jueves, 17 de junio de 2010

El instinto de rebaño, Arturo Ruiz

Publicado el 19 Octubre 2009 por Arturo Ruiz Ortega en DESDE LA ABSOLUTA Y FORZADA INDEPENDENCIA

La Filosofía en cuanto tal, es decir como método y doctrina nació hace dos mil quinientos años con Platón, sin embargo, como palabra cuenta con algunos años más y como actitud tal vez sea tan vieja como el hombre mismo o casi… Ese ‘casi’ es importante, porque las primeras explicaciones que se dieron los primeros hombres acerca de los fenómenos fueron míticas y personificadoras. No fue sino hasta los llamados pensadores de la mañana –al menos en Occidente –que los mortales comenzaron a buscar causas materiales de los fenómenos.

La Filosofía debió parir a una hija que pronto se multiplicaría a sí misma en varias ontologías regionales o ciencias. La magnitud de Lo Ente y de sus fenómenos hizo necesario que tales fenómenos se catalogaran por tipos y el volumen de conocimiento hizo que, finalmente, fuera imposible que un solo hombre y una sola disciplina dieran cuenta de todas las cosas. Así nacieron la Ciencia y las diversas ciencias y así dieron paso a las diferentes tecnologías que forman hoy por hoy un frondoso árbol de conocimiento.

Con todo, las primeras preguntas acerca de lo Ente, la Vida, la Muerte y el conocimiento –entre otras que no vamos a especificar aquí –no encontraron el camino de independencia que encontraron los demás problemas del conocimiento humano y es por ello que una disciplina que lleva por nombre Filosofía sobrevive hasta nuestros días ¿pero puede la Filosofía dar cuenta de la Verdad, del sentido de la existencia humana, es decir, de la vida y de la muerte?

Una respuesta seria a una pregunta semejante no puede ser sino una respuesta ambigua: es a la Filosofía a donde llega el hombre libre de prejuicios y personificaciones en busca de un sentido trascendental para su propia existencia, sufrimiento y muerte. El mortal libre de prejuicios encuentra en la Filosofía, más que una serie de respuestas, una serie de preguntas , una serie de especificaciones acerca del correcto modo de hacer preguntas y plantear los problemas. Algunas respuestas que pueden llegar a encontrarse, son a decir de Ortega, simples perogrulladas tales como “pienso, luego existo” o “el hombre está en el mundo”, sin embargo, los mortales continuamos acercándonos a esta disciplina con el objeto de encontrar las respuestas más profundas a nuestras preocupaciones más esenciales.

En todas las épocas la Filosofía ha pasado por estar fracasada o acabada como un saber finalizado o inclusive ambas cosas, pero cada generación plantea los interrogantes nuevamente y cada respuesta no genera sino nuevas preguntas o más bien las mismas preguntas de nuevo: ¿hay algo así como una verdad? ¿Es posible el conocimiento? ¿Cuál el sentido del mortal en el mundo?

Más que en encontrar la Verdad, la Filosofía tiene éxito en desenmascarar las mentiras que surgen también una y otra vez, generación tras generación y que enfrentadas al rigor del pensamiento filosófico perecen al ser consideradas absurdos, peticiones de principios o tautologías. Todos los conductores de rebaños y los propios rebaños han vuelto con rencor de sus consultas con la Filosofía cuando ella no ha confirmado sus creencias, sino más bien las ha negado o al menos puesto en duda. Por ello la Filosofía no cuenta con verdaderos cultores entre los pastores de rebaños ni entre los líderes de las religiones: porque la Filosofía siempre separa a las ovejas de los rebaños y las transforma en hombres y mujeres que dicen que no a las opiniones de los rebaños y sus pastores que, a estas alturas de la historia, se confunden en una sola masa de rebaño pastoril.

Pero, con razón, se ha reprochado a la Filosofía el haber dejado sin afirmaciones a los rebaños a los que les ha negado su fe. Les ha dicho NO a todas sus opiniones, pero, cada vez que el rebaño ha pedido alguna afirmación de algo en qué creer, la Filosofía responde con sus perogrulladas tales como “pienso luego existo” o alguna fundamentación racional de la ética, que parece ser insuficiente para dar o acaso devolver al rebaño el sentido trascendental que obtenía de sus opiniones erróneas.

Es por ello que, muchas veces, aún luego de ser desmentidas, las ovejas han vuelto a sus rebaños con su fe “fortalecida” con algo así como “credo quia absurdum est” (creo porque es absurdo) o alguna contradicción semejante más posmo como “igual a mí me sirve” defendida como dogma. Es mejor llevarse un dogma en qué creer que entregarse al abismo de la duda constante que es la Filosofía, pero ¿pero es que acaso la Filosofía no tiene ninguna respuesta que ofrecer a los rebaños? Ha podido fundamentar una ética más o menos consensuada en todo aquello en lo que no entren entidades teológicas –el alma, por ejemplo –y ha sido la responsable de que principios tales como los Derechos Humanos y la Democracia se vuelvan de valor universal o casi, pero ¿qué puede hacer ante preguntas trascendentales como la muerte?

Aquí no hay respuestas para los rebaños que buscan llenos de esperanzas, aquí sólo hay caminos para hombres y mujeres libres que no tengan nada ovejuno en su naturaleza y que sean capaces de enfrentar el abismo con una mirada valerosa. Para estos mortales, será suficiente con mantenerse en una voluntad ajena al engaño y con rescatar esa incertidumbre como respuesta… y en ella, con el debido recogimiento, obtener esa experiencia personal intransferible que no cae en ninguna de las trampas de las creencias del rebaño, que no antropomorfiza lo inhumano, que no suaviza lo duro y que es capaz de mirar a las cosas misma de frente aún cuando ellas jamás se revelen en TODO su sentido. Porque dejarán siempre al descubierto los sinsentidos que se les atribuyen…

Pero el rebaño quiere una verdad socialmente sancionada, burguesa, de buen tono y a escala humana, aunque no sea una verdad verdadera: quiere un consuelo. El rebaño quiere que se entregue un camino de pastoreo para enfrentar la muerte y de esa forma poder confiarse en sus guías. Pero no hay nada más ajeno a ello en un pensamiento que exige pensadores conscientes. En ausencia de verdad, el rebaño optará por su sinsentido y lo llamará verdad, mientras que la Filosofía es siempre por sobre todas las cosas el pensamiento de lo verdadero, aún si su única verdad es que tal vez pueda llegar a ser impotente ante la verdad. Por ello no existirá ya más una Filosofía para las ovejas.

SIEMPRE CON EL ALTU AUSPICIO DE ESTE LIBRITO

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