jueves, 17 de junio de 2010

La unanimidad del fetiche: notas acerca del Plan Ceibal, primera parte, Andrés Núñez Leites

CRITICAR A LA IGLESIA, CRITICAR A LA CRUZ ROJA



Mucho antes de ser entregadas a los niños de las escuelas públicas, las OLPC-XO, conocidas como "ceibalitas" en un modo coloquial y cariñoso aquí en Uruguay, ya eran portadoras de una carga simbólica intensa. Hubiera parecido imposible apenas algunos años atrás, pero el flamante gobierno de izquierda estaba anunciando que cada niño de cada escuela pública tendría en sus manos un laptop, una computadora portátil con conexión a internet para propiciar nuevas oportunidades de aprendizaje. Los objetos socialmente valorados positivamente se suman, se refuerzan, se impulsan en un ciclo virtuoso: niños, laptops, internet, escuela pública, igualdad.



* Hacer el bien a los pobres *


Buscando precisamente en internet datos acerca de la ONG estadounidense que propiciaba este milagro, "One Laptop Per Child" (OLPC: una laptop por niño), encontré una pista para entender el por qué de la unanimidad suscitada en torno a un plan económica, política y pedagógicamente tan cuestionable. Su director, Nicholas Negroponte -hermano de J. Negroponte, de oscuros antecedentes por lo menos de negligencia en la guerra sucia del gobierno Hondureño contra la izquierda- contestaba a un periodista acerca de un cuestionamiento referido a la sostenibilidad de OLPC: "No contestaré esas críticas (criticism). Criticar a nuestro proyecto es como criticar a la Iglesia o a la Cruz Roja". El lector recuerde que estamos viendo una cumulación de sentidos sagrados en torno del plan. Lo repito: "una computadora por niño". Podemos estimar sin temor a equivocarnos, que Negroponte enunció lo que enunció de un modo directo y no irónico: el plan es bueno, el plan coincide con el Bien. Se trata de darle un objeto de alta tecnología, potencialmente herramienta para el aprendizaje, a niños cuyos padres jamás podrían habérselos comprado. Una ONG y el estado ocupando el lugar del padre proveedor y la madre amorosa, restituyendo el sentido de familia. ¿Cómo criticar una bondad semejante?



* Naturalmente arbitrario: lo bueno deviene malo y viceversa *


Una de las dimensiones de la vida social más fascinantes para los sociólogos, es lo que los fenomenólogos denominan "naturalización" o "epoché" de la vida cotidiana. Una cantidad inasible de conductas, significados atribuidos, procedimientos de diverso orden son tenidos como buenos, lógicos, necesarios, incuestionables, cuando, en la comparación trans-cultural, o en ocasiones en la comparación histórica de dos momentos diferentes de la misma formación social, se demuestran arbitrarios, esto es, configurados de un modo cuando bien podrían serlo de otro, a veces opuesto. Un mismo objeto, manteniendo la misma función inmediata y similares características técnicas en dos momentos distintos puede asumir distintos valores para la totalidad o parte de la sociedad. Los frenteamplistas se burlaron hasta el hartazgo de la campaña televisiva que ayudó a convencer a la población en 1999 que debía votar al candidato liberal Jorge Batlle. En ella, unos cortos televisivos de excelente factura semiótica simplemente mostraban al candidato ante símbolos de abundancia consensuados por la sociedad, tales como producción industrial de derivados de la madera, y cuando se refería a problemas sociales, enunciaba una solución sencilla, también de amplio consenso. Así, cuando se refería a cómo solucionar el problema de la pobreza, Batlle hablaba de enseñar inglés e informática, herramientas indispensables para una colocación laboral exitosa. La burla izquierdista fue mordazmente adecuada, señalando que no se puede promover la salida de la pobreza de enormes masas poblacionales simplemente enseñándoles informática o inglés, ya que la pobreza tiene que ver con la forma en que se produce la riqueza social, su contracara. "Batlle va a regalar computadoras a los pobres de los cantegriles" era la broma del momento. Pero cinco años después, viejos militantes de izquierda no se avergonzaban al decir que el Plan Ceibal (la implementación de OLPC en Uruguay por parte del gobierno de izquierda) era una "revolución". ¿Esta transformación del sentido atribuido al mismo objeto -la computadora- y de la misma estrategia de cambio social -la educación- ocurrió en solo cinco años? En realidad no: la naturalización de esa atribución de propiedades sociales mágicas a las computadoras tiene que ver con un proceso de más largo plazo, que culmina en el presente, pero que tiene líneas de procedencia de décadas.



* Posmodernidad y (no)crítica *


Por un lado vivimos un fenómeno cultural denominado por algunos pos-modernidad. La modernidad fue la época de las certezas conservadoras centradas en los intereses de la burguesía, pero también de las certezas revolucionarias, sobre todo de las orientadas a la construcción de un socialismo estatal. En el campo académico, ya a comienzos del siglo XX comienza afirmarse la imposibilidad de conocer la realidad tal cual es, en la medida que los instrumentos de observación alteran inevitablemente los objetos observados (por ejemplo no es posible determinar al mismo tiempo la posición y la velocidad de una partícula subatómica, porque para determinar lo uno o lo otro es necesario alterar su velocidad o su trayectoria, respectivamente); esto se traslada a las ciencias sociales gracias a la relativización de la ciencia y al ascenso de discursos relativistas que muestran por un lado la condición de clase de todo discurso incluso científico -el interés de clases implica le selección de una perspectiva, un punto de vista que tiene que ver con relaciones de fuerza en el campo social y sus prioridades políticas-, la inconmensurabilidad de los paradigmas científicos -porque su propia lógica interna, su selección de problemas y formas de acceso a los datos terminan siendo en realidad procesos de construcción de datos tratables por el paradigma- y más en general la historicidad de la razón y la afectación de los hechos sociales observados por las características propias de las técnicas de investigación -amén de la lógica de la investigación según el paradigma, a lo que aludíamos recién-. Y dentro y más allá del campo académico serán las transformaciones propias del capitalismo las que serán motor de esta razón que se devora a sí misma y se encuentra relativa y falible. La caída del socialismo estatal y dictatorial pero también la caída de la utopía burguesa de la universalización del consumo de bienes y servicios harían el resto. No sabemos cómo funciona el mundo ni hacia dónde va. Tenemos apenas algunos indicios, algunas teorías, débiles y relativas, un "pensamiento débil". Llegamos a comienzos del siglo XIX sin utopías sostenidas en procesos sociales concretos. En el caso uruguayo, el apaciguamiento brutal de la izquierda por parte de la dictadura cívico-militar 1973-1985 contribuyó a bajar el perfil de las demandas y lo más grave, a lastimar tanto los cuerpos como el deseo. Porque las gestas de lucha por el socialismo vienen siendo asumidas no como una derrota tras la cual valdría replegarse y reagruparse para seguir luchando, sino como un fracaso, es decir, como una pérdida de sentido del motivo de la lucha. Si el socialismo es imposible y la utopía burguesa de la inclusión en el capitalismo es imposible, sólo queda aceptar la actualidad del lucro capitalista, del crecimiento económico irracional, de la competencia por el dinero, de la pobreza de grandes masas poblacionales y el simulacro de la integración capitalista, cuando no del propio camino al socialismo.



* Palabras alteradas *

En esta actualidad de simulacros y evocaciones de certezas con fines de manipulación masiva, lo único seguro es el aparentemente concreto de las mercancías y el interés por tener la heladera llena. Y un rasgo notable de esta situación cultural es precisamente la manipulación de medios y fines, a través de desplazamientos de sentido en el discurso político. Así, las políticas de explotación a las clases trabajadoras para subsidiar las grandes inversiones (forestación, celulosa, especulación financiera, etc.), es vista como "equilibrio macroeconómico" a través de la "prolijidad fiscal", "condición previa" para generar situaciones de inversión necesaria para la distribución de la riqueza. El lector ya verá claramente a dónde apunto: la izquierda gobierna como un partido de derecha, pero el discurso tiene un tono progresista. "Que pague más el que tiene más" fue el lema de un impuesto a las rentas brutas que gravó principalmente a los asalariados, en menor medida a los empresarios, en mucho menor medida a los inversores financieros y en ninguna medida a los emprendimientos trasnacionales extractivos de nuestra riqueza. Pero el discurso estatal, jugando con la opacidad del campo social, convenció a la gente del carácter "progresivo" de dicho impuesto; ya lo decía Weber: el trabajador pobre ve al capataz como enemigo de clase, no necesariamente percibe al dueño de la empresa, y mucho menos al accionista o al gobernante; a los trabajadores que ganan $3.500 pesos al mes les pareció bien que se le cobrara el 10% del salario nominal al trabajador que gana la suma de $13.500, percibida como enorme por el primero. Recordemos que el presidente de la república gana, sumando salario y otros beneficios por encima de $300.000 al mes. Tuvo que pagar más IRPF, sin dudas, pero no vio afectado su estilo de vida como sí lo vio afectado el segundo caso mencionado. Tampoco vieron afectado su estilo de vida los accionistas de BOTNIA, o los diputados y senadores de tenedores de bonos del tesoro. Pero claro, el trabajador de $3.500 al mes, que sólo ve informativos de la TV, no precisamente interesados en mostrar esta obscena transferencia de recursos de los pobres hacia los ricos, ni se enteró. Podríamos citar incontables ejemplos, así que sólo listaremos algunos: la invasión de la ONU contra el gobierno democrático de Haití que se oponía a los intereses del capital estadounidense pasó a ser vista como una misión humanitaria en la que nuestro ejército debía participar, la violenta represión policial contra las manifestaciones de izquierda no frenteamplista corrió la misma suerte -"esos traidores que le hacen el juego a la derecha", decían-, la privatización de empresas públicas, el subsidio al capital trasnacional... Esta opacidad del campo social, profundizada por el discurso manipulador de izquierda, favoreció la resignificación veloz de varias situaciones sociales. La percepción del papel de la educación en el cambio social, y de las computadoras como herramienta de aprendizaje es una de ellas. La izquierda partidaria, que desde la oposición venía funcionando como una fuente de deslegitimación de la naturalización de los puntos de vista burgueses respecto de la sociedad, al llegar al gobierno pasó a jugar el papel contrario, quitando mucha fuerza a la crítica anticapitalista.


* Un regalo del presidente *

Si los gobernantes se pasean por las escuelas entregando laptops a los niños pobres esto impone en la percepción de los ciudadanos, dos ideas equívocas: que son un regalo del gobierno o del presidente, que son algo bueno. En el primer caso, es evidente que el costo es tranferido a las familias de los niños a través del pago de impuestos. En el segundo caso, lo iremos tratando en las siguientes notas. Apenas adelantemos que no hubo una investigación previa acerca del posible impacto educativo del plan, que no hubo comparación adecuada con otras propuestas de computadoras y programas alternativos a los de OLPC, que la infraestructura comunicacional es defectuosa y afecta sensiblemente el funcionamiento de los equipos, que las computadoras son bastante malas (lentas, cerradas contra la libertad del usuario, con sistemas de seguridad obsesivos que obstaculizan el uso en clase), que el pago de averías es oneroso para las familias pobres, que la formación de los docentes al principio fue nula y luego fue y es insuficiente, que hasta ahora el uso de las maquinas es más un obstáculo que un beneficio pedagógico. Esto por no mencionar que no llegan libros a las escuelas suficientes para que cada niño tenga el material didáctico necesario, adecuado a su edad, coherente con el currículum, en lugar de la parafernalia de internet.


* Autocensura y silencio intelectual *

Pero volvamos, para cerrar esta nota, al problema de la crítica. Más arriba mencionamos un factor cultural, que podríamos convenir en llamar posmodernidad. No se afinca en el aire, sino en las transformaciones del modo de producción capitalista. Es un estado de la cultura que coincide con la deslocalización y trasnacionalización de los procesos productivos, el imperio de las grandes corporaciones financieras internacionales y la ausencia de cortafuegos de otros sistemas sociales. Algo que muchos denominan con un término dudoso: "globalización". ¿Qué tiene que ver esto con la crítica y su ausencia? Bien:a partir de los años 1960s, pero en el Uruguay principalmente a partir de la desestructuración del "estado de bienestar" batllista a cargo de la dictadura 1973-1985 y los gobiernos siguienes, especialmente el de Luis Lacalle, la dinámica del mercado del empleo se adecuó a la dinámica del capitalismo centrado en la especulación financiera. Las inversiones que antaño la izquierda denominaba "golondrina", en bonos del estado, en acciones de empresas que cotizan en bolsa, la tendencia de las empresas deslocalizadas a cerrar y abrir rápidamente establecimientos siguiendo los vaivenes de la demanda y los niveles de ganancia, la reducción de la capacidad del estado para absorber el trabajo de modo estable, llevaron precisamente a la precarización del empleo. Esta precarización, que colocó al borde del hambre a grandes masas poblacionales, no sólo afectó a los más pobres, sino también a los estratos profesionales universitarios, aquellos potencialmente críticos y con capacidad de acceso e interpretación teórica de la información estatal y gubernamental. Esa precarización se expresa hoy en día en los contratos a término, anuales y bianuales, cuando no semestrales y trimestrales. La lógica de producción por proyectos breves ata de manos a este sector, que pasa a depender muy directamente de los flujos de financiación de proyectos, generalmente estatal, pero también privado, que deriva hacia las ONG. Y el propio estado viene generando formas nuevas de contratación, a término anual o bianual, con lo cual los partidos pueden gobernar contratando a cientos y miles de profesionales y empleados en general, que actuarán seguramente de modo completamente obscecuente con el gobierno, en la medida de su precariedad laboral. Se suman en el caso uruguayo entonces dos factores: una tendencia a la "flexibilidad del mercado laboral" profesional que es parte de la configuración actual del capitalismo, y la llegada de la izquierda al gobierno, quedando en sus manos la contratación de cientos y miles de técnicos y profesionales de izquierda, que habrán de adecuar su discurso político público a las tendencias gubernamentales para conservar el empleo.

Es entonces en una sociedad donde la crítica está casi ausente que pudo implementarse el Plan Ceibal con unanimidad pública, sin reflexión previa ni simultánea acerca de su modo y conveniencia, sin investigación ni evaluación con intención objetiva, sin el apoyo de los docentes. Rodeada de un aura sagrada y paternal, la entrega de laptops se parece demasiado a la dotación de un auxiliar mágico en un cuento de hadas, y tiene por lo tanto un efecto simbólico fuertemente conservador, que le asegurará a la izquierda en el gobierno la posibilidad de exibir logros inexistentes y seducir auditorios nacionales e internacionales, pero no asegurará en lo más mínimo, y hasta puede que surta un efecto contrario al deseado en términos de aprendizaje de los niños. Este último debería ser el centro de nuestras preocupaciones cuando se implementa un plan educativo.

Muchas veces la sociología se usa para mistificar la realidad, preparar los discursos de izquierda, derecha y centro que manipulan a las poblaciones humanas ocultando los motivos y efectos de las políticas públicas. Y algunas veces también está allí para arriesgarse y mostrar que no podemos ni siquiera soñar con una sociedad humanamente más desarrollada en tanto nos subamos a todos los trenes promovidos desde la interesada filantropía del falso primer mundo.

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