El perspectivismo parece haber conquistado completamente el imaginario actual. La distinción entre lo verdadero de lo falso se ha vuelto una suerte de insolencia y falta de tolerancia, todo el mundo tiene derecho a "su verdad" e intentar siquiera cuestionar las convicciones de los otros es prácticamente una falta de respeto.
Este perspectivismo absoluto tiene su origen en el pensamiento posmoderno o al menos en parte de él, que ha renunciado a una ontología y se ha dado en llamar pensamiento débil, pues desconfía de su habilidad para encontrar alguna verdad. Pareciera ser que la alta probabilidad de los descubrimientos científicos fuera suficiente certidumbre para el hombre. En este contexto, cualquier respuesta parece válida, cualquier recinto en donde el ánimo sienta algo de consuelo y pueda reconocer como "un hogar perdido" tiene el valor de una verdad.
En este contexto, la alianza más improbable ha ocurrido: el mismísimo papa, el anticristo, sí Ratzinger, ha buscado la alianza de un pensador como Gianni Vattimo en la defensa de la fe. La filosofía de Vattimo otrora constituía la lectura de los pensadores Nietzsche y Heidegger y de pronto, ha dado un vuelco en ciento ochenta grados para aliarse con la infame iglesia católica (recomiendo el anónimo "Contra Ratzinger" en este punto). Lo increíble de todo esto, es que este pensamiento se apoya en la filosofía de Nietzsche, sobre todo en un texto llamado "Acerca de la Verdad y la Mentira en sentido Extramoral", el cual está disponible en el enlace "Verdad y Mentira" del blog http://wwwarturoruiz.wordpress.com/verdad-y-mentira/ .
Cierto es que en este texto Nietzsche está negando la existencia de la verdad, pero, cuando pensamos en la verdad, no podemos pensarla fuera de cierta historicidad del concepto. Es cierto que hay un antes y un después de Nietzsche en el concepto de verdad, sin embargo, para poder entender qué está diciendo Nietzsche, tenemos que entender cuál es el concepto de verdad al que se refiere.
El Cristianismo Nicénico, esto es el Cristianismo resultante del concilio de Nicea y no de las enseñanzas de Jesús -de las cuales sólo se conoce una parte, mientras que el grueso de ellas se encuentran perdidas y otro tanto está en espera de su reconstrucción -fue la peor cosa que pudo ocurrirle al pensamiento. Aquí se firmó el acta de muerte de la Filosofía, en la cual se encontraba aún imbricado el embrión de lo que serían las ciencias. La Filosofía, si bien no murió, se transformó en esclava de la teología. La mayoría de los filósofos griegos y romanos, aún reunidos en las instituciones fundadas por Platón, Aristóteles y sus discípulos, se dispersarían pocos años más tarde (354), cuando el Cristianismo fue declarado no sólo religión oficial, si no la única religión permitida por Constantiniano, sucesor de Constantino.
En el siglo XIII Tomás de Aquino finaliza el corpus teológico de la iglesia católica, el cual no sería tocado sino hasta el siglo XX, con ello, paradojalmente, siembra el germen del renacimiento de la filosofía, ya que basa todos sus razonamientos en el pensamiento de Aristóteles, a quien llama "el Filósofo". Para él y para toda la edad media, el pensamiento de Aristóteles sería la cumbre más alta posible de alcanzar, pues él había llegado a concebir la existencia de un dios único, aunque bien distinto del dios cristiano. El dios de Aristótles era pensamiento que pensaba pensamiento, no era creador, no se ocupaba de ningún otro ente y se contemplaba sólo a sí mismo, puesto que cualquier otra contemplación lo rebajaría de su trono de perfección. Para Tomás, la falta de conocimiento del amor de dios era el resultado del desconocimiento por parte de Aristóteles de su revelación, la cual sólo tuvo lugar cuando el verbo se hizo carne y la historia que todos sabemos, aún a pesar de nosotros mismos.
Aristóteles, como todo el mundo, había cometido errores no en la Metafísica, sino en la física. Su sistema postulaba que toda la naturaleza podía deducirse de principios generales -forma de pensamiento que luego se conocería como racionalismo -y que la contrastación empírica no tenía ninguna necesidad. Ello lo llevó a algunas afirmaciones descabelladas tales como que el hielo es más pesado que el agua, que la velocidad de caída de los cuerpos dependía de su peso y no de su forma y que los planetas, la luna y el sol giraban alrededor de la tierra en esferas concéntricas. Aristóteles, siendo el intelecto más grande reconocido por el clero, no podía ser debatido, por eso cuando Galileo mediante experimentos sencillos y observaciones telescópicas demostró los errores del "Filósofo", no recibió precisamente condecoraciones.
Pero sería Descartes, quien ya teniendo la experiencia de Galileo y sin molestarse en discutir con Aristóteles, se limitaría a crear un sistema de pensamiento completamente diferente. A propósito de su célebre "pienso luego existo" (Cógito), crearía un nuevo concepto de verdad conocido como la "Certitudo" (certidumbre), sin embargo, interrogado por el rol de dios en sus razonamientos - no tenía ninguno -recurrió a una prueba falaz, pero aceptada -aceptada hasta el día de hoy -por la jerarquía cristiana, de la existencia de dios: el argumento de San Anselmo. El argumento de San Anselmo dice que si se concibe un ser tan absolutamente perfecto como dios, su existencia se deduce simplemente de dicha perfección. No sería sino Kant quien por fin destruya este argumento -no diremos como lo hizo porque eso alargaría esto varias páginas más, pero lo hizo.
El concepto de Verdad de Tomás, sin embargo, podía seguir existiendo al lado de la Certitudo. Por ende la Certitudo, no fue considerada como un nuevo concepto de verdad, sino como otra formulación del mismo hasta el siglo XX con Husserl y Heidegger. El concepto de Tomás igualaba a la cosa, la verdad y el bien. La verdad del discurso o pensamiento era enunciada como "Adequatio" que quiere decir adecuación. Un aserto o pensamiento es verdadero en la medida que lo que se dice se adecue a la cosa enunciada, pero, el aserto toma su verdad de la cosa del ser de la cosa, porque las cosas verdaderas son además buenas -el libro en el que Tomás habla de esto se llama "De Veritate" o sea "De la Verdad" y es fácil de encontrar.
Son Hegel por una parte y los positivistas de Comte por otra quienes profundizan esta noción de verdad. Hegel plantea el problema el problema de cómo la cosa conoce su verdad, ya que absurda es una cosa verdadera cuya verdad no es conocida. Hegel entonces sostiene que las ideas se encuentran alienadas en las cosas y que buscan desesperadamente reencontrarse y conocerse, cuando eso ocurre, la cosa que es en sí, se vuelve para sí, o sea, de alguna manera consciente de sí misma, para que esto ocurra, para que las ideas se transformen en espíritu o razón, necesitan de un instrumento: este instrumento es el hombre, quien no será más el protagonista de la historia sino el instrumento de este espíritu, quien sí es ahora el protagonista de la historia -por favor indulgencia, mis lectores filósofos: esta explicación del pensamiento Hegeliano es vaga, pero este es un artículo de difusión y advertencia a mis lectores que no conozcan a Hegel: aquí tocamos muy superficialmente a un pensador asombrosamente profundo.
Por otro lado, el positivismo de Comte, anunciaba un universo inteligible, ya que la inteligibilidad era una característica de las cosas. El positivismo incluso anunciaba el advenimiento de una Religión Positiva: o sea ¡el advenimiento de una religión en la que la existencia de dios sería un hecho científico!
Nietzsche entonces lanza aquel escrito que ya he citado, el cual es un escrito poco conocido por el público general, pero sí es ya correctamente valorado por la comunidad filosófica. En este escrito Nietzsche niega la existencia misma de la verdad, las cosas no tienen este atributo, ni siquiera podemos conocer las cosas, ya que nuestro conocimiento se encuentra limitado a nuestros sentidos y no a las cosas, por tanto, atribuir siquiera una existencia real a las cosas es ya una pretensión -esto lo emparenta con Kant, quien será su declarado enemigo, pero no por cuestiones ontológicas, sino éticas.
Nietzsche, sin embargo, no fue tomado en serio, negar a la verdad y a dios era demasiado para el siglo XIX. La hermana, además, adulteró sus textos dándoles un carácter antisemita que el buen Nietzsche nunca tuvo, de hecho, le pidió matrimonio a una judía que no se quiso casar con él. Nietzsche murió loco con un diagnóstico poco claro: reblandecimiento cerebral. Antes de quedar postrado, entregó copias de sus libros sin adulterar a sus amigos, pues conocía biena su madre y a su hermana.
A principios del siglo XX, sin embargo, un hombre llamado Husserl, sí tomó en serio a Nietzsche y se dio cuenta de que el concepto de "Adequatio" de verdad no sobrevivía a la crítica Nietzscheana a no ser con serias modificaciones, pero, por otro lado el concepto formulado como "Certitudo" sí podía perfectamente sobrepasar la crítica Nietzscheana. En este concepto, la verdad no es un atributo de las cosas, en cuanto a ser un atributo moral, sino que es un atributo de la relación cognoscitiva. Las cosas, sea cual sea su naturaleza intrínseca y última, se me presentan a mí en cuanto siendo esta cosa y no otra y, una observación atenta, puede llegar a producir la certidumbre al respecto o no. Como dicha certidumbre no es siempre posible, la presentación de una cosa como siendo esta cosa y no otra fue llamado ya no certidumbre sino develamiento, las cosas se develan ante el intelecto. Heidegger llamó a esto en griego Aletheia ya que la descomposición A-lethes puede traducirse como 'sin velo'.
Nietzsche, sin embargo, sería finalmente tomado en serio nuevamente por el público y muy en serio. Así como el Tercer Reich se basó en la versión adulterada del autor, luego de su caída, aquellos libros que habían sido preservados de la mano maligna de la hermana vieron por fin la luz. Una Europa devastada por la segunda guerra mundial estaba escéptica de dios y pudo enfrentarse a Nietzsche por fin con una mente algo más desprejuiciada, los pensadores franceses leyeron entonces "Sobre Verdad y Mentira...", pero ya, y era comprensible, no querían saber nada de idealismo alemán, además, la militancia de Martin Heidegger en partido Nazi le había desprestigiado ante los ojos de la comunidad del pensamiento, sólo Sartre se atrevió a mirarlo, y según Heidegger, le entendió mal.
Aún con los conceptos de Hegel y el Positivismo en boga, la verdad pareció morir. Surgieron pensamientos que afirmaban que la verdad no era sino un constructo destinado a mantener estructuras en el poder, todo lo cierto fue puesto en duda, pero de una manera que Nietzsche hubiera llamado "decadent" y nihilista. Este poner en duda francés no afirmaba nada en lugar de las cosas que deconstruía o dicho en castellano: destruía. En todo podía verse dominación y poder -esta era una herencia del Marxismo que ya antes de la caída del muro, en los sesenta había decepcionado a los franceses por las atrocidades de Stalin -el mundo parecía reducirse a pura perspectiva, a pura interpretación antojadiza.
El pensamiento de Heidegger encontraría a un pariente limpio de sangre en la figura de Ortega y Gasset. Ortega ya había llegado a conclusiones muy similares, también siguiendo a Husserl y de forma paralela, la herencia de su pensamiento volvió a vigorizar la filosofía. Sí existe la verdad, es un atributo de la percepción, no de las cosas, pero yo habito mi percepción, yo habito un "yo y mi circunstancia" no puedo separarme de esa circunstancia ni a esa circunstancia de mí, porque ya no podría conocer dicha circunstancia y la circunstancia es finalmente el MUNDO. Dichas percepciones además son compartidas y es por ello que es posible la organización y la cultura pues si fuera de otro modo, cada ser humano viviría encerrado en su propia concepción del mundo, incapaz para siempre de encontrarse con otros: eso sería solipsismo y el solipsismo no es posible. No voy a decir porqué no es posible, pues ya de ello se encargó Platón en el "Menón".
En este contexto es que la verdad y la mentira todavía existen y es por esto que, si bien pueden darse una serie inconmensurable de perspectivas -puntos de vista -acerca de una misma cosa ¡no todas las perspectivas que puedan darse son verdaderas! Supongamos que camino por el paseo Ahumada, y de pronto aparece ante mí, en una pared un letrero de una multitienda. Yo as, de lejos, de una simple mirada, no puedo saber de qué está hecho el letrero. Tal vez sea de plástico, pero bien puede ser también de aluminio o de los dos materiales combinados, sin embargo, ya desde mi perspectiva puedo saber que el letrero no está hecho de agua o algún material líquido, y lanzar ello como hipótesis sería absurdo.
Limitar las perspectivas a un criterio de verdad determinado es una clave para no perdernos en el pensar. La pérdida de la distinción de lo correcto o incorrecto es siempre una tragedia, una cosa es que nos demos cuenta de que cosas que tuvimos por ciertas eran falsas y cosas que teníamos por falsas ciertas y otra muy diferente anular por siempre toda posibilidad de distinción. La historia está llena de excesos cometidos por una idea mal comprendida, tenemos a Stalin, la Iglesia y el Fascismo, el macartismo y una serie de errores que podemos enumerar, pero que la gente sigue profesando como si fuera una cuestión de fe.
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