Nueva Babel había alcanzado la cumbre de la democracia. Nada se hacía sin consultar la voluntad del pueblo y de ello se jactaban todos los neobabélicos.
Así fue que un día llegó al pueblo un extraño animal que los neobabélicos nunca habían visto. El animal no tenía nombre y se propusieron varios nombres para el animal, hasta que finalmente por mayoría de votos se decidió que se llamaría “parnafante” porque el sonoro nombre hizo mucha gracia en los neobabélicos.
También se votó para saber cuál era su sexo y dada la tosca constitución del “parnafante” se votó que era macho, ya que no mostraba ninguna de las delicadezas que los neobabélicos atribuían al sexo femenino.
El “parnafante” permaneció solitario en el zoológico de Nueva Babel por un año, hasta que un día llegó de regalo otro animal de la misma especie, pero este segundo era más grande y bravío que el primer espécimen. En todo caso parecieron llevarse bien, así que si ambos “parnafantes” fueron recluidos en el mismo corral. Seis meses después, el primer “parnafante” parió una cría. Lo cual era imposible, puesto que democráticamente se había establecido que era un macho. Luego de muchas deliberaciones y un plebiscito, ambos “parnafantes” fueron sacrificados junto con la cría porque fueron considerados un peligro para la democracia y desde entonces, por mayoría de votos, se prohibió en Nueva Babel siquiera pronunciar el nombre de un “parnafante”.
LADO B
jueves, 17 de junio de 2010
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