lunes, 13 de julio de 2009

Filosofía en el Uruguay: actualidad y después (por Horacio Bernardo)

Filosofía en el Uruguay: actualidad y después
Lic. Horacio Bernardo


1. Panorama actual: crisis de sentido

La actualidad filosófica en el Uruguay está marcada por un proceso de decadencia que constituye, a nivel general, una crisis de sentido de la disciplina como quehacer en tanto actividad de pensamiento. Dar cuenta de cuál es sentido de hacer filosofía en nuestro país es una cuestión pertinente por, al menos, dos motivos: porque de ello depende tomar acciones concretas dada su progresiva desaparición social y porque permite pensar modos creativos de reactivar la reflexión filosófica en relación al contexto de nuestro país.
Para comprender la problemática aquí mencionada y brindar una idea introductoria de cuál es la situación actual de la disciplina, expondré los factores que componen esta crisis de sentido.

1.1. Primer factor: la desvinculación integral de la filosofía respecto al contexto social. Esta desvinculación “integral” viene dada en tres niveles:
1.1.1 Desvinculación de la sociedad en general y de la opinión pública – No se piensa a partir de problemas ni se tiene en cuenta, en su mayoría, el contexto local uruguayo como plataforma de reflexión. Si bien, como señala Carlos Pereda , esto no es exclusivo del contexto uruguayo, en nuestro país ha contribuido a la desaparición de la figura del filósofo como agente de opinión o asesor sobre temas de su competencia (ética, por ejemplo) En nuestro medio, más allá de notas dispersas, el filósofo es una figura ignorada o desconocida. Si bien puede alegarse que ese espacio es ocupado hoy por especialistas en ciencias humanas como politólogos, economistas, sociólogos o estadísticos encuestadores, es necesario reconocer que desde la filosofía no se ha ofrecido una producción interesante sobre temas de actualidad.
1.1.2. Desvinculación del resto de las disciplinas – Esto es claramente visible en el ámbito académico (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación) . Por ejemplo, las reflexiones epistemológicas actuales no tienen conexión con la actividad científica uruguaya o el uso de las herramientas rigurosas provenientes del método analítico, se cierran a aplicaciones intra-disciplinarias como la tríada verdad, lógica y lenguaje que no revisten interés alguno para agentes de otras disciplinas. Asimismo, planteos de inspiración más post-estructuralistas, deconstructivos o con una mayor libertad discursiva, si bien han buscado acercarse a los problemas actuales, o bien son frenados por la racionalidad académica imperante, o bien contienen una jerga oscura que obstaculiza el diálogo con los actores no familiarizados . Por otra parte, si bien existen intentos de vinculación con otras comunidades del continente desde el área de filosofía latinoamericana o de vincular ética y economía, la tendencia mayoritaria consiste en cerrarse en una especie de claustro cuya producción no logra establecer vínculos interdisciplinarios ni generar interés dentro del propio ámbito filosófico . Este solipsismo se intenta defender desde la matriz académica justificando la pertinencia de problemáticas filosóficas hiper-tecnificadas o la necesidad de contar con individuos especializados en porciones muy mínimas del saber filosófico. Sin embargo, la dificultad de detectar líneas prolíficas de investigación y el escaso volumen de publicaciones parecerían revelar, en lugar de ello, una burocracia que sostiene, cuando no una bochornosa improductividad, la producción de textos cuyo interés en relación a nuestro medio no pasa más allá de preferencias subjetivas.
1.1.3. Desvinculación de sí misma – En el ámbito académico la disciplina filosófica ha llegado a desvincularse de sí misma a través del rechazo tangible de su tradición y su devenir histórico. En la Facultad de Humanidades, esto se refleja en un Departamento de Historia de la Filosofía pobre que cuenta con un catedrático para las cuatro asignaturas que abarcan desde la filosofía antigua a la contemporánea . Si bien puede suponerse que esto se debe a carencias económicas y presupuestales, la inexistencia de la asignatura Filosofía en el Uruguay en el programa de estudios confirma el marcado desinterés histórico por parte del cuerpo académico. Este “darle la espalda” a la tradición crea una filosofía sin pasado, sin identidad y, en resumidas cuentas, sin entidad o sin importancia dentro de nuestro propio país sobre todo para las nuevas generaciones, para las cuales los pensadores nacionales pasan inadvertidos, creando la ilusión de que en el Uruguay no es posible pensar. Y, por ende, si no es posible pensar, ¿qué sentido tiene hacerlo?

1.2. Segundo factor: los espacios de circulación de la filosofía no generan debate ni intercambio de ideas
Carlos Vaz Ferreira en la década del 20 decía: “Un libro cae en este país como una piedra en el agua: un minuto después se ha hundido; toda huella se borra” Hoy, esta observación describe la crisis de sentido del quehacer filosófico en tanto que su producción no genera debate ni discusión a la interna de los propios interesados. Esta ausencia de diálogo crítico priva de sentido a las reflexiones, las cuales muchas veces terminan siendo papers dirigidos a comunidades de otros países (muchas de ellas que ni siquiera leen en español), cuando no requisitos para cumplir con exigencias burocráticas académicas. Ahora bien, en cuanto a los espacios de circulación, dos factores adicionales contribuyen a esta ausencia de diálogo
1.2.1. En cuanto a la forma: Irregularidad de los canales de circulación – Si bien en Uruguay no se publican demasiados libros de filosofía, existen diversos espacios como revistas, eventos, charlas, grupos pequeños, foros virtuales, etc., en general desarticulados y operando de manera informal o irregular. Analizando el caso de las revistas especializadas, publicaciones académicas como Actio, dedicada a problemas de Filosofía de la Práctica, en 2007 y 2008 ha tenido 1 número por año y la Revista de Filosofía Contemporánea ha desaparecido luego de unos pocos números. La Revista Galileo, dedicada a problemas metacientíficos, es una de las pocas que ha conservado su frecuencia de 2 números anuales junto con la revista Contextos, publicada por la Asociación Filosófica del Uruguay, que en 2008 publicó 4 números. En el ámbito independiente, existen iniciativas como el Proyecto Arjé y la Revista Paréntesis pero las mismas dependen de los esfuerzos honorarios de sus fundadores, lo cual no les ha otorgado aún una existencia sustentable. En resumen, ninguna de estas publicaciones ha logrado constituirse como punto de referencia de la totalidad o parte de la comunidad .
1.2.2. En cuanto al contenido: Los temas sobre los que versa la producción escrita parten de inquietudes personales de cada autor que no se articulan en áreas compartidas de interés. Esto genera, en el caso de las revistas, que los artículos no motiven líneas visibles de producción, a no ser cuando se intentan hacer números temáticos que muchas veces resultan forzados u homenaje a alguna fecha de algún autor. En cuanto a los foros virtuales o listas de correo creados desde nuestro país (como Afucorreo o Arjé), las mismas operan como ámbitos de difusión de actividades o diálogo amistoso entre unos pocos miembros activos que debaten sobre casi cualquier cuestión. Si bien en un futuro pueden llegar a ser ámbitos alternativos de apertura, aún no han surgido proyectos con determinada línea o aspiración teórica.
En concreto, puede observarse que el problema consiste tanto en la falta de articulación de los espacios existentes, así como la nula repercusión o interés que generan sus contenidos, lo cual retrae incluso el propio estímulo hacia la producción filosófica.

1.3. Tercer factor: La filosofía parece no tener nada que ofrecer. Si fuera verdad que todas las ciencias partieron de la filosofía, parece que esta última hubiese quedado vacía. La crisis de sentido viene dada por la dificultad de encontrar contenidos o modos específicos que le sean propios y la diferencien del resto de las disciplinas. Esto no significa que la filosofía deba operar sobre un objeto determinado como lo hace una ciencia. Significa, en todo caso, que la filosofía no ha sabido operar de alguna de las siguientes maneras:
· Generando nuevos modos de ver la actualidad
· Empleando el herramental que le es propio (métodos filosóficos) sobre análisis contextualizados
· Problematizando la cotidianeidad
· Encontrando nuevos problemas cuya tratamiento intente dar respuesta a un mayor número de cuestiones actuales

En efecto, la filosofía tiene mucho para decir pero ha dicho muy poco. La filosofía no se ha puesto seriamente a pensar, a generar una inteligencia propia. Ese “olvido” de sus posibilidades, por decirlo de algún modo, es lo que ha contribuido a que sea difícil captar su sentido incluso entre los propios miembros que la practican.

1.4. Cuarto factor: la reflexión filosófica no genera efectos materiales concretos. A pesar de su escasa repercusión e irregulares canales de difusión, la reflexión cobraría sentido si se materializara en decisiones concretas tales como la creación de ámbitos de acción, leyes, instituciones, etc., tal como ha ocurrido en varias oportunidades en nuestra tradición. El pensamiento de José Pedro Varela influyó en nuestras instituciones educativas concretas. Pedro Figari defendió la creación de una Escuela de Bellas Artes así como la reorganización de la Escuela de Artes y Oficios . La Facultad de Humanidades y Ciencias , tal como recordaba Caño Guiral hace ya cuarenta años, fue creada con el objetivo de nuclear “a la mayor parte de los actuales creadores y pensadores” Figuras como José Enrique Rodó o Carlos Quijano fueron parlamentarios y activos periodistas, por poner sólo algunos ejemplos. Sin embargo, nuestra producción actual no pretende traducirse en elementos o decisiones concretas. Existen algunas excepciones, como en el caso de Mauricio Langón y su propuesta de creación de una “Universidad Pedagógica Nacional” o planteos críticos en torno al ámbito universitario actual, pero no se ha tomado conciencia de la importancia y dimensión de la acción reflexiva en pro a cambios posibles y concretos. Esta falta de conciencia ha terminado, al fin, por contribuir a esta crisis de sentido integral de la disciplina.

En resumen, si la filosofía no tiene injerencia en los ámbitos de decisión, ni en los de opinión pública, ni se relaciona con efectivamente con otras disciplinas, ni constituye una comunidad en base al diálogo y debate en torno a ideas y problemas, ni tampoco reconoce su tradición de pensamiento histórico y nacional, no genera contenidos propios ni da pie a la creación de normas o ámbitos concretos, entonces cabe hacerse la pregunta no tanto por cuál es la actualidad de la filosofía en el Uruguay en tanto relevamiento de actividades e instituciones existentes, sino por cuál es el sentido de que haya filosofía en el Uruguay actual. A ese respecto, crisis de sentido no significa vacío, sino estructura vaciada.


2. Hacia el sentido de la filosofía como quehacer

De acuerdo a lo anterior, reflexionar filosóficamente la crisis supone avanzar desde la visión crítica señalada y tomar acciones concretas para reabrir con entusiasmo caminos novedosos para la actividad filosófica. En pro de esta actividad, presentamos aquí dos grandes líneas a considerar de modo conjunto: la reconstrucción y la reinvención de la filosofía en el Uruguay actual.

2.1. Reconstrucción de la filosofía – Esta tarea consiste en retomar la tradición ignorada, trabajar sobre el campo filosófico actual y reflexionar en perspectiva al contexto nacional. Esto supone tres elementos:
2.1.1. Rescate histórico de la disciplina – Esto implica el estudio del pensamiento precedente pero no por mera curiosidad u homenaje, sino como forma de ubicarnos en el presente o, mejor dicho, de crear nuestro presente, darle entidad. Esto no significa reconstruir mitos fundacionales gloriosos, sino analizar las causas históricas de esta crisis para tener herramientas que nos permitan superarla. La continuación de la labor histórica de nuestro pensamiento que realizara Arturo Ardao (quien se dedicó al estudio intenso de la disciplina hasta mitad del siglo XX) es tarea necesaria por los motivos antes descritos. Crear una asignatura Filosofía en el Uruguay en el ámbito académico, o crear un instituto para-universitario dedicado al estudio de nuestro pensamiento son posibles acciones concretas en esa dirección.
2.1.2. Creación de ámbitos de diálogo contextualizado – Generar espacios de intercambio de ideas vinculadas a los problemas locales, es tarea necesaria para reconstruir la disciplina y vincularla a la actividad del país. En ese sentido, ha habido en los últimos años algunos avances. Quisiera mencionar uno de ellos, realizado desde el año 2005 al 2007 y que consistió en la creación de una serie los coloquios sobre “Pensamiento y Actualidad” en Facultad de Humanidades. Estos coloquios partieron de la iniciativa de un grupo de estudiantes y egresados (del cual formé parte) a la que se sumaron algunos docentes de la Institución. Los eventos versaron sobre temas de actualidad filosófica (como el relativismo, filosofía uruguaya, entre otros), así como también sobre temas de actualidad: ley de caducidad, conflicto con argentina por el tema de las papeleras, coyuntura política, educación nacional, globalización, entre otros. En las cuatro ediciones de los coloquios participaron casi 100 ponentes provenientes del área filosófica, de otras disciplinas humanas e incluso del área periodística. Si bien esto supuso una referencia en la dirección de la contextualización de la disciplina, es necesario reconocer autocríticamente que a través de los eventos no se logró una recomposición sustentable de la filosofía, cosa que merece un replanteo teórico del campo filosófico del que esta exposición es un intento . Sin embargo, hay que destacar, positivamente, que la experiencia mostró el interés por parte del resto de las disciplinas en tomar contacto con el área filosófica, cosa que resulta un buen indicador para la continuación de acciones en esa dirección.
2.1.3. Toma de conciencia del para quién y del para qué del quehacer filosófico – Pensando en la actualidad y los posibles efectos de la producción de pensamiento, es necesario tomar conciencia de que la reflexión sólo cobra sentido si lleva implícita un para quién y un para qué, o sea, un destinatario y un motivo. Ser conscientes de estos aspectos finalistas en los propios actos filosóficos es un paso necesario para ligar la reflexión al contexto de reflexión y evitar su aislamiento.
Ahora bien, puede contra-argumentarse que esta visión finalista transforma a la filosofía en dependiente de aquel o aquello a lo que se dirige. En otras palabras, puede decirse que se atenta contra la producción de un pensamiento independiente o visionario, o que se está defendiendo un pensamiento puramente utilitario.
Sin embargo, considerar la finalidad no implica crear una filosofía servil sino, por contrario, una disciplina activa y en diálogo con el resto de los actores sociales. Un ejemplo de ello lo constituye la obra Ariel de uno de nuestros pensadores más influyentes, José Enrique Rodó. En este ensayo escrito en 1900, Rodó opone a la tendencia utilitaria y productiva norteamericana, la visión idealizada de Ariel como símbolo del entusiasmo generoso, el móvil alto y desinteresado en la acción, la espiritualidad de la cultura , el ocio noble y el crecimiento del hombre como hombre mismo. Esos altos ideales, sin embargo, no impiden que Rodó sea muy consciente de que su ensayo se dirigía a la juventud y a la intelectualidad americana y actuara en consecuencia. El personaje de Ariel es Próspero, un profesor que le habla a la juventud y el libro, explícitamente, va dedicado a un quién concreto: “la juventud de América”. Asimismo, desde su aparición en 1900 y durante los ochos años posteriores, Rodó se dio a “una intensa actividad de difusión, literalmente apostólica” de la obra, enviando por correo una buena cantidad de ejemplares, dirigidos personalmente, cada uno de ellos, a “un buen número de figuras destacadas de España y América Latina” Esta acción, aparentemente marginal, cobra sentido al saber que Rodó tenía en claro no sólo el para quién de la obra, sino el para qué de la misma. La dedicatoria que enviara Rodó al venezolano César Zumeta es particularmente ilustrativa al respecto. Rodó dice: “Teniendo yo la pasión, el culto de la confraternidad intelectual entre los hombres de América, le envío un ejemplar de un libro mío que acaba de salir de la imprenta. Es, como Ud. verá, algo parecido a un manifiesto dirigido a la juventud de nuestra América sobre ideas morales y sociológicas. (…) Yo quisiera que este trabajo mío fuera el punto inicial de una propaganda que cundiera entre los intelectuales de América. Defiendo aquí todo lo que debe sernos querido como latino-americanos y como intelectuales…”
En definitiva, el ejemplo de Rodó nos muestra que los altos ideales del pensamiento y la conciencia de la finalidad no se contraponen. Es ese para quién y para qué vinculados a nuestro contexto, a través de ámbitos de diálogo y con la conciencia de la tradición de nuestra disciplina, los que ofician de punto de partida hacia el segundo aspecto de la construcción de sentido de la actividad: la reinvención de la filosofía

2.2. Reinvención de la filosofía

2.2.1. La necesidad de pensar
Plantear la necesidad de abrirse creativamente al pensamiento es ya tradicional dentro de nuestra filosofía. Incluso en la actualidad, pensadores como Alción Cheroni o Ruben Tani se han pronunciado, desde sus puntos de vista, sobre esta necesidad, el primero señalando la pertinencia de vincular la filosofía con las inquietudes sociales, el segundo defendiendo un estilo de reflexión más ensayístico. Lo cierto es que para reinventar la filosofía, primero ha de vencerse cierto miedo a pensar, miedo que ha sido construido en las últimas décadas a través de un “darle la espalda” a la tradición uruguaya y a través de la forma en que se trasmite filosofía a nivel universitario, reduciéndola a análisis de cosas que otros han dicho. Si bien este tema es complejo, una prueba de este miedo es la exagerada apelación a las autoridades en nuestra producción escrita, que recuerda al medioevo, donde muchas veces se hacía decir a las autoridades pensamientos personales pues la innovación era considerada pecado Cabría recordar, por contrario, que en nuestra tradición esto no ha sido siempre así. Rodó, si bien menciona diversos autores no se apoya en ellos constantemente para justificar sus dichos en estilo ensayístico. Emilio Oribe en su “Teoría del Nous” se entrega a la tarea del pensar fragmentario. Carlos Vaz Ferreira en “Lógica Viva” se basa en observaciones del quehacer discursivo de su época. Incluso Ardao en su calidad de historiador de la filosofía no cae en excesos. ¿Por qué nuestros trabajos actuales, incluido éste, están tan recargados de acotaciones, citas, nociones técnicas, notas al pie y nombres? Como he dicho, el tema no se agota en estas consideraciones . Baste lo mencionado como ejemplo de una actitud que es necesario superar si se quiere construir un quehacer filosófico estimulante y propio.

2.2.2. La apertura creativa
En relación a lo antedicho, la apertura creativa implica renovar no sólo el entusiasmo por la actividad de pensamiento, sino el coraje de retomar temas filosóficos tradicionales, encarar nuevos temas o proponer nuevos modos de reflexionar nuestra actualidad. Este es el punto central sin el que ninguno de los anteriores cobra real significado. Apertura creativa significa aventurarse a la ficción de olvidar los conceptos aprendidos, abrirse a la búsqueda de problemas en la cotidianeidad y luego teorizar empleando, cuando corresponda, el bagaje conceptual adquirido. En esa línea, quisiera plantear algunas interrogantes que apuntan a posibles vías de acción filosófica:
¿Qué tanto puede trabajar la filosofía en relación a la labor historiográfica actual? – Por ejemplo, el tema de la construcción de nuestra nacionalidad oriental, más allá de su tratamiento historiográfico concreto, supone la invención de nuestra racionalidad, de nuestro ser colectivo y resulta de interés filosófico. Arturo Ardao o Pablo da Silveira, por poner dos ejemplos desde el ámbito filosófico, han re-iniciado el trabajo del tema. Por otra parte, es necesario destacar que estudios históricos como “La historia de la sensibilidad en el Uruguay” o la “Historias de la vida privada en el Uruguay” construyen relatos sobre nuestros modos de pensar y sentir que desde el punto de vista filosófico no pueden pasar inadvertidos. En ese sentido, la filosofía puede contribuir ya sea como espacio crítico de nuestra historiografía, así como también, como agente articulador, genealógico o reflexivo de nuestra propia constitución como uruguayos.
¿Qué tanto puede contribuir la filosofía como agente activo en relación a la actividad parlamentaria? – La filosofía, en conjunción con otras disciplinas, puede articular flujos de opinión crítica o propositiva en relación al ámbito parlamentario. Como se ha dicho, tenemos ejemplos de pensadores uruguayos políticamente activos, así como también de aquellos que desde el ámbito periodístico han ejercido una gran labor crítica. Asimismo, existen cuestiones éticas de actualidad que reclaman un tratamiento filosófico. La reciente polémica parlamentaria sobre el tema de la legalización del aborto y el veto presidencial posterior habría merecido un debate serio y un pronunciamiento desde el ámbito filosófico, cosa que lamentablemente no ocurrió.
¿Qué tanto puede aportar la filosofía a la sensibilidad concreta de los individuos? – En Uruguay, parecería que la ética no tuviera nada que ver con las personas, su sensibilidad, las dudas naturales sobre los modos de actuar, etc. Esos temas son menospreciados o consideramos como psicología terapéutica. En un tiempo en el que es bien conocida la crisis de valores a nivel social, ese espacio abandonado por la filosofía es captado por disciplinas mercantilizadas como la autoayuda, las ciencias del éxito y la superación personal, el marketing aplicado, el pensamiento positivo o la programación neurolingüística (PNL), etc. sin contar los fenómenos de pseudos-religiones que aplican las técnicas persuasivas de las disciplinas antedichas. Estas son ignoradas desde el ámbito académico, pero cabe hacerse la pregunta sobre si la verdadera filosofía popular es todo este conjunto de áreas que hemos mencionado en lugar de la que se cree estudiar o divulgar a través de los canales educativos formales o las caducas ideologías políticas. Darle importancia a estas manifestaciones desde la filosofía implicaría poder establecer parámetros críticos, así como también, ofrecer alternativas. Esto no implica caer en pseudo-terapias como la reciente corriente de “consultoría filosófica” de Achenbach o en la filosofía con tendencias a la autoayuda de “Más Platón y menos Prozac” de Lou Marinoff. Implica tender puentes desde la reflexión filosófica a los modos de la sensibilidad actual. Crear una filosofía preocupada por los modos de sentir y actuar individuales y colectivos.
¿Qué tanto es posible plantear una filosofía experimental en el Uruguay del siglo XXI? – La filosofía puede incorporar trabajos de campo a los efectos de producir teoría sobre moral, filosofía política, cultura, etc. Esta posibilidad le daría mayores herramientas de trabajo, así como también, le abriría instancias hacia nuevos modos de análisis. Brindaré tres ejemplos de ello vinculados al área cultural, moral y epistemológica en calidad de precedentes análogos:
El primero refiere a Carol Gilligan y su estudio sobre el desarrollo moral femenino. Gilligan realiza un trabajo de campo entre mujeres y varones universitarios y, en base a ello, analiza las diferencias de género en cuanto a creencias, valores, etc. Su estudio y elaboración teórica aportó insumos influyentes para los análisis de género posteriores, además de convertirse en referencia de los estudios sobre los modos en los que se coarta discursiva y materialmente la diversidad.
El segundo ejemplo lo constituye Jean Piaget, quien efectuó multiplicidad de trabajos de campo con niños. Si bien se suele asociar a Piaget con teorías psico-pedagógicas, éste poseía conocimientos filosóficos y sus investigaciones tuvieron alcance epistemológico. De hecho, el propio Piaget tendió a la elaboración de una teoría epistemológica a través de sus estudios experimentales, ya que estudiar el desarrollo de la inteligencia infantil suponía para él comprender los modos en los elaboramos nuestra noción de mundo (tiempo, espacio, permanencia, velocidad, etc.)
El tercer ejemplo, más cercano, lo constituye Enrique Pichón-Rivière en Argentina y los estudios culturales realizados junto a Ana Pampliega de Quiroga en la década del 60. A través de los insumos teóricos aportados por Pichón desde la psicología social y el funcionamiento de grupos operativos, realiza estudios culturales que aparecen en la prensa argentina. En estos breves artículos, estudia y problematiza la cotidianeidad del país, tratando temas como el fútbol, la moda o los modos de relación laboral a través del comportamiento grupal en las vacaciones familiares. Ciertamente, Pichón se basa para ello en su Esquema Conceptual Referencial Operativo, marco que surge de sus referencias teóricas y de los análisis de casos en la práctica, como por ejemplo, el realizado en la ciudad de Rosario.
En resumen, los tres ejemplos reseñados respecto a estudios morales, epistemológicos o de análisis cultual, brindan indicios y referencias de que la reflexión filosófica contextualizada podría abrirse a la perspectiva experimental en tanto otro modo de acercamiento social desde sus propios intereses.

En definitiva, estas posibilidades de reinvención aquí reseñadas son sólo algunos caminos posibles de una labor creativa abierta a un mayor número de ideas, trabajos y reflexiones. Esto último es el punto principal hacia la posibilidad de reapertura de la filosofía en el Uruguay. Que la afirmación de la necesidad de reactivación no quede en la mera queja o en la mera expresión de deseo depende del tratamiento de la crisis de sentido como el desafío central de nuestra disciplina. De ello depende poder encarar con entusiasmo una filosofía dispuesta a reconstruirse y reinsertarse activamente en el contexto.



BIBLIOGRAFÍA

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· VAZ FERREIRA, Carlos. “Moral para intelectuales”, Imprenta El Siglo Ilustrado, Montevideo, 1920

Referencias a revistas, o asociaciones que cuentan con publicaciones en la web. En orden alfabético:

· Actio - http://www.fhuce.edu.uy/public/actio/
· Asociación Filosófica del Uruguay - http://afu.atspace.org
· Contextos - http://afu.atspace.org/contextos.htm
· Proyecto Arjé http://proyectoarje.blogspot.com/
· Relaciones http://www.chasque.net/frontpage/relacion/

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