lunes, 6 de julio de 2009

Jesualdo y Vaz Ferreira (texto de Agustín Courtoisie)

Jesualdo y Vaz Ferreira

Agustín Courtoisie

En ciertos casos, al abrir juicio sobre un hombre es útil tomar en cuenta el lugar desde el cual eligió desarrollar su obra, y también su ubicación respecto de las fuerzas beligerantes de su tiempo —esto siempre que se busque aprovechar y entender mejor su legado, se compartan o no sus grandes líneas teóricas—. Por eso importa enfatizar que el uruguayo Jesualdo Sosa no postergó sus ideales políticos por su vocación pedagógica sino que ambos aspectos estuvieron siempre indisolublemente ligados —con todos los riesgos que ello puede acarrear—.

Compromiso Abarcador

Esa doble dimensión subyace en sus ásperos reproches a uno de los máximos referentes de la cultura nacional, expresados ya desde el título de su obra Vaz Ferreira, pedagogo burgués. Y hay que tener presente —por dar otro ejemplo de lo indiscernible entre su compromiso educativo y su compromiso político—, que Jesualdo contribuyó a concebir y fundar la Escuela de Educación de la Universidad de La Habana, que dirigió durante los años 1961 y 1962, inmediatamente después de la revolución.

Pero a diferencia de lo que ocurre con otras personalidades de la educación y la cultura, Jesualdo no ha sido olvidado. Con ocasión de su centenario hoy pueden encontrarse muchas referencias sobre su vida y su obra. Por ejemplo, la página web de la Casa Bertolt Brecht recuerda que Jesualdo fue su primer presidente y que contribuyó a fundar en los años 60 el instituto cultural que vincularía al Uruguay con la República Democrática Alemana. Según los responsables del sitio, "Jesualdo prestó especial atención a la enseñanza del idioma alemán en nuestra casa, tarea nada sencilla, que contó con la ayuda del Instituto Herder de la Universidad de Leipzig y visitó la RDA para estudiar la estructura del sistema de enseñanza". (Ver: www.casabb.net/jesualdososa.htm).

Por su parte, en la revista digital Qué hacer, se encuentra disponible el artículo "Ante los 100 años del nacimiento del maestro Jesualdo: un pedagogo latinoamericano". (Ver: www.quehacer.com.uy/ Uruguay/Jesualdo/ jesualdovidaobra.htm).

Allí se menciona su pasaje por Cuba, "donde fue decano de la Facultad de Educación y colaboró como asesor en la Campaña de Alfabetización" y se recuerda que "desde innumerables tribunas luchó por los derechos de los niños y de los maestros y por un mundo más justo". El texto, firmado por las maestras Dana Sosa de Boccardo —hija de Jesualdo—, Carmen Pastorino y Nancy Carbajal, presenta los dos temas que las autoras consideran fundamentales dentro de la obra del educador uruguayo: "su proyecto curricular basado en la expresión creadora y el ‘interés actual’ y su concepto de ‘pedagogía—tránsito’, que ubica su posición político-social". Otro de los focos interesantes del documento reside en la nutrida bibliografía del final, y en los extensos comentarios sobre el ensayo inédito "Vigencia de la educación en Lenin" —custodiado por su hija junto a otros papeles inéditos de Jesualdo—.

Interés del niño

El artículo proporciona muchas pistas pedagógicas para futuros estudiosos de la obra de Jesualdo. Por ejemplo: "Desde el marco de la expresión, planificó el trabajo escolar que debía fincarse además en los intereses actuales de los niños, para cuya definición se separó del concepto de centro de interés utilizado por la Escuela Nueva considerándolo artificial y representativo del interés del maestro y no del niño, mientras que por el contrario ‘el centro debe ser el niño y el interés debe nacer de su necesidad presente’...". Pero los elogios y el tono de homenaje no impiden cierta frescura en la selección de las citas, como cuando las autoras recogen esta frase en que Jesualdo se refiere a su formación teórica: "Y entonces me encerré a leer todo, a apurar todo de un trago, como un borracho que cree llegar a ver a Cristo en el fondo de la última copa. Busqué lo que había en todas partes para doctorar mis intuiciones. Devoré lo bueno y lo malo; lo antiguo, que a veces me resultaba nuevo y lo que parecía nuevo, porque las hojas del libro estaban sin cortar y era, ay, viejo de senectud".

Según las autoras, Jesualdo se distancia del concepto decrolyano de centros de interés y se inspira en "el método de complejos tal como se experimentaba en ese tiempo en la Unión Soviética". En las propias palabras de Jesualdo, el método de complejos "es una aplicación de la dialéctica marxista a las actividades de la escuela, y tiene como base el trabajo productivo y socialmente útil, con lo cual entraña la intervención de la actualidad (los intereses actuales) y el autogobierno escolar". De ahí su propuesta de estructurar el trabajo partiendo de la realidad concreta de los hogares, de la situación social y económica, o de lo que le ocurría a cada uno de los niños, procurando atender sus inquietudes e incorporar sus iniciativas.

Contra Vaz Ferreira

Vale la pena detenerse un momento en su Vaz Ferreira, pedagogo burgués (1963), donde Jesualdo analiza y rechaza desde presupuestos marxistas buena parte de las ideas y proyectos del gran filósofo uruguayo. A lo largo del ciento de páginas de su trabajo, Jesualdo le reprocha a Vaz Ferreira vacilación, abstracciones, inacción, exceso reflexivo, zigzagueos y temores propios de la pequeña burguesía. Y dice, por ejemplo: "Vaz es culpable de ese horror a la pedagogía, que si en sus exageraciones, simplificaciones o deformaciones, era válido, y justificado, estaba lejos de serlo, en un exacto punto pedagógico, después del largo y prolijo camino que este arte—técnica— ciencia y filosofía ha recorrido, en compañía de todas las sabidurías disciplinadas. Todos estuvimos influidos por su miedo y precauciones, hasta quienes siempre estuvimos rebelados en contra de sus análisis demasiado asépticos y helados". O cuando se refiere, con tono vehemente y algunos clisés, a "un régimen entero, que no se cura con reformas de tal o cual pequeño resorte, sino con la revisión de la total actitud humana, de vida y convivencia, de moral y administración, viciada por sus mismos contrasentidos desde la raíz y que es la responsable del éxito o del fracaso de todos sus demás resortes sociales". Para agregar luego: "Claro que tal cosa no entra en los cálculos de Vaz Ferreira, que cree que con tales ‘reformitas’ y ‘ajustecitos’, ya se podrá salvar la irracionalidad de su régimen burgués...".

Como se verá enseguida, en realidad esos criterios contradicen la idea del propio Jesualdo de la "pedagogía—tránsito", que apuesta a todo lo que se puede cambiar antes de que cambie todo. Y además, pese a que la dureza de esas críticas por entonces


contaba con escasos precedentes —por ejemplo, el de Ceruti Crosa—, es interesante advertir su reconocimiento de los beneficios indudables que traería la realización del proyecto de Vaz sobre los "parques escolares": "aspiración de una experiencia que quedó sin cumplir, tal vez porque era demasiado concreta".

Incluso Jesualdo llega a señalar —defendiendo el proyecto de Vaz Ferreira—, que los enemigos de los "parques escolares" fueron "la rutina, la incomprensión, el conservadurismo recalcitrante, [y] la molicie burocrática". Y describe y juzga así el proyecto de Vaz Ferreira: "una estructura de ese tipo, colectiva; con las características de densidad de población infantil y magisterial; con las banderas de una acción pedagógica teórico—práctica, activa y realista, desplegadas hacia el porvenir (...) no podía ser muy tranquilizadora para una administración que trataba, cada día más, de no promover inquietudes de fondo".

Pequeño gran espacio

Si regresamos al artículo "Ante los 100 años..." puede recordarse el segundo eje fundamental de la propuesta de Jesualdo, el de la "pedagogía—tránsito", que apunta a una cuestión que ha recorrido las décadas alimentando muchas polémicas. A pesar de sus coincidencias con Aníbal Ponce, el autor de Educación y clases sociales, son muy significativas las observaciones de Jesualdo acerca del error de aplicar con rigidez ciertos criterios marxistas. Según Jesualdo, ni los mismos Marx y Engels usarían esa vara, porque dejaría fuera muchos aportes históricos y desmerecería "pedagogos y reformas que aún ahora están gravitando en la escuela del mundo, y cuya visión progresista, costará mucho trascenderla aún, por sus fundamentos humanos y racionales". De no dejarse ganar por discursos de barricada, quizás podría incluirse al propio Carlos Vaz Ferreira en la lista.

Para Jesualdo la educación no es necesariamente un factor de reproducción social. En tal sentido Sosa, Pastorino y Carbajal sostienen que "para Jesualdo, si bien la escuela ha vivido subordinada a lo político social y es su reflejo, siempre existieron y siguen existiendo en nuestras realidades determinadas contradicciones que permiten un espacio intersticial en el que puede instalarse la lucha para colaborar en la transformación del medio, a partir de ‘una pedagogía -tránsito que ha de servirnos en las sociedades actuales y los instrumentos que ella nos puede proporcionar para el mejor éxito de nuestro cometido’...".

Y luego agregan: "En los últimos años surgieron en el marco de las ciencias sociales, corrientes reproductivistas que niegan el espacio de la educación como instrumento de desarrollo individual y liberación colectiva, portando un sentimiento de impotencia y escepticismo. La definición de "pedagogía-tránsito" expresa una nítida posición sobre la relación entre las esferas de lo político y lo educativo". Esto permitiría ubicar a Jesualdo Sosa entre quienes hoy discrepan con ese reproductivismo de consecuencias desalentadoras, y valoran el papel positivo y democratizador de la educación.

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