viernes, 25 de junio de 2010

LA "VERDAD" y LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, por María Vidal

Bernardo Borkenztain, en artículo que aparece en este Blog se refiere, hablando del Dicionario de la Real Academia Española a "la inutilidad de este diccionario a la hora de discutir temas filosóficos, por lo esquemático (y erróneo) de sus definiciones"

Comparto por completo su planteamiento acerca de la inconsistencia de ciertas pretendidas definiciones en este Diccionario tan idealizado, tal fetichizado y nombrado como La Biblia o la Verdad Absoluta a la hora de tener que "probarse" lo "correcto" o "incorrecto" de alguna palabra, giro o expresión de la lengua en uso.

Los lingüistas saben, hace buen rato, que la Academia, Real o las Academias de Letras de cada país, no pueden más que ir detrás de los hablantes. Siempre están algo quedadas en el tiempo ya que la lengua cambia en su uso, va transformándose a un ritmo que ninguna de estas instituciones puede seguir.
No quiero decir con esto que no sean útiles tanto ellas como su Diccionario para ordenar, clasificar, orientar, informar, simplemente, quiero afirmar que no puede buscarse en él definiciones stricto sensu. El Diccionario de la Real Academia, para la mayoría de las palabras, no da definiciones sino caracterizaciones y acepciones diversas de vocablos que, necesariamente, tienen que ubicarse en contextos (eso es bueno) para que se pueda comprender su alcance y su diversidad de sentidos dentro de estos contextos que se los otorganan. No existen palabras que signifiquen por sí solas algo neto, seguro, completo. Son usadas la mayoría de las veces metafóricamente, dentro de cierta cultura con la carga que ésta les otorga, o en algunos rasgos de alguna de sus acepciones. No podemos hablar en rigor de sinónimos, ni siquiera de "la misma palabra" ya que ese mismo significante tendrá algún matiz diferente en su significado en un entorno textual distinto. El contexto es matriz de sentido, sin duda alguna.

Quiero referirme a propósito de estas reflexiones, a un artículo de Juan Gelman en su libro "Prosa de Prensa" titulado, justamente, La Real Academia Me parece que Gelman logra a través del humor y la ironía poner en evidencia estas inconsistencias que venimos planteando. Al comienzo del artículo, dice:

"El Diccionario de la Real Academia siempre ha sido para mí una fuente de legítima alegría. Con qué comparar el placer que brinda, por ejemplo, la definición de la palabra "perro": "Mamífero doméstico de la familia de los cánidos, de tamaño, forma y pelaje muy diversos según las razas, pero siempre con la cola de menor longitud de las patas posteriores" (sic) Comenta Gelman con aguda ironía. "El detalle del tamaño de la cola es importante en una definición, y no lo es menos la relación implícitamente establecida entre el fino olfato y la inteligencia del animal con la lealtad al ser humano" Realmente, tiene de qué reírse el poeta
al finalizar la transcripción de esto que...¿se parece a una definición?

Pasa luego a la supuesta definición de "gato" en el mismo Diccionario tan Real y académico.
Y dice el poeta argentino: "La definición de "gato" tiene idéntico interés: "Mamífero carnívoro, digitigrado, doméstico, de uno a cinco decímetros de largo desde la cabeza hasta el arranque de la cola, que por sí sola mide dos decímetros aproximadamente; de cabeza redonda, lengua muy áspera, patas cortas, con cinco dedos en las anteriores y cuatro en las posteriores, armados de uñas fuertes, agudas y que el animal puede sacar o esconder a voluntad; pelaje espeso, suave, de color blanco, gris, pardo, rojizo o negro. Es muy útil en las casas por lo mucho que persigue a los ratones!. (sic)
Gelman agrega (Evidentemente. Me preocupa, sin embargo, que en la definición no haya entrado el color amarillo de un gato que tuve en París,...) y continúa con un sentido del humor e inteligencia en la que no es necesario abundar porque la conocemos.

Este es un texto que utilizo mucho en mis clases de Lingüística y Teoría Literaria "con premeditación y alevosía". Deseo que los alumnos de Profesorado dejen de rendir ese culto casi religioso a este Diccionario, que si bien es útil, no es ninguna obra sagrada ni portadora de la Verdad de la Lengua.

Es claro que un perro y un gato, son animales que hasta un niño pequeño sabe diferenciar. Sin embargo, de acuerdo a estas agudas "definiciones" alguien desprevenido, podría confundir un perro con un gato. ¿Será posible?

Debo aclarar, como lo hace el poeta, que ésta es la versión de 1970 del Diccionario de marras pero...el criterio no ha variado demasiado. Se caracteriza, nunca exaustivamente (no sería posible) y NO se define, cosa que es muy difícil si no imposible para unos cuantos vocablos y conceptos.

Lo que nos parece una actitud casi religiosa es la que exhiben tantos que se preocupan tremendamente por saber si alguna palabra "está aceptada" o no, y se desgarran las vestiduras gritando: esa expresión "no está aceptada"! por la Real Academia!! como si las palabras no tuvieran vida propia y debieran pasar por la legitimación, el reconocimiento, la casi bendición de esta Iglesia de las Palabras.

Nietzche lo dijo a su manera: Mientras sigamos CREYENDO en la GRAMÁTICA, seguiremos CREYENDO en DIOS. Refiriéndose de esta forma a la creencia en Verdades Absolutas, ante las que el hombre se rinde y lo dominan.

Todo libro puede hacer mucho bien o mucho mal, según cómo se lo reciba, se lo valore, se lo utilice. La sobrevaloración que consignamos en estas líneas acerca de estas Academias y sus Diccionarios, con supremacía de la REAL, la que poseería el "verdadero castellano"...no hace más que sumir a algunos hablantes en un cierto mutismo que les impide jugar libremente el juego de la lengua, ese cuyas reglas se establecen y juegan en sociedad.
Y que las Academias, los sigan siguiendo...

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