viernes, 25 de junio de 2010

Me identifico con aquello..., por Luis Eduardo Coli Martinez

Algunos aspectos y partes de mi alegoría y drama, pasional, personal.

El sentido de aprehensión y pertenecía, se relaciona y asocia, a nuestra presumible identidad.

Me identifico con aquello que se pierde, esfuma, degrada.
Con el vino, la fruta, y el viento, que da sentido a tu piel.
Con el movimiento, la transformación, el cambio constante.
Con los instantes, los momentos únicos irrepetibles, de cada uno de tus latidos.
Con el derroché, la explosión, de belleza, ternura, de cada uno de tus instantes, giros
Que emergen, impactan, me sacuden y conmueven.

Si fura por mi, me quedaría eternamente girando en ellos, entrono a ellos.
Pero el tiempo y el espacio, que nos empuja, nos separan, te separan, te dividen a ti y a mí, de cada uno, de esos momentos, instantes, llenos de magia, que se nos pierden para siempre.

Aunque seamos capaces, de retener, conservar, atesorar, sus huellas.
Que es una forma de quedarme, quedarnos, enamorados, prendados, prendidos, detenidos, totalmente seducidos, renuentes a abandonar, el éxtasis, de los instantes momentos, del pasado-presente.
Girando entrono a cosas que ya no existen, y que nos esforzamos en mantener reproducir, prestando, sirviendo, sacrificando nuestro tiempo espacio, invirtiendo nuestra vida, para mantener a estos con vida, como centro, deidades, atractores, arquetipos, de nuestros giros, de la razón de nuestro compromiso, de nuestra fuerza, de nuestro amor, en nosotros.

Para cuando nos demos cuenta, ya hemos sido, habremos sido, victima de la auto creación-destrucción viviente, capturados, apresados, mentalmente, por la imagen, el reflejó, del objeto deseado, o el deseo, de apoderarnos, apropiarnos, de los acontecimientos, de la belleza y el amor, de su esplendor y encanto.

Que perseveran en la experiencia, como la imagen, la ilusión, el espíritu, el fantasma de tales cosas , que nos atrapan, que se quedan suspendidas, se posesionan de nuestro centro, nutriéndose alimentándose de los giros y la rotación, de nuestro espacio tiempo-mental. Que reconstruye una y otra vez, girando mentalmente entrono a sus patrones, a su imagen, a sus huellas, no dejando que estas, como motivo de nuestros deseos, de nuestros giros, se extingan y degraden.

O tremenda ilusión, cuando creemos que hemos capturado, atesorado, retenido, mentalmente, para siempre la existencia inmortal de la belleza, para movernos entrono a la reproducción, custodia representación, de su retención, que es una forma, de detenernos, enterrarnos en vida, conjuntamente con el pasado, para que este beba, usurpe, se alimente de nuestro suplicio, sacrificio. La inexistencia y el pasado cobra consistencia, trascendiendo a través del cuerpo vivo, nos identificamos con el pasado que nos negamos a dejar morir.

Este tiempo, instante vivido, y sus representaciones, que nos ha cautivado y fascinado se aprovecharán y servirán, de nuestro amor-deseo, marcándonos a fuego, con su huella. Tras interiorizar, la experiencia y vivencia de sus encantos, quedamos prendados del mismo, eclipsados girando y gravitando, entrono a la constante reconstrucción, recuperación mental, de nuestro objeto, deidad, deseo, persiguiéndole en un círculo vicioso, para a través de esta inercia dar continuidad, al pasado, tanto como a lo concebido creado, a través del vivo presente, que se sacrifica como mero sustento.

Invertido lo vivo, como la capacidad de crear, originar, en la persecución del objeto el momento, el instante, en que hemos sido felices y en que nos hemos quedado encerrados. Alimentándose la reconstrucción constante del pasado, de los mejor que ay en nosotros, del sacrificio la inversión de nuestro presente.

Alimentando con nuestras vidas, el basto complejo, extendió repertorios de objetos, de sombras y espectros, de las cosas que ya no existen o solo existe a través de nuestro cuerpo, colonizado yugulado, subordinado y encadenado a las marcas, a los nombres, a las deidades, a las huellas de la historia.

A partir de entonces nos dominan, nos gobiernan, tras robarnos nuestro único presente persiguiéndonos y persiguiendo nosotros, la reiteración de su objeto, intentando recuperar su ser, encerrados en el circulo reproductivo, de la ilusión.

La mente que niega la muerte , el movimiento, el paso del tiempo ,es saqueada y poblada, devorada consumida en vida , por los espectros , las sombras , los fantasmas de los instantes, los momentos del pasado.

Que prosperan como huéspedes inescrupulosos, viviendo a costilla de la carne y la sangre, de nuestro espacio tiempo.

Posesionándose y valiéndose, tras seducirnos enamorados, cautivarnos con sus encantos, fuerza y poder, o complaciéndose de nuestra impotencia y tortura.

Estas, nuestras deidades personales, estos nuestros amores, que tienden ha hacerse inmortales, que no envejecen, se afincan en nuestro centro y se niegan a morir, o le negamos la muerte, y en tanto cuanto, no hacen abandono del presente, del centro, el medio conquistado, de nuestro único sagrado, irrepetible generador de instantes y momentos.

Estos fantasmas, deidades, sombras que se posesionan de nuestra vida- muerte, manejan hablan, pueblan, gobiernan nuestros cuerpos, territorio, presente.

Viven y se sirven, se complacen de la magia y la gracia, de la explotación de la carne y la sangre, de la vida y la muerte, a través nuestro.

Y asumen el protagonismo y el saqueo de la realidad, usufructuando a través de su identidad y aprovechándose de nuestros deseos y miedos, el protagonismo de nuestra vida-muerte, como una entidad ajena, separada del espacio y el tiempo, en el aire posesionado del dominio de nuestro presente.

Es así, que tenemos, cargamos y convivimos, con toda una fauna, una flora de fantasmas, pequeñas y grandes criaturas, que se han esmerado mucho, posesionándose de la realidad, estableciendo y estructurando, organizando, proyectando, su gobierno, su reino, su entorno, a través de una gran deidad, ilusión colectiva. Entrono a un gran deseo colectivo, que se posesiona del centro, para que nuestra realidad energía, colectiva y social, fluya gire entrono a su sustentación.

Y estas imágenes, signos, símbolos, nos han de perseguir, nos han de gobernar y guiar, no nos han de abandonar, ya que en virtud, de servirse, alimentarse, aprovecharse, de nuestra devoción, vocación de fieles seguidores y servidores. Somos incapaces de dejarlas en paz, y recurrentemente volvemos retornamos a ellas, sin saberles darles futuro, es decir sin saber darles vida-muerte, muerte-vida, una descendencia, una posibilidad de evolución.

Demonios y dioses que tras seducir, fascinar, cautivar, la compleja y esencial organización viviente, sensible vulnerable, de la carne y la sangre, abran de reinar.

Nuestro fantasmas se han esmerado y han echo mucho, ay que concederles el merito sobre muchas cosas, como también ay que atribuirles la responsabilidad de otras tantas cosas, genocidios barbaridades etc, que ni es bueno mencionar y recordar.

Es que no es fácil despertar, salir abandonar el sueño, desear y saber dar muerte-vida, liberando y destronado, a nuestras deidades entidades, eternos inmortales dioses, ídolos, profetas, caudillos, héroes, mentales, de su posición y posesión de privilegió.

Desprendiéndonos de las ilusiones y los deseos, las añoranzas, de ser a imagen y semejanza, de nuestro propios mitos, deidades, miedos y deseos, dioses inmortales. Superando los miedos, para enfrentar y asumir la responsabilidad, de la libertad, de quienes viven, de la muerte y la vida. Tenido conciencia de que cuando uno toca es tocado, cuando uno bebe, es bebido, cuando un consume, es consumidos, en el mismo acto y por las mismas cosa, que aman y experimenta, nos experimentan.

Mas que cuando alcanzamos con mucho esfuerzo dar muerte, fin, a una de ellas, cuando liberamos, reconquistamos por un momento, nuestro presente, campo espacio mental, no pasa ni un instante, en que el mismo, no sea nuevamente ocupado, reconquistado, usurpado tomado por otra deidad. Que nos halaga y agrádese, el haber dado muerte y fin a la impostora, ilusoria realidad, que nos poseía, argumentado su falsedad, y autentificándose a si misma, ante nosotros, como la nueva destinataria, de nuestro beneficios, como la real y genuina verdad redentora, que no nos a de abandonar, mientras nos entreguemos a ella por amor. Ella intentara como un espejo devolvernos la representación de nuestra devoción y amor, digna fidelidad y honorable entrega.

Ante lo cual ay que volver a proceder, a dar nuevamente muerte, a liberar nuestra mente del nuevo huésped, deidad, compleja construcción, ilusión mental.

Asombrosamente, este dar sucesivamente muerte, se convierte en un círculo de nacimiento vida-muerte, de deidades, de personajes, entidades construcciones nuevas que emergen y afloran, se suceden una a otras a través de nuestra mente.

Siniestramente uno descubre ser el padre- madre, el almuerzo y la cena, de estos personajes, que nos ruegan, tratan de seducir, para que no alimentemos nuestra libertada a través del sacrificio, de nuestra obra y objeto. Como creación del hombre, estas nos intentan, encantar, fascinar, para subsistir y existir, imperar en alguna y con alguna forma de realidad. Tratando de que el creador, sin realidad, sea el dominado y consumido, devorado en vida, por el amor y el deseo, los deseos, de realidad, de su obra.

Entonces, estas ideas, construcciones de nuestras mentes, espíritus, piden, ruegan servir, ser nobles y buenas, y agradecen y bendicen haber sido rescatadas de las sombras, de la oscuridad, a la madre–padre, al hombre que como un verdadero dios, mentalmente les permite, les otorga la existencia, permanecía subsistencia temporal.

El asunto o el dilema aquí es el siguiente, que tras concebir dar forma y realidad al deseo, al miedo, como a las ideas, asumimos su identidad, nos identificamos con la imagen y el objeto. Asumimos su realidad personalidad, a quién asumimos, elegimos, dejamos vivir existir, ser en nuestra representación, ya que somos padre-madre, como hombres amos, de todas estas deidades, criaturas virtuales, construcciones ilusiones mentales, de las cuales invirtiendo el orden de los comensales, las podemos cultivar, siempre que nos sea licito servirnos y alimentarnos de su vida- muerte, o de los productos y la creación de nuestras mentes, no permitiendo que estas, criaturas, construcciones, fauna de deidades, que consumen y beben de la carne y sangre, se traguen al creador.

Siempre que seamos capaces de humanizarlas, marcarles las posibilidades y esencialidades, de servir contribuir, con la muerte y la vida, a la vida y la muerte.

Es que por otro lado, estas, no pueden vivir, crecer, desarrollarse y evolucionar, si se niegan, rehúsan, a morir- vivir.
Si se rehúsan y rechazan vivir- morir, por el solo hecho de permanecer, existir, imperar.

En esta metáfora alegórica, creo poder haber descrito, el complejo escenario y drama, en que a diario me debato, concurriendo a dar vida muerte, a mis propias construcciones, productos, producciones, ideas mentales.

Antiguas, sagaces y sagradas deidades, a las que sacrifico, de las cuales me alimentó, en función de fomentar y experimentar mi libertad, asumiendo la responsabilidad y el protagonismo de mi propia vida-muerte.

Me siento un poco mal, por todo lo que representan estos trabajos, por que se que estos trabajos, productos, pueden, representar, significar mucho malestar. Marcar, el principio y el fin del reinado y predominio de nuestras deidades, sagradas escrituras y discursos, sagradas identidades mentales, sobre las cuales tengo que confesar, me e servido alimentado. Que han imperado sobre la fuente del la vida y la muerte, de la que depende y han dependido por siempre.

Complejas construcciones e ilusiones, entidades, identidades, mentales, que han imperado dominado, reinado sobre los hombres, a los hombres, de todos los tiempos, convirtiéndolos en esclavos, fieles servidores, de ofrendar su sangre y cuerpo en sacrificio, para satisfacer y alimentar, el poder de los dioses, el de las pretendidas deidades inmortales, superiores, de nuestras mentes, durante todos estos últimos milenios.

Pero por otro lado tampoco se puede tolerar mas el despotismo , el despreció, el abusos los desmanes de estas, sobre lo realmente sagrado , sobre la vida- muerte, la posibilidad de respirar y sangrar, tocar y originar, dando sentido, profundidad, a la realidad sensible, compleja, de la carne y la sangre. Mucha de la cual es tremendamente inocente y victima, desde muy temprano, desde los úteros, de estas deidades identidades, construcciones mentales, que nos gobierna y dominan.

Mi trabajos reflejan esta lucha y conflicto, esta crisis caótica, danza de destrucción y creación, de muerte y vida, que representó con mi organismo y que propicio insto a que acontezca suceda a nivel de mi campo, espacio tiempo orbita mental.

El mundo es ordenado, gobernado, dirigido, por las deidades, las imágenes, identidades superiores. Es así que tenemos deidades dominantes, superiores, y deidades identidades subordinadas, inferiores, servidoras subalternas, de las superiores.

El problema de la identidad se hace más complejo, cuando la identidad, la deidad que uno asume, interioriza, encarna como propia, asido impuesta, decretada impartida, dada por la autoridad, de las dominantes.

En tal caso, tenemos seres que viven en función de satisfacer, cultivar, alimentar su propia imagen, servir con orgullos y esmero a su propia identidad, deidad, idea personal mental.

Mientras otros, a duras penas, se mueven, cargando, arrastrando, una pobre y mísera imagen, identidad, construcción, idea de si mismos, que se condice con su realidad, secundaria servicial, mental, Que toman o han heredado, o que les a sido implantada por el peso y la delicadeza de las condiciones de su medio. Y que posteriormente experimentan como propia, aun a desgano.

Otros las han obtenido encontrado por la necesidad de sus estómagos y los estómagos de su prole, la han adquirido, encontrado, revolviendo y comiendo de entre la basura, los desperdicios, las sobras del mundo civilizado. Tomado para si mismo, la única identidad, idea de si mismos, que se les impuso por su condición de derrotados, como su único salvoconducto ,medio, pasaporte, valido y convalidado, para sobrevivir, en el gran contexto, social, cultural, histórico.

El problema de las identidades y de que los sujetos las asuman, las acepten y protagonicen como propia, cualquiera que sean estas, es algo esencial, crucial para mantener la organización, y el orden de los complejos sistemas sociales, culturales, en función.

El problema los causan los sujetos que se niegan a asumir como propias, o se revelan y reniegan de las identidades, los comportamientos serviles, de los modelos mentales, ideados, a los que se les obliga a asumir y protagonizar como propios, por su sola condición socio-histórica , socio- cultural, geopolítica de derrotados.

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