viernes, 25 de junio de 2010

¿POR QUÉ ONETTI ES ONETTI? - Fabián Severo

¿POR QUÉ ONETTI ES ONETTI?


Entrevista de María Esther Gilio a Onetti, 1965.

M.E.Gilio – Quiero ir al señor Onetti que está detrás del escritor Onetti.
J.C.Onetti – Eso no interesa a nadie. Y si interesa, no me importa. Cambie el rumbo.
M.E.Gilio – Usted sabe bien que interesa.
J.C.Onetti – Déjelo para el año dos mil, cuando se haga el revisionismo de Onetti.

“Estás acá para creerme. Mis entrevistas con Onetti” María Esther Gilio. Cal y Canto, Montevideo, 2009. p. 18.

El mejor escritor uruguayo y uno de los mejores de la lengua española, no estaba del todo equivocado en sus predicciones. El año 2009, ha sido declarado “Año Onetti” y abundan conmemoraciones para discutir lo que un grupo de “Sabios Onettianos” conoce de su vida, de su obra y de su muerte. Casi no se habla de leer. ¿Para qué? Otros ya lo leyeron y pueden entregarnos las soluciones, en ese afán de saberlo todo, de ordenar el caos, a pesar de que las soluciones y el orden no estén en la obra de Onetti y nunca estarán.
Son tiempos de lo efímero, de lo audiovisual, de usar el control remoto cuando cualquier cuadro amenace comprometer nuestro pensar. ¿Y la lectura? Privilegio de unos pocos. Pocos leen y esos pocos, qué leen. Arriesgo una opinión, esos pocos no leen a Onetti. ¿Y Uruguay? Tal vez los uruguayos nos demos el lujo de no leer al escritor que marcó un antes y un después en la narrativa de la lengua española. “Nadie es profeta en su tierra”. No creo (opino en un país de eruditos) que este refrán explique por qué los uruguayos no leemos a Onetti.
Somos lectores en vías de extinción. Lectores pasivos que deseamos que el cuento pase igual a una película con final feliz. Y si en algún párrafo, los espacios vacíos, las múltiples versiones que sobre un mismo acontecimiento dan distintos personajes, requieren nuestras reflexiones, nuestra visión de lector-personaje, entonces, desconcertados y malhumorados, cerramos el libro y encendemos el televisor.
A este infortunio debemos agregarle los chismes que conocemos sobre la “leyenda Onetti”. No leemos a Onetti porque nos cae mal. Pienso en los centenares de autores, que nada sabemos sobre sus vidas y leemos con devoción y respeto. El mundo tiene sus contradicciones. Debo confesar, también, que mientras escucho a intelectuales bucear en las turbulentas aguas de la vida particular del escritor, no deja de venirme a la cabeza, la imagen de los programas de “chimentos” que dedican horas al día en investigar, opinar, arruinar y solucionar la vida de algunos famosos de la farándula rioplatense. ¿Existe alguna diferencia? Algunos dirán que no se puede comparar la vida de un escritor con la de una vedette de muchas plumas y poca ropa. Permítanme el beneficio de la duda.
¿Podremos separar la vida de la obra? Todos dicen que sí, muchos creen que no. Dejo a un lado al señor Onetti, respeto su privacidad. Elijo al escritor en su obra. Imagino junto a Brausen, un consultorio y una plaza. Veo entrar a Bob al bar y disfruto que ya no sea Bob. Sufro junto a Risso, porque ambos no logramos darnos cuenta en qué momento se equivocó. Aparento, junto a Larsen, que todo va bien y aunque todo esté en ruinas, vamos a trabajar todos lo días. Veo morir a esa mujer, mientras el sueño se mezcla con la realidad y siento una doble sensación de tristeza y alegría.
Otros no lo leen justamente por su obra. Dicen que es pesimista, oscura, etcéteras y etcéteras. Alguien ha dicho, permítanme el olvido, que tal vez el Arte sea justamente la Belleza que nos hace feliz mientras sufrimos. “Solo me queda el goce de estar triste” dijo el señor Borges. Tal vez nos encontremos en esas páginas, evadiendo la realidad con la imaginación, inventándonos ciudades y amores, proponiéndonos empresas que no funcionarán, cantando, pintando o escribiendo porque olvidamos comprar los cigarrillos. Tal vez el mundo no sea injusto y cruel, en caso de dudas, basta asomarse a la ventana.
Pero intentaré responder a la pregunta que hace un amigo. ¿Por qué Onetti es Onetti? Alguien me dijo que después de Cervantes, Onetti. Cómo nos cuesta, tan uruguayos y tan subdesarrollados, aceptar que uno de nuestros compatriotas sea considerado uno de los más grandes escritores de la lengua española, un clásico que nos sobrevivirá para siempre. Parece que afuera ya se dieron cuenta pero tal vez, como siempre sucede, la noticia nos llegue mal y tarde.
Tal vez Onetti es Onetti porque decidió ser Onetti. Eligió ser el que tenía que ser y nosotros, que somos lo que no debimos ser, no podamos aceptar su atrevimiento. Tal vez Onetti es Onetti porque justamente no quiso ser Onetti. Desatendió las normas de convivencia. Olvidó la etiqueta en el armario.
No quiero extenderme. Leo el diario y parece que todo se ha dicho. Los enigmas fueron resueltos. Las soluciones están al dorso. Solamente quiero recordar que después de humano, soy lector. Gasto mis horas entre poemas, cuentos y novelas. Y como lector no me animo a opinar sobre Literatura, algunos saben diferenciar entre buena o mala, yo solamente sé que hay libros que hoy me gustan. Mañana será otro día. Pero también sé que Onetti me sigue atrapando, ayer, hoy y puedo sospechar que mañana también. Tampoco sé por qué me gusta Onetti.
Mi último pedido es que si alguien siente la tentación de resolver mis enigmas, corregir mis errores, responder mis preguntas, agradezco su solidaridad. Pero prefiero continuar mi incertidumbre, tomando una copa con Larsen en el Berna y soñando como ese niño que sabe que nunca será superman pero igual se cuelga una sábana al cuello e intenta volar.
No sé por qué Onetti es Onetti. Tampoco quiero saberlo. Me basta con entrar al consultorio del doctor Díaz Grey y pedirle una dosis de morfina, sin comprender, sin intentar comprender por qué lo estoy haciendo.
En el “Año Onetti” prefiero leer a Onetti.


Fabián Severo – Montevideo. Julio de 2009.
“Cien años después”

No hay comentarios:

Publicar un comentario