“No desearía que las obras sinfónicas que salieran de mi pluma no expresaran nada, o que consistieran de una vacía ejecución de acordes, ritmos y modulaciones. Una sinfonía, ¿no debería expresar aquellas cosas para las que no hay palabras, pero que necesitan ser expresadas?” P. I. Tchaikovski
Podemos ver el arte y el concepto de lo bello como una construcción social o un intento de univesalización de un gusto determinado. Sin embargo, nos queda la sensación de que algo queda en el camino, como por ejemplo, el sentimiento que se produce dentro de nosotros cuando nuestro aparato cognitivo se enfrenta a un objeto, paisaje, música, etc.; sentimiento por el cual la primera expresión o juicio que aparece en nuestra mente es “¡Qué bello!” o “Es una obra de arte”. Puede venir acompañado de una fuerte emoción o no, pero sabemos que toca algo muy adentro nuestro y que la mayoría de las veces no podemos definir qué ni cómo mediante el lenguaje.
Los sentimientos son parte del espíritu humano. Sin embargo, nos cuesta darnos cuenta de ellos y también expresarlos. ¿Por qué? Porque para expresarnos (intersubjetivamente) cotidiana y generalmente usamos otra parte de la mente, a saber: la razón. Lo que sentimos, primero tenemos que pasarlo por el procesador de la razón para poder entenderlo y luego expresarlo oralmente o en forma escrita. Y estas dos partes aparentan estár separadas. Ya lo habían dicho los griegos antiguos, “logos” quiere decir discurso y también razonamiento.
Esta desconexión hace que los sentimientos no se puedan expresar fielmente mediante un lenguaje razonado, inclusive a veces no tiene nada que ver lo que sentimos con lo que expresamos, o no encontramos palabras para hacerlo, etc. Necesitamos una forma alternativa para expresarlos.
Esa forma alternativa podría ser perfectamente lo que conocemos por “arte”. El arte surge por la necesidad del ser humano de expresar lo no racional (i.e. los sentimientos) que existe en él. Una obra de arte expresa más que mil palabras y, a veces, todas las palabras no pueden expresar lo que un ser humano siente. Y esto incluye a cualquiera de las disciplinas que son englobadas bajo la palabra arte. Tanto la música, la pintura, la escultura, la danza, la actuación, la poesía (a pesar de ser escrita), etc., y hasta los deportes pueden tener algún tipo de expresión artística.
Pero el arte, tiene a su vez una parte racional, que son las técnicas empleadas en cada una de las disciplinas para poder plasmar la expresión de un sentimiento, que es etéreo, en la materia. A su vez, las distintas escuelas de cada disciplina tienen un conjunto de reglas para que los creadores y los que emiten juicios sobre obras llegen a acuerdos sobre como hacerlas y como valorarlas.
La excelencia o virtud de un artista, se puede ver de dos maneras: por su pericia en las técnicas de expresión y por su capacidad de comunicar sentimientos al espectador. Estos dos conceptos son la clave para crear una obra de arte “bella”. Muchos artistas pueden dominar las ténicas de expresión, ya que sus fundamentos son racionales y descansan en la habilidad motriz. Lo que es difícil es poder tener esto y la capacidad de crear en el espíritu del expectador el mismo sentimiento (o uno similar) que él sintió al momento de plasmar su arte en la materia. Y esto le da excelencia como artista y de él decimos que es un virtuoso. Y de su expresión artística decimos que es bella. Y no lo podemos definir con palabras, con el logos, porque éste es racional y el sentimiento es no racional, pero que lo sentimos, lo sentimos.
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