jueves, 17 de junio de 2010

Descartes y el demonio maligno, Raúl Álvarez

Una fría tarde llega Descartes de improvisto a su casa, escucha un sonido familiar que llega de su dormitorio.
Lentamente abre la puerta y ve a su amante completamente desnuda sentada encima de uno de sus amigos.

Sorprendida le dice: “Amor lo que ves no es cierto, seguramente es un ser maligno que trata de engañarte”
; Sin poder contenerse cierra sus ojos, apretando las sabanas y los dientes su orgasmo se deja escapar.

Mientras se acerca, él introduce su mano en el bolsillo y sin perder el temple agrega:
”No tengo la menor duda amor, no te preocupes, solo pensá que esta daga ni tu dolor existen”.

Minutos mas tarde lava sus manos, toma una botella de arsénico y días después muere.

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