Alumno: Ignoracia o Engaño
Por Félix Gómez Román
En reiteradas oportunidades, a lo largo de la vida como estudiante, he tenido el agrado de que mis profesores me enseñen cuestiones de suma importancia, como otras que no poseen dicha cualidad. Y que además, algunos de ellos se den el lujo de presumir sobre el conocimiento que ellos poseen, como por ejemplo, cuando nos explican la etimología de ciertas palabras, así demuestran el manejo y conocimiento que poseen sobre otros idiomas como el latín, griego, inglés, etc. Es por esto que me resulta relevante desenmascarar el uso indiscriminado, que tanto profesores de básica, media y universitarios, hacen de la etimología de la palabra “alumno”, en vista que son los personajes con los que se relacionan cotidianamente, es por ello que haciendo uso de la internet (lugar donde muchos perfeccionan lo que saben), encontré la explicación que mis profesores repetían tanto. De cierta forma no puedo culparlos del error, aunque ellos como buenos profesionales debiesen estar concientes que no todo lo que aparece en internet es cierto, pero los argumentos que se escriben en ciertos sitios resultan para personas que no son expertas en esta área bastantes convincentes y provoca que se repita una y otra vez la falsa etimología de la palabra en cuestión.
Comencemos por presentar la postura con las cual nos han engañado, o bien, por la ignorancia de nuestros profesores ha llegado hasta nosotros, el origen latín que ellos plantean como la etimología correcta de la palabra alumno es la siguiente: a = sin ; lumen = luz, es decir, alumno se transforma en el “ser” sin luz, el no iluminado, lo cual esta incorrecto, ya que el prefijo a- viene del griego y no del latín, además los dos términos que significan luz, en nuestra lengua originaria, son lumen, inis y lux, lucis. Por lo que nuestros maestros, profesores, docentes caen en un grueso error confundidos talvés porque se autodefinen como los encargados de la noble tarea de iluminarnos con todo el conocimiento que ellos poseen, esta interpretación que ellos hacen deja de lado la posibilidad que tienen los alumnos de enseñar, ya que como carentes de luz, no hay forma en que nosotros podamos proyectar una partícula u onda de luz con un ápice de conocimientos hacia ellos, lo que nos convierte en simples observadores en la labor de gestar saber, además es una buena forma de mantener monopolizado el conocimiento, ya que como entes carentes de luz no podríamos poner en duda lo que ellos nos comunican por encontrarnos en la oscuridad misma.
Ahora bien haciendo una mirada a la verdadera etimoloía de la palabra alumno, nos encontramos con algo totalmente distinto a lo que hacen alusión nuestros profesores, y es lo siguiente:
Del latín “alumnus”, de raíz indoeuropea *al- “crecer, alimentar”, emparentado con el verbo “alere”-”alimentar”, “alimentum”-”alimento” y con el adjetivo “altus”-”alto, profundo”. En demás lenguas indoeuropeas está conectado con el irlandés antiguo “alim”-”(yo) alimento”, lit. “almus”-”nutritivo”, o en el germano occidental “althas”-”crecido, adulto”, de donde deriva en alemán moderno “alt” o inglés “old” – “viejo”.
El segundo componente “-mnus” proviene de la forma arcaica mediopasiva del latín emparentada la terminación griega participial “-όμενος” (“ómenos”) y de origen indoeuropeo *-m(h1)no-. “Alumnus” significaría entonces originariamente “niño acogido/cuidado/alimentado” para aquellos de muy corta edad. Más adelante obtuvo su significado actual de “pupilo”, tal vez figurativamente de “niño alimentado intelectualmente”.[1]
Con esta rectificación de la etimología de la palabra alumno, la cual no es la única, se espera que menos personas caigan en la equivocación de transmitir el falso origen de dicha palabra.
[1] http://etimologia.wordpress.com/2007/01/30/alumno/
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