jueves, 2 de julio de 2009

"El niño Dios", texto de José Enrique Rodó

Transcribo un texto de José Enrique Rodó que extraigo de "El Mirador de Próspero" y corresponde a la sección titulada "Mi retablo de Navidad". El pequeño texto se llama "El niño Dios". Lo transcribo desde una vieja edición desplomada de hojas amarillentas, Editorial Cervantes, 1919 prometiéndome a mi mismo intercalar posteriormente textos interpretativos que apunten a la grandeza intuitiva aquí manifiesta de nuestro gran filósofo...



"De toda la pintoresca variedad del Nacimiento vistoso- con el divino Infante, la Madre doncella, el Esposo plácido, las mansas bestias del pesebre- no venía a mí más dulce embeleso ni sugestión más tenaz, que lo que traía en sí esta idea inefable: "DIOS, EN AQUEL DÍA, ERA NIÑO..." Niño en el cielo, niño de verdad, como lo representaba la figura. Mientras yo contemplaba el inocente simulacro, un celeste niño gobernaba el mundo, oía las plegarias de los hombres, distribuía entre ellos mercedes y castigos...¿Cuándo la idea del Dios humanado, del Dios hecho hombre por extremo de amor, pudo mover en corazón de hombre tan dulce derretimiento de gratitud, mezclado a la altivez de tamaña semejanza, como en el corazón de un niño la idea de Dios hecho niño?...



Hoy, que convierto en materia de análisis los poemas de mi candor (EL HOMBRE ES EL CRÍTICO, EL NIÑO ES EL POETA) se me ocurre pensar cuán apetecible sería que Dios fuese niño una vez al año. En la "política de Dios" hay, sin duda, inescrutables razones, arcanos planes, propósitos altísimos, a los que se debe que su intervención en las cosas del mundo se reserve y oculte con frecuencia, y que su justicia, mirada desde este valle obscuro, parezca morosa, e inactivo su amor. El día del Dios-niño toda esa prudencia de Dios desaparecería. Al Dios sabio y político sucedería el Dios sencillo y candoroso, cuya omnipotencia obraría de inmediato, en cabal ejecución de su bondad. En ese día de gloria no habría inmerecido dolor que no tuviese su consuelo, ni puro ensueño que no se realizase, ni milagro reparador que se pidiera en vano, ni iniquidad que persistiera, ni guerra que durara. A ese dia remitiriamos todos la Esperanza, y el mayor mal tendría un plazo tan breve que lo sobrellevaríamos sin pena. ¡Oh, cuán bella cosa sería que Dios fuese niño una vez al año, y que éste fuera el bien que anunciasen las campanas de Navidad!....



Pero no...Ahoran toman otro sesgo mis filosofías del recuerdo del niño-Dios. Antes que lamentarse porque Dios no sea niño de veras durante un día del año, acaso es preferible pensar que DIOS ES NIÑO SIEMPRE, QUE ES NIÑO TODAVÍA. Cabe pensar así y ser grave filósofo. EL DIOS EN FORMACIÓN, EL DIOS IN FIERI EN EL VIRTUAL DESENVOLVIMIENTO DEL MUNDO O EN LA CONCIENCIA ASCENDENTE DE LA HUMANIDAD, ES PENSAMIENTO QUE HA ESTADO EN CABEZA DE SABIOS. ¿Y hemos de considerarla la peor, ni la más desconsoladora, de las soluciones del Enigma?... ¡Niño-Dios de mi retablo de Navidad! Tú puedes ser el símbolo en que todos nos RECONCILIEMOS. Tal vez el Dios de la Verdad es como tú. Si a veces parece que está lejos o que no se cura de su obra, es porque es niño y débil. YA TENDRÁ LA PLENITUD DE SU CONCIENCIA, Y DE LA SABIDURÍA, Y DEL PODER, Y ENTONCES SE PATENTIZARÁ A LOS OJOS DEL MUNDO POR LA PRESENTÁNEA SANCIÓN DE LA JUSTICIA Y LA TRIUNFAL EFICIENCIA DEL AMOR. ENTRETANTO, DUERME EN LA CUNA...Hermanos míos: no hagamos ruido de discordia; no hagamos ruido de vanidad, ni de feria, ni de orgía. Respetemos el sueño del Dios-niño que duerme y que mañana será grande. ¡Mezamos todos en recogimiento y silencio, para el porvenir de los hombres, LA CUNA DE DIOS!"

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