viernes, 25 de junio de 2010

A favor y en contra de la homeopatía, por Bernardo Borkenztain

Una de las frases divulgatorias de la ciencia acerca de una de las dicotomías más famosas de la física clásica, a saber, si la luz es una onda o está compuesta por partículas, y disculparán que no recuerde la autoría, es “formulan preguntas corpusculares para saber si es una partícula y preguntas ondulatorias para saber si se trata de una onda”. La frase tiene la simetría, simpleza y escaso interés epistemológico de un aforismo, pero permite ilustrar un punto, que es el de que frecuentemente la ciencia opera bajo una hipótesis de desarrollo y diseño experimental que presupone lo que desea demostrar.

Me explico. Si la medicina alopática (la tradicional de jarabes, pastillas, etc.) maneja para determinar eficacia con el concepto dosis/actividad farmacológica, y desarrolla un montón de pruebas que determinan la dosis efectiva – pongamos por caso – en el cerebro de determinado ansiolítico en función de la que había en el comprimido, es absolutamente coherente y está bien. Ahora, si las autoridades lo toman como dogma y exigen a cualquier forma de curación que cumpla tales estudios lo que hacen es adscribir a un determinado sistema de valores y a nivel de la práctica de salud es equivalente a prohibir el divorcio porque tal o cual profesión de fe lo hace, e impide la legitimación de cualquier otro tipo de sistema que no se base en la dupla mencionada.

Un caso muy notorio es el de la homeopatía. Según el DRAE[1]:
homeopatía.(De homeo- y -patía).1. f. Sistema curativo que aplica a las enfermedades, en dosis mínimas, las mismas sustancias que, en mayores cantidades, producirían al hombre sano síntomas iguales o parecidos a los que se trata de combatir.
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Lo anterior ilustra dos cosas, la primera es la inutilidad de este diccionario a la hora de discutir temas filosóficos, por lo esquemático (y erróneo) de sus definiciones, ya que ésta en particular, utiliza el concepto de dosis, ajeno a la homeopatía en el sentido usado, para definirla, justamente según el paradigma alopático. La segunda, lo arraigados que están los prejuicios de los sistemas dominantes en el inconsciente colectivo, afectando aún a los encumbrados académicos de la Real – “Por qué no te callas”- Academia Española.

En efecto, el concepto cardinal de la práctica homeopática no es la dosis sino la potencia, ya que esta práctica no administra antagonistas a las enfermedades, sino los propios antígenos diluidos de manera infinitesimal, bajo la hipótesis de que de esta manera la propia sustancia dañina desaparece y queda solamente su acción o potencia, que estimula al sistema inmunitario y promueve la curación. Desde el paradigma alopático, como no hay dosis, se lo considera agua pura o “agüita”, según la denominación despectiva habitual.

Como advertencia, la inadecuación de estos principios al paradigma alopático no la convierte en “aceite de serpiente” y es estudiada de manera formal en muchas universidades. Lo que sí la banaliza es la miopía que durante décadas (ya no, según tengo entendido) tuvieron las autoridades que, relegándola al metafísico campo de las “medicinas alternativas” permitieron que fuera ejercida, durante décadas, por personas que no eran médicos titulados y eso es a la vez, estúpido y peligroso. Y lo es porque solamente un médico entrenado correctamente puede realizar con pericia la tríada anamnesis/diagnóstico/pronóstico y en función de ella decidir un tratamiento.

Nuevamente explico y simplifico: anamnesis es la entrevista de encare al paciente, diagnóstico extraer de ella y de ciertas pruebas la conclusión del mal que aqueja al mismo y pronóstico una estimación de su evolución futura. Para un lego, es imposible (o impredecible en el éxito, mejor dicho) la diferenciación, ante una “roncha” de determinar si es alergia, hongos, varicela o un chancro. Y bien distintos tratamientos que requieren todas.


[1] Diccionario de la real Academia Española, versión digital

Comentario de Andrés Amado Zuno Arce el diciembre 9, 2009 a las 7:03pm Eliminar comentario Apreciable Bernardo: los estudios de escuelas de homeopatía, muchas, avalados y aprobados por las autoridades de varios, numerosos países, son muy completos, tanto como los de alopatía de las universidades. Con la salvedad de que no se estudia cirugía, rama de la ciencia médica que no es alopatía, por cierto. Sí se estudia "la diferenciación, ante una “roncha” de determinar si es alergia, hongos, varicela o un chancro". Incluso médicos alópatas estudian en ellas. Y desde luego, estoy de acuerdo con que "solamente un médico entrenado correctamente puede realizar con pericia la tríada anamnesis/diagnóstico/pronóstico y en función de ella decidir un tratamiento" y los homeópatas sí están entrenados. Por eso los acepta la autoridad.

Por lo demás, coincido en prácticamente todo lo que se dice aquí. Y he aprendido algo. Me sirve. Gracias.
Saludos cordiales.

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