidos de la crisis y concentrarnos en un diálogo intercultural y otras ideas filosóficas positivas.

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