IV
PASIVA PRESENCIA
Soy un juego de palabras.
Día a día buscando, silencio y sonido.
Mi consuelo, catorce versos publicables.
Pasiva presencia, sordera y ceguera.
Soy un manojo de ideas.
Año tras año tejiendo, duda y certeza.
Actor separado de los hechos.
Pasiva presencia, letargo y mudez.
Y mientras tanto, enmudecidas bocas,
amputadas piernas, sombríos ojos,
desterradas manos, muerte inmortal.
Bajo mis cortinas, abro el archivo,
descubro una rima y soy feliz.
Idea y palabra, soy otro impostor.
V
IMAGINEMOS
Imaginemos el día en que los poetas
no cumplan horario de oficina.
Libres, dejarán de llamar las cosas por su nombre,
no intentarán enseñarnos a andar en bicicleta.
Las consonantes perderán sus dientes,
las vocales sus pulmones.
Con el pulpo derecho tomarán un mástil azul
y cantarán una “o” que suena “eñe”.
La esperanza no esperanzará un endecasílabo
y el corazón no latirá una rima “ón”.
Los infantes no llegarán a fantes.
En la Torre de Papel cada uno tendrá un sabor distinto
y el sol saldrá ovalado
despejando el cielo gris del diccionario.
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